Opinión

Mi nombre es Isa y soy un hombre sin pene

Isa Saturno, escritor y editor venezolano, está dejando de ser quien era. El 2 de octubre recibió su primera inyección de testosterona y decidió compartir con UB algunas reflexiones y apreciaciones sobre su experiencia

TEXTO ISA SATURNO @PETIPUASATURNO FOTOS: Barbara Matehu @barbaramatehu
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No estoy preparado para sus comentarios. Puedo imaginar, solo con que lean el título de este testimonio, que ya les pican los dedos para decir que soy contranatura, un extraño bicho jugando a ser Dios, un ocioso, probablemente un enfermo. Y a pesar de que sé por dónde vienen y puedo predecirlos, no estoy preparado para sus comentarios.

Quien haya llegado a esta línea sin haberme juzgado es probablemente uno de estos dos tipos de lectores: el que me conoce y -por estima- quiere seguir leyendo, y el curioso.

Este texto va para ustedes, los segundos, los atrevidos que han alzado su mano en medio de toda la masa para preguntar si me quiero poner un implante de un pene, sinvergüenzas.

Aquí va.

Testosterona

Un día me desperté con este pensamiento: no quiero envejecer mujer. No estoy muy seguro de dónde vino, quizás de mi niñez, cuando me preguntaban en el parque si era niña o niño, pero fue tal la determinación que pedí una cita con el médico especialista. Tres meses pasaron para que me atendiera y lo que al principio fue un pensamiento ya para entonces se había convertido en una fijación.

El 2 de octubre fue mi primera inyección de testosterona. La testosterona es la hormona sexual masculina y se produce en los testículos de los hombres, principalmente. Con esta información, y en un simple silogismo, podríamos decir que desde el 2 de octubre de 2018 yo me estoy inyectando bolas. Y sí. Y no.

Para que mi cuerpo adopte caracterizaciones masculinas la terapia de reemplazo hormonal (así se llama, es un término, juro que no lo estoy inventando) consta de inyecciones de 0.5 mg de bolas cada dos semanas. Es un tratamiento de por vida. Está diseñado para que en 5 años logre una apariencia masculina total. Al momento de escribir este texto voy por la semana 22 de esos 5 años. Es decir, soy un puberto. En edad de perro transgénero, tengo máximo 13 años.

¿Ustedes se acuerdan de cómo eran a los trece años?

Cambios

Lo que no pude hacer como embrión a mi cuarta semana de gestación lo estoy logrando en transición a mis 31 años. Con la terapia, progresivamente, me estoy pareciendo más a lo que socialmente es un varón. En lo físico ocurren principalmente cuatro cambios:

Pelo: Comienza a salir en los mismos lugares donde siempre has tenido, pero en mayor cantidad. En mi caso, por ser lampiño, cada pelo es un pequeño logro.

Redistribución de la grasa: Las curvas comienzan a desaparecer. Te pones más cuadrado. Se te ensanchan ciertas partes del cuerpo. Mi mandíbula, por ejemplo, ha cambiado. La espalda. El reloj ya no me lo puedo poner en el mismo huequito de siempre porque ahora tengo una muñeca de macho.

Clítoris: ¿Saben esa parte del cuerpo femenino que casi nadie encuentra? Bueno, crece. Me ha crecido. Si te acercas mucho es, ¿un micro pene? O también un clítoris gigante.

Voz: Aquí pueden escuchar el cambio mes a mes:

Identidad

Quiero mucho a mis padres (y ellos me quieren a mí, sorpresa, no son unos transfóbicos y eso que están en su tercera edad, lo que sugiere que usted, viejo lesbiano, puede aceptar la diversidad también) y sé que me pusieron con mucho amor un solo nombre: Isabella.

Este nombre que llevo los honra y no lo quiero cambiar. Nunca me he sentido Carlos por dentro, con el respeto de todos los Carlos del mundo. Pero entendí que dejarme el Isabella y tener barba era complicado. Complicado por ustedes, no por mí. Así que decidí reducirlo a Isa, que termina en a pero deja flow suficiente para lo andrógino. Digo yo.

Me defino como una persona por siempre en transición. Estoy en un cambio constante que no tiene fin. Con eso me evito decir que soy un hombre o una mujer, aunque a los ojos de ustedes pueda ser un hombre sin pene o una mujer con barba. Esto, claro, puede cambiar con el tiempo. Nada está escrito en piedra.

En todo caso, si llegaste hasta esta línea es porque eres un lector curioso y te aventuraste a salir de tu juicio para ver qué tenía que decir. Y eso lo agradezco, así vayas a lanzarte en los próximos minutos una ráfaga de odio. Lo agradezco porque al final te vas con dudas, como las que yo también tengo sobre este proceso, sobre todos los procesos donde alguien da un paso para descubrir quién es.

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