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María Brea: de Catia a la zarzuela madrileña

Caraqueña e hija de músicos, la soprano María Brea despunta entre las nuevas voces de la zarzuela y el canto lírico y estará presente en la temporada 2020-2021 en el Teatro Nacional de la Zarzuela, en Madrid

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María Brea logró enamorar a la audiencia y al jurado de la 57° edición del Concurso Internacional de Canto Tenor Viñas 2020 en España para alcanzar el sexto lugar de entre 600 aspirantes de 53 naciones. También recibió el premio especial ofrecido por el Teatro Nacional de la Zarzuela al mejor intérprete de este género, que le fue entregado por Leonor Gago, directora de Concerlírica Ópera Internacional.

Son pasos importantes en su carrera, pero no son los únicos reconocimientos que María ha obtenido por su melodiosa y encantadora voz.

Debido a su papel en este concurso el Teatro de Zarzuela de Madrid se comunicó con la venezolana para firmar un contrato que le permitiría aparecer en la temporada 2020-2021. Tanto su manager como la organización se encuentran en definiendo los detalles formales del acuerdo.

María Brea nació en el seno de una familia humilde en los Frailes de Catia. Su padre es músico y su madre cantante, aunque ninguno de ellos ejerce estas actividades como principal profesión. Su padre le enseñó música folklórica venezolana desde temprana edad, antes de que María descubriera su pasión por la ópera y, en particular, la zarzuela. Fue becada por la Julliard School Music cuando tenía veinte años, lo cual le ayudó a continuar su formación como cantante de ópera y hacerse de un nombre alrededor del mundo.

La lista de éxitos de María Brea sigue: ganó el primer premio en las competiciones New York Lyric Opera 2016 y Giulio Gari 2017, así como el segundo galardón en el Gerda Lissner International Vocal Competition 2017. Recibió un premio de estímulo por parte del Consejo Nacional Metropolitano de Ópera del Distrito de Connecticut 2017 y el Gerda Lissner Art Song Competition. Fue finalista en Mary Truman Art Song Competition en 2018, y un año después obtuvo el segundo lugar en la Opera Cultural Vocal Competition 2019.

¿Cómo descubriste que te gustaba la zarzuela?
Siempre me ha gustado la zarzuela porque es un género donde, por lo general, la soprano no muere. Esta es la principal diferencia con la ópera donde la cantante es asesinada o fallece a causa de tuberculosis, por ponerte un ejemplo.
La ópera es más fuerte, porque es trágica. La zarzuela tiene la misma dificultad vocal, pero contiene un elemento de comedia que de seguro te hará reír. Por eso me gusta más.
La descubrí mientras hacía mi investigación sobre la ópera. Por ello digo que la zarzuela llegó después a mi vida. De hecho, el Concurso Internacional de Canto Tenor Viñas es una competencia operática, con un reconocimiento especial al mejor cantante de zarzuela. Y es que este último es una ramificación del primero. La zarzuela requiere de un cantante de ópera para poder ser ejecutada.

¿Hay algún compositor por el cual te inclines?
Soy una soprano lírica con coloratura, o lírica ligera. Tiendo a cantar música de Puccini, Bellini y Verdi. La música francesa en general se me da bastante bien, igual que la italiana. Resultan amigables para mi voz.
También disfruto la música conocida como “bel canto”, género que se desarrolló en el siglo XIX con compositores italianos como Rossini y Donizetti. Sus composiciones son increíblemente sanas para mi voz.
Cierto que esta música es más compleja, contiene demasiadas notas, pero también es saludable y mantiene la voz fresca, joven. Al final, prefiero las melodías que me permitirán cantar por el resto de mi vida que aquellas que me rompen la voz.

¿Cómo entrenas y mantienes tu voz?
Yo empecé desde muy pequeña a cantar música venezolana. Tonadas, valses, esas canciones siempre han estado presentes en mi vida. Luego descubrí que quería ser cantante de ópera cuando tenía 11 años y escuché unas grabaciones que me fascinaron; pero no comencé a entrenar hasta que tuve 15 años porque las cuerdas vocales no estaban listas para hacer esos sonidos.
Desarrollar la resistencia necesaria para poder cantar me llevó mucho tiempo: tuve que aprender idiomas, familiarizarme con mi cuerpo, fortalecer los músculos y aprender a utilizar adecuadamente la voz para no rompérmela al tener que usarla, sin ayuda de un micrófono, en una sala de conciertos.

Brea

¿En qué otro género musical o instrumento has incursionado?
Primero hice incursiones en la música venezolana: tonadas, valses; me gustan las piezas de la costa, el jazz y el oldie.
Aunque ya no tengo tiempo para practicar, me puedo defender con el cuatro. Aquí, en Estados Unidos, casi nadie lo toca. Mi padre se maneja mucho mejor con ese instrumento que yo, y en ocasiones hemos hecho conciertos donde me acompaña. Lo mismo ocurre con el chelo: lo estudié durante años, pero ya hace tiempo que no lo toco.
Con el piano me va mucho mejor. Mi esposo es pianista, por lo que me ayuda mucho a practicar. Y cuando él no está, yo misma toco mientras canto. El piano es un instrumento muy útil para aprender música y, un par de veces, me ha tocado acompañar a mi hermana mientras canta flamenco o música popular.

¿Tu esposo te acompaña en tus conciertos?
A veces no puede, claro, pero siempre intentamos que lo haga. Colaboramos constantemente y hacemos música juntos. Él es uno de mis coach y una de las personas que me ayuda a prepararme para mis conciertos.
Es un músico clásico graduado en un conservatorio de Estados Unidos, por lo que tiene un oído muy refinado. Por lo general soy muy dura conmigo misma, y cuando algo no me gusta se lo muestro para que él me dé su opinión. Es muy sincero, así que sé que cuando algo no le parece bien, me lo va a señalar. Igual me dirá si tiene alguna sugerencia sobre cómo puedo mejorar. Es muy útil tener a alguien que te escuche de esta manera.

¿Cómo te preparaste para cantar en un concurso de este calibre?
La preparación es más o menos la misma. Esta es mi profesión, yo hago esto todos los días. Por supuesto, uno tiene que descansar más y mantenerse enfocado en las piezas que se van a presentar, pero por lo general, es igual que con cualquier otro concierto. La dificultad viene al momento de escoger el repertorio. Este debe estar listo desde hace años, y a su vez, mostrar todo lo que tienes para dar. He aquí lo verdaderamente complicado de las competencias.
En cinco minutos tienes que pararte en el escenario y convencer al jurado de que eres la mejor. Es muy difícil en ese corto periodo de tiempo, y por eso a veces estos concursos pueden llegar a ser injustos. Aunque son muy duros, aprendes mucho y creces como artista.

¿Cómo te sentiste durante tu participación en el concurso?
Fue una experiencia maravillosa, de mucho crecimiento, de aprender muchas cosas de mí misma que no sabía hasta el momento.
Mi esposo vino conmigo a España para las últimas rondas. Para la segunda prueba éramos 200, de las cuales solo 40 pasaron a las semifinales. En las finales solo estábamos 17. Y todas las personas que participaron en la competencia eran talentosos. Esto, por supuesto, te presiona a querer dar lo mejor de ti, y a aceptar que si no lo logras, no pasa nada.
Precisamente uno de los jueces, el director artístico del Teatro de Madrid, dijo que una competencia como esta no es un lugar de llegada sino un punto de partida. Supongo que esa es la mejor forma de describir esta vivencia tan enriquecedora.

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Además de cantar, ¿te dedicas a otra actividad?
Soy profesora. Doy clases de canto y piano. Me parece que todo está conectado. Me dedico a la música al cien por ciento: es mi vida, mi pasión, así que lo hago en todos los niveles. Mis clases son particulares y tengo estudiantes de todos los niveles. Siento que con la enseñanza aprendo el doble. Se retroalimentan el profesor y el estudiante.

¿Cómo ha sido tu experiencia como venezolana en el extranjero?
Yo me fui cuando tenía 20 años. Ahora tengo 29. He estado mucho tiempo fuera del país.
Cuando me fui solo quería conseguir algo para poder ayudar a mi familia, ya que somos de esas personas que lamentablemente no tienen nada. Y también anhelaba la oportunidad de crecer como cantante. Cuando tenía 20 años logré conseguir una beca completa para ir a estudiar a la Julliard School Music gracias a un video que una amiga grabó en mi casa. El conservatorio es algo así como mi segunda familia y todavía se los agradezco. Y aunque he cumplido mi sueño de representar a Venezuela en el canto lírico sigo queriendo demostrar que aunque uno venga de un barrio, si lucha y persevera puede lograr muchas cosas.
En cuanto a Nueva York, esta es una ciudad fuerte, intensa. La gente a veces puede ser grosera y no se parece en nada a los venezolanos. Por supuesto, aquí no te roban ni te amenazan, pero las personas tienen una energía un poco fría. Y bueno, en ese aspecto extraño Caracas. Por el lado positivo, se hace mucho teatro y el arte está por doquier. Resulta inspirador vivir en un lugar así.

¿Dirías que eres feliz?
Como dice mi terapeuta, la felicidad es un estado de ánimo. Sí, estoy feliz. Pero creo que lo que realmente es importante para mí, es el trabajo. Cuando no estoy haciendo nada, simplemente no estoy feliz. Supongo que soy lo que las personas por aquí llaman workaholic. Me gusta mantenerme ocupada, seguir luchando aquí y espero que por mi barrio, los Frailes de Catia. En estas actividades hallo mi felicidad y la mayor tranquilidad.

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