Internacional

La Cancillería de Maduro desestimó el reclamo venezolano sobre el Esequibo

Darío Morandy fue el jefe de la misión diplomática venezolana en Guyana durante la gestión del presidente Hugo Chávez. En medio de la disputa sobre el Esequibo, ahora que ese país ha llevado el caso a la Corte Internacional de Justicia, revela la falta de atención de Nicolás Maduro, como canciller y presidente, a la reclamación venezolana, lo que ha colocado al país “en una evidente desventaja”

TEXTO: Reyes Theis (@reyestheis) | PORTADA: EPA
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Darío Morandy Figuera (Cantaura, Anzoátegui, 26-3-1956) se desempeñó desde febrero de 2007 hasta agosto de 2012 como embajador de Venezuela en la República Cooperativa de Guyana. Recibió de las manos del presidente Hugo Chávez la encomienda de concretar la integración en diversos ámbitos con esa nación, con la mira puesta en la reclamación territorial sobre el Esequibo.

No obstante, el interés que -asegura el diplomático – tenía el presidente Chávez en el tema, contrasta con la actitud de su superior jerárquico, el canciller y hoy presidente de la República Nicolás Maduro.

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Desprendido de su cargo diplomático y en conversación telefónica desde su amada Guayana, donde reside, el embajador retirado accede a narrar los errores cometidos desde la Casa Amarilla y que han ocasionado que la reclamación se haya salido del terreno bilateral, pues el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Antonio Guterres, dictaminó que será la Corte Internacional de Justicia donde se resolverá la controversia, a pesar de la opinión contraria del Estado venezolano.

Revela el entrevistado que Maduro no recibió al buen oficiante de la ONU cuando este vino en dos oportunidades a Caracas y que se cansó de enviar documentos sobre la reclamación del Esequibo, que se quedaron sin respuesta.

La narración de Morandy se inicia en septiembre del año 2011, en ese momento Guyana concretó una solicitud de extensión de su plataforma marítima ante la Comisión de Límites de la ONU, que iba en contravía del interés de Venezuela, pues la solicitud guyanesa significaba el cierre de la fachada atlántica venezolana, al plantear como propia la proyección marítima del estado Delta Amacuro.

En ese momento, el canciller Maduro protestó a Georgetown que Venezuela no fue informada de la solicitud guyanesa, pero la verdad es que sí lo había hecho en 2009 a través de la Embajada venezolana, que puso al tanto a Nicolás Maduro por escrito en forma inmediata. Aquel informe -que en ese momento fue revelado por el diario El Universal– sería uno de los 15 documentos que el entonces ministro de Exteriores venezolano quizás ni se tomó la molestia de leer.

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–Embajador, hace unos días señaló en su cuenta de Twitter, que usted había alertado, cuando estuvo al frente de la Embajada, de las intenciones de Guyana con respecto al Esequibo, pero no hubo respuesta a sus advertencias.
–En 2011, cuando tú estabas en El Universal, abrieron el periódico con un oficio que yo había enviado al presidente -en ese momento canciller- Nicolás Maduro en 2009, que no tenía carácter confidencial, porque lo había enviado a la Unidad Especial de Guyana y a otras instancias por instrucciones de un edecán designado por el presidente Chávez, que recibía los documentos y siempre nos quedábamos esperando las respuestas, en este caso, del canciller Maduro.

En ese momento la publicación generó todo un revuelo, porque se decía que había llegado la información de parte de la Embajada y que yo había conversado con el periodista Reyes Theis, para que él publicara eso. Resulta que hoy por primera vez, converso con el periodista Reyes Theis. Pero lo que había ocurrido era la consecuencia de no atender informes con contenido. En primer lugar, se advertía que Guyana estaba accediendo a organismos internacionales en búsqueda de ampliar la plataforma marina que nos iba afectar en forma tremenda y consignamos un documento traducido, largamente trabajado.

Se lo enviamos al presidente (el entonces canciller Maduro) y le enviamos la versión original en inglés que me había consignado la canciller guyanesa (Carolyn Rodrigues-Birkett). No hubo respuesta, pero cuando se consolidó la solicitud de Guyana ante la Comisión de Límites de Naciones Unidas, entonces hubo un revuelo y Maduro le responde a la canciller de Guyana que había actuado de mala fe porque no le participó. La canciller guyanesa me llama a mí, yo venía llegando de Venezuela a Guyana y del aeropuerto me voy directamente a su despacho y me dice: “Cómo es que yo no le participé a usted, si conversamos, si usted me pidió el documento, más completo que tuviéramos con los detalles”. Le dije, “eso es correcto y yo lo consigné a través de un oficio”. Por un lado, le agradecí a El Universal que salvó mi actitud y mi compromiso con el país, pero al mismo tiempo me hizo un terrible daño en mis relaciones con la Cancillería guyanesa, porque yo digo -en el informe- que hay que frenar el avance de la diplomacia guyanesa, porque hay intenciones de usurpar nuestro territorio.

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En ese momento la reacción fue de un funcionario de tercera, que luego fue ministro, para decirme que estaba despedido porque había violado la seguridad de la nación facilitando la publicación de un documento que era privado, y lo que hizo fue desnudar la falta de atención de la Cancillería en un tema tan delicado como nuestra plataforma marítima y eso competía a la Cancillería y también llamó la atención de la Fuerza Armada. Me siento absolutamente satisfecho, porque todo el trabajo que nosotros presentamos con mucha densidad diplomática, sociológica y política está allí y hoy nos está dando la razón.

–Usted ha denunciado el papel de la trasnacional petrolera Exxon en el tema del Esequibo.
–Fíjate, David Granger es electo presidente (en 2015). Con él habíamos tenido excelente relación, muchas conversaciones y con todos los sectores políticos, como tiene que hacerlo una embajada. Cuando Granger llega establece los nuevos límites marinos y lo publica el 23 de junio de 2015 en la Gaceta 1.629. Yo no era embajador en ese momento, pero era mi obligación hacerle seguimiento. Esa Gaceta establecía abiertamente nuevos límites marinos, y establecía como puntos de partida el rio Demerara, Berbice y el río Esequibo, y desde el Esequibo establecía una línea que tomaba las bocas del Esequibo y las islas Wakenaam y Leguan. Esos límites sencillamente nos llevaban a una sola cosa: bloquear nuestra salida a la fachada atlántica, porque era la ocupación progresiva del Delta del Orinoco.

Allí está el bloque Stabroek, que se le asignó en 1999 a la Exxon Mobil. El canciller era el doctor José Vicente Rangel y se movió de manera inmediata, hizo el lobby, convocó y atendió las opiniones de especialistas en la materia, incluso sin ninguna afinidad ideológica, con lo que estaba empezando a comenzar ese año (la Revolución Bolivariana). José Vicente logra frenar el avance de la Exxon y se estanca (la petrolera congela su pretensión de explorar el bloque que afectaba la fachada atlántica venezolana). ¿Cuándo revive la Exxon? Cuando se le quita la cesión que tenía en la Ceiba y Cerro Negro en el municipio Independencia del estado Anzoátegui. Lo que estaba en juego era muy importante. Pero lo que ocurrió después no fue tomado en cuenta. La Exxon actuó con mucha habilidad, en una alianza con unos sectores de Guyana.

–¿Usted advirtió de la movida de la Exxon?
–Hubo un documento que no nos cansamos de enviar a la Cancillería que se llama “El Caribe: la incertidumbre energética con Venezuela” que fue realizado por un estadounidense llamado David Goldwin, que estuvo en el Departamento de Estado cuando la señora Hillary Clinton. Goldwin sale de allí y conforma un think thank que asesora este montaje. Él estuvo en Guyana y la única embajada con la que no se reúne es con la de Venezuela. Nosotros obtuvimos los documentos que realizaron las embajadas con el señor Goldwin, y realizamos nuestro informe.

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Fueron aproximadamente 15 informes de esa naturaleza que tampoco fueron tomados en cuenta. ¿Qué advertían? que había una jugada en el Caribe, porque Hillary Clinton (la secretaria de Estado de EEUU) había estado en enero de 2010 en una reunión con todos los cancilleres en Barbados y había comentado la necesidad de los Estados Unidos de retomar la conducción de las relaciones con el Caribe. Presentó la iniciativa de seguridad de la Cuenca del Caribe, que posteriormente se llamó la Iniciativa de Seguridad Energética de la Cuenca del Caribe. Presentamos un informe completo y detallado. Logramos información sin intervenir a nadie, sin ningún cooperante, porque no creemos en eso, sino a través de los canales diplomáticos. Advertimos y no nos hicieron caso, no nos atendieron.

Luego vino el tema de la extensión de la plataforma marítima, cuando el mismo canciller Maduro le responde a su homóloga guyanesa que nunca había sido informado y Carolyn Rodrigues le respondió: “Canciller Maduro, usted fue informado a través de su Embajada. No sé si un embajador le informó, pero estoy persuadida de que usted tiene un informe que no ha leído”. Esa respuesta en el mundo diplomático es demasiado contundente.

–En uno de sus tuits usted manifiesta su preocupación por la situación actual de la reclamación del Esequibo.
–Cuando lo lanzo es porque creo que estamos en una evidente desventaja, nos corresponde recomponer el cuadro diplomático que fue destruido por nuestra propia Cancillería, porque en 2012, en mi memoria de entrega, digo que hay 22 puntos en la agenda bilateral. Cuando yo llegué no había ninguno.

En esos temas estaba el del Esequibo como prioritario, estaba el acuerdo de suministro de arroz y el de Petrocaribe, que fue rescindido unilateralmente por el presidente Maduro, lo cual constituyó un error grave, y estaba la construcción de la carretera desde el municipio Sifontes del estado Bolívar a Guyana. Era el escudo que unificaría a Brasil, Guyana, Surinam y Venezuela y nos permitiría un modelo de integración de 4 idiomas: Portugués, español, inglés y el holandés nativo de Surinam. Esa gama cultural hermosa que hay en el Caribe y que nosotros no hemos logrado entender tal y como lo logró ver el comandante Hugo Chávez. En eso siempre voy a perseverar: Quien más claro tenía el tema del Esequibo en la historia de nuestro reclamo ha sido el presidente Hugo Chávez y quien más oscuro lo ha tenido en estos tiempos, ha sido el presidente Nicolás Maduro.

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–Pero en la primera visita del presidente Chávez a Georgetown (en 2004), dice que “el Gobierno venezolano no será un obstáculo para cualquier proyecto a ser conducido en el Esequibo, y cuyo propósito sea beneficiar a los habitantes del área” Algunos analistas consideran que esa declaración sirvió para que Guyana se diera como liberada de la obligación de impedir concesiones en el Esequibo. Tanto, así que en una entrevista para El Nacional, el embajador guyanés, Odeen Ishmael, luego sugiere a Chávez que en procura de la solidaridad socialista entre ambas naciones, que termine de renunciar a la reclamación del Esequibo.
–El planteamiento de Chávez en ese momento fue mal interpretado y mal utilizado. El planteamiento de Chávez de fondo, que se recogió por parte de nuestra misión diplomática en Guyana, es que Venezuela y Guyana no podían convertirse en países que estuvieran peleando y que una disputa territorial impedía el desarrollo económico y político de Guyana. Chávez lo decía porque el Esequibo no era solo un pedazo de tierra, donde había 250 mil habitantes, además hay mineros que es una población itinerante y eso necesita de una atención estratégica en el concepto moderno de la integración, tal como se consideró para la construcción de Unasur y la Celac. La frontera no puede convertirse en un obstáculo, sino en un instrumento que coadyuve al desarrollo y ese era el planteamiento de fondo, porque la visión era integral.

Eso nos convoca a replantearnos la noción de fronteras que existe entre los diferentes pueblos, y entre los distintos Estados. Chávez privilegiaba la relación entre los pueblos. Chávez lo planteó así y generó toda una controversia, que terminó interpretando que se había congelado cualquier reclamo que Venezuela había pretendido históricamente, y fue lo que interpretaron muchos medios. El embajador Odeen Ishmael al hacer pública esa información trata de aprovecharse del calor político y la incertidumbre ante algunas definiciones políticas que el presidente Chávez no acababa de esbozar, pero nadie dijo que Chávez fue el único que se atrevió a paralizar la base espacial que se pretendía lanzar desde el Esequibo, nadie dijo que a través del canciller Rangel se frenaron las pretensiones de la Exxon de apropiarse de parte de nuestro territorio Esequibo y que proyectaba una ocupación progresiva de nuestra única salida al Atlántico

Yo creo que hubo una mala interpretación y quizás en el juego verbal, el presidente Chávez dijo algunas cosas que se prestaron para que fuera interpretado así, pero yo conocí el pensamiento que tenía el presidente Chávez frente al tema del Esequibo y la nueva visión que convocaba a repensar la noción de frontera y soberanía.

–Cuando Granger llega a la Presidencia, uno de los primeros diplomáticos que recibió fue a la embajadora venezolana Reina Arratia. En ese momento Granger estaba a favor de continuar con los buenos oficios, pero luego cambió de opinión. ¿Cuál es su análisis?
–Granger venía con una relación muy cercana con sectores militares de EEUU y algunas vinculaciones con el Departamento de Estado, que no la tiene nadie en Guyana. Él es egresado del Centro de Estudios para la Defensa del Hemisferio, “William Perry”, de Washington y allí estuvo el día después de decretar los nuevos límites de Guyana, estuvo como orador invitado. Nadie en el Caribe ha logrado eso, a pesar de tener el Caribe excelentes gestores políticos y diplomáticos.

Granger tenía una visión distinta a la de (Bharrat) Jadgeo (presidente guyanés 1999-2011), este planteaba alquilar el Esequibo. Es una exageración el término, porque él planteaba que la preservación de la Amazonía del Esequibo pasaba porque recibieran unos beneficios económicos. Granger planteaba que el desarrollo de Guyana pasaba por la recuperación absoluta sobre el territorio Esequibo. Digo absoluta porque Guyana ejerce una soberanía relativa sobre el Esequibo, que la ha utilizado para usurpar el territorio y para consolidar sus relaciones con el capital trasnacional, por eso Granger se arrodilla frente a la Exxon. Pero también tenemos que decir que antes Donald Ramotar (presidente guyanés 2011-2015), le ratifica a la Exxon la concesión sobre el bloque Stabroek y participa en esa corporación que está explotando el Esequibo, donde hay incluso una empresa del estado chino, y eso hay que decirlo también: cómo nuestros aliados participan de procesos que nos causan tanto daño.

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–¿Cuál es su opinión del proceso de buenos oficios del secretario general de la ONU en la controversia territorial del Esequibo?
–Nosotros cometimos muchos errores. Según lo establecido en el Acuerdo de Ginebra, acudimos al artículo 33 de las Naciones Unidas para que se iniciara un proceso que podía ser negociación, mediación, acuerdo, conciliación, arbitraje, acudir a los organismos regionales y el arreglo judicial. Nosotros escogimos con Guyana el camino de los buenos oficios desde 1987. Tenemos 30 años caminando por el camino de los buenos oficios. Aquí en Puerto Ordaz se reunieron en 1989 Carlos Andrés Pérez y Desmond Hoyte (presidente guyanés 1985-1992), este ocupa la Presidencia en un momento que hubo el fracaso del planteamiento de la construcción de la sociedad socialista en Guyana. Se dio lo de Europa del Este, en la Unión Soviética (su disolución), se desmoronó el apoyo (soviético) a Guyana, y Hoyte acude a algunos aliados, entre ellos Carlos Andrés Pérez.

En esa reunión se firmó el programa de recuperación de Guyana, un programa con el Fondo Monetario Internacional y señala el camino que tenemos que recorrer: el de los buenos oficios, y no convertirnos en un problema sino en aliados que van a permitir la recuperación de Guyana y la participación del capital trasnacional en Venezuela.

El programa de recuperación de Guyana hablaba de la liberalización del comercio, la devaluación del dólar guyanés, la reducción de aranceles, abrirle las puertas para que entrara (el capital trasnacional) y ¿Dónde está la madera y el oro de Guyana? en el Esequibo. Carlos Andrés Pérez fue uno de los arquitectos de ese proyecto.

Allister Mcyntire fue el primer buen oficiante, y fue un excelente buen oficiante. Con una formación académica enorme. Estuvo 10 años, y renunció cuando llega el presidente Chávez a la Presidencia. Luego es nombrado Oliver Jackman y en 2007 muere, lo que nos dejó en el limbo, porque ni siquiera teníamos embajador en Guyana, sino un encargado de negocios que celebró en la casa del embajador el golpe de estado del 11 de abril de 2002.

Me costó un, trabajo arduo conseguir un buen oficiante. Ese fue el primer trabajo que me tocó con el presidente Chávez. Logramos el consenso para que se nombrara a Norman Girvan en 2010, después de 2 años de trabajo. Una excelente persona, un académico, con una visión totalmente distinta. Había dedicado su vida al estudio de la deuda externa y decía que era una forma de dominación que no permitía que las economías del Caribe se desarrollaran. Pero producto de un accidente tonto, una caída, muere, 4 años después de ser nombrado y desde allí en adelante quedamos en el aire y no hicimos ningún esfuerzo.

Con Girvan planteamos la evaluación: ¿Para qué han servido los buenos oficios? ¿Qué tenemos que hacer para hacerlo efectivo y garantizar resultados? Pero Girvan estuvo en dos oportunidades en Venezuela como buen oficiante y no fue atendido, sino por un funcionario de tercera en la Cancillería.

El papel de un buen oficiante es construir una salida, armonizando con los dos países. Él no construye la salida, sino se convierte un oficiante de lo que va a ocurrir, para elevarlo al secretario general de las Naciones Unidas, de quien es su vocero principal. No fue atendido y eso lo afectó mucho. Guyana sí lo atendió, hicieron mesas de trabajo, nosotros fuimos invitados.

El tema de ahora es repensar la relación. El buen oficiante nunca fue evaluado y se llegó a un acuerdo, que nadie sabe cómo se concretó, para el nombramiento de (Dag Halvor) Nylander (Designado por Antonio Guterres para tratar de buscar un acercamiento entre los dos países para la controversia territorial antes de remitir el caso al Tribunal Internacional de Justicia).

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Háblenos de la resolución del secretario general de la ONU de enviar el caso a la Corte Internacional de La Haya.
–Nuestro gran error para este tiempo es que el 16 de diciembre de 2016 Naciones Unidas aprobó esa resolución que establece que si en un año no se resolvía la situación del Esequibo el caso sería enviado a la Corte Internacional de Justicia. Eso no ha debido ser aceptado nunca. Lo que es peor: Nuestra canciller de ese momento, la señorita Delcy Rodríguez, no dijo absolutamente nada y no estableció absolutamente nada que frenara esa decisión. Había que decir que no se aceptaba, porque en un año no se iba a recomponer una disputa que ya tenía carácter centenario. Era como celebrar que nos pusieran entre la espada y la pared.

El presidente de la República, que estuvo casi 6 años como canciller, no dijo nada, así como no dijimos nada cuando Guyana sacó sus nuevos límites. No hemos dicho nada porque no se ha convocado a la gente que conoce el tema a fondo. Aquí hay especialistas que se formaron con este tema, tenemos argumentos geográficos, cartográficos e históricos con alto contenido social.

Hay que buscar alternativas y eso era lo que planteaban gente con quien habíamos trabajado. Norman Girvan había planteado la idea que los buenos oficios solo servirían si le dábamos contenido diplomático, social y político y al mismo tiempo, comenzábamos a plantear algunas salidas. El camino de los buenos oficios no está agotado, pero como funcionó no tiene sentido. Ese camino tendría sentido si planteamos una propuesta seria y eso solo se puede hacer si convocamos a las mejores voluntades del país.

En la Cancillería no hay ni siquiera un equipo del Caribe. la Cancillería cubana tiene una unidad especial para el Caribe, con un equipo que bimensualmente convoca a personalidades de todas partes del mundo para compartir el tema e ir construyendo propuestas.

–¿Usted no ha sido llamado para escuchar su opinión?

–El ejercicio diplomático se debate entre la arrogancia y un dedo de ignorancia de fondo. Se decía que hay diplomáticos de carrera y a la carrera. Esto se sobre exaltó. Hay demasiado aceleramiento. A quienes les ha correspondido dirigir se han dedicado a exaltar su capacidad para alejar e ignorar cualquier opinión y a quienes han estado haciendo uso político e inadecuado de esto, se han conformado con irse al río Cuyuní frente a San Martín de Turumbán (municipio Sifontes del estado Bolívar, límite con el territorio Esequibo), sin saber la complejidad social que hay del otro lado, porque para esa oposición el país termina en Guarenas (población del estado Miranda, cercana a Caracas).

El único responsable que el camino del buen oficiante haya llegado a estos términos hemos sido nosotros. Los 5 años que correspondieron al presidente Maduro hubo una ignorancia absoluta del trasfondo, una especie de dejadez, y se entendió como que nombraron a un señor allí que hay que darle uno viáticos para que revise los archivos. Pero hombres como Norman Girvan no se conformaban con eso, querían trascender.

Ahora nosotros admitimos algo que no está contemplado en la Carta de las Naciones Unidas, que es la salida forzosa en un año. El plan estaba clarito: el económico a través de la Exxon, el político con la consolidación de Granger y el social, con lo que Granger representa en Guyana y una desestabilización que frenó el proceso de integración en América Latina y el Caribe. El Esequibo es lo más bello que tiene Venezuela, no solo por lo que descubrieron unos astronautas modernos: que el sol de Venezuela sale por allí, sino porque es la confluencia con el Caribe originario.

–¿Cómo logramos retomar el camino para salir bien del aprieto en el que estamos sobre este tema?
–Nos debemos meter en el fondo, ¿Cómo construimos una relación que nos permita avanzar? que era el planteamiento del comandante Chávez. Chávez no habló de la integración Latinoamericana, sino de la integración de América Latina y el Caribe. Esos procesos fueron frenados en los últimos años. Nuestra Embajada en estos momentos no tiene ninguna significación en el cuerpo diplomático de Guyana y llegamos a ser la primera referencia. Tuvimos el Instituto Venezolano para la Cultura y Educación con una matrícula de 2.800 estudiantes guyaneses. Por allí pasaron Donald Ramotar y Bharrat Jadgeo. Hoy ese instituto está cerrado, de esa forma no puedes impactar en ese pueblo como lo veníamos haciendo.

Yo le pediría a la Cancillería que comience a trabajar de manera sistemática para convencer a los guyaneses de convocar una reunión extraordinaria de la Comisión Binacional de Alto Nivel, ¿Por qué no se convocó más nunca la Coban? Esta instancia tiene 11 comisiones de trabajo que van desde el tema del Esequibo hasta la relación con los trabajadores, el idioma, la radiodifusión, la salud. Nosotros insistimos mucho en que había que convocarla.

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Desde el punto de vista político, los organismos de seguridad y defensa de la nación deben convocar a las personas del tema de la defensa, y que la Cancillería haga una convocatoria a los especialistas. Tenemos una cantidad de personas que han participado como negociadores, embajadores, está Sadio Garavini (exembajador de Venezuela en Guyana) y (Emilio) Figueredo Planchart (ex negociador venezolano en el tema Esequibo). Hay que convocar a todo el que tenga que convocarse, tatar de construir una respuesta que no sea “lo que salga de la Corte no lo vamos a aceptar”, eso no tiene ningún sentido, eso es como decir, “nunca vamos a entregar el poder”. Si hay una decisión hay que evaluarla y les corresponderá a los diplomáticos encargados la decisión.

¿Por qué no reunir a toda esa gente y darle a una comisión un rango de alto nivel, con gente con reales conocimientos que consultemos a instituciones de educación superior? Por ejemplo, en el área de plataforma marítima necesitamos el apoyo de las universidades, necesitamos convocar a los especialistas en derecho marítimo, en derecho internacional público.

Yo he lanzado una propuesta, de ¿Por qué no empezamos a estudiar el camino del condominio territorial? ¿Por qué no repensar el tema de las relaciones, de las fronteras? ¿Por qué tenemos que seguir amarrado a relatos intrascendentes? Tenemos que convocar los más conocedores del tema. Es un tema de unificación nacional. Puede ser el Esequibo el tema que nos unifique.

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