Sus seis hijos y 11 nietos fueron notificados de que su deceso se produjo, el lunes, a las 10:30 de la noche, reseñó el diario Panorama.
“El martes, uno de los nietos llegó al Inass con una actitud muy fría. Se le entregó el informe médico para que tramitara el acta de defunción; sin embargo, solo se limitó a decir: ‘Nosotros no tenemos dinero para enterrarlo. Donen el cuerpo a la escuela de medicina de LUZ (La Universidad del Zulia)’. Prometió volver con el documento y no regresó”, aseveró una de las trabajadoras del geriátrico.
Roberto fue abandonado dos veces: en vida y en muerte. El ataúd marrón permaneció solo, en medio de la capilla del Instituto Nacional de Servicios Sociales (Inass), organismo que se encargó de gestionar el sepelio junto con la Gobernación del Zulia.
El martes, la familia ganada por los azares de la compasión, los vecinos del edificio Jabillo III, le dio el último adiós. Acudieron a llorarlo. Recordaron los momentos que compartieron con él y todo el amor que le brindaron mientras permaneció en la planta baja de la residencia, en Sabaneta.
Sus últimos días generaron hasta sentimientos encontrados en las redes sociales. Marabinos no han logrado entender qué pasó entre Roberto y sus hijos para que hayan tomado esta decisión. Abandonarlo, hasta muerto.
Más información en Panorama