Economía

Aislamiento de Venezuela pone en peligro suministro de bienes básicos

Algunos analistas estiman que el gobierno pudiera estar jugando al ostracismo contando con el apoyo de China y Rusia, países que sin embargo no parecen muy dispuestos a auxiliar a un cliente costoso y con el handicap de ser calificado por muchos países como una dictadura de nuevo cuño.

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Escasez-comida
Foto: Archivo / JUAN BARRETO | AFP

A la par del enrarecimiento del clima político, el panorama económico de Venezuela luce cada vez más complicado. La posibilidad de un aislamiento a un gobierno que es ya catalogado por varios países como una abierta dictadura está latente, y eso significaría, entre otras cosas, comprometer el ya precario abastecimiento de todo tipo de productos en una nación cada vez más dependiente de las importaciones, dado el desmantelamiento de su aparato productivo.
Las sanciones por parte de Estados Unidos a las dos cabezas del Ejecutivo (el presidente Nicolás Maduro y el vicepresidente Tareck El Aissami) así como a otras personalidades del gobierno, la aplicación de medidas similares por la Unión Europea, y la suspensión de Venezuela del Mercosur, parecen indicar que Miraflores juega al ostracismo en aras de preservar el poder.
“Muchos gobiernos están alertando a Caracas para que modifique su conducta. Aunque aún no hay sanciones contra el país sino contra personalidades muy importantes del gobierno, esas advertencias se pueden convertir en algo más serio”, dice el internacionalista Félix Arellano, quien no obstante duda que el objetivo de la comunidad internacional sea aislar a Venezuela por las implicaciones que ello traería a los venezolanos, víctimas silentes de los desmanes cometidos por la jerarquía gubernamental.
Otros internacionalistas tienen opiniones un tanto divergentes. Giovanna de Michele, por ejemplo, señala que de ampliarse a otras naciones la prohibición impuesta por EEUU a sus empresas, Nicolás Maduro no podrá firmar ningún tipo de convenio con compañías extranjeras, lo que incidirá en el abastecimiento de productos.
“Si se generalizan las sanciones, Venezuela pudiera entrar en un verdadero aislamiento con consecuencias muy serias para los venezolanos”, señala de Michele.
El también experto en relaciones internacionales Kenneth Ramírez, recuerda que si bien las sanciones no afectan –por ahora- a ningún sector específico, sí lo hacen en lo político y moral a personajes relevantes del gobierno comprometiendo su credibilidad. Este es un componente muy importante en las relaciones actuales y muy específicamente en el tema financiero, de importancia capital para una nación con deudas estimadas en más 150.000 millones de dólares y con entradas de dinero fresco muy limitadas por la caída de los precios del petróleo.
“Hay una subida de tono del lenguaje contra Venezuela y eso puede ser peligroso. La repulsa generalizada que provocó la Asamblea Constituyente pudiera hacer que las relaciones se enturbien más y aumente el aislamiento que ya viene operando sobre el país”, dice.
– Afectación segura –
Sin medias tintas, el economista Luis Vicente León asegura que las sanciones impuestas ahora sí afectarán el abasto local y que el gobierno nacional se prepara para un inminente aislamiento internacional, para lo cual intenta aglutinar voluntades para hacer frente a “un enemigo externo”.
“No son directamente contra el pueblo, pero las sanciones impuestas por EEUU amenazan el sector empresarial y es una bomba atómica para el mercado de deuda venezolana”, asegura.
Agrega además que para Venezuela será cada vez más complejo importar materias primas, situación que comprometerá aún más la ya escuálida producción local, a lo que debe sumarse una inminente hiperinflación consecuencia de la escasez de divisas.
En pocas palabras: la compleja situación de los últimos meses pondrá en mayores aprietos las ya menguadas importaciones nacionales, de por sí insuficientes para abastecer la demanda.
De hecho, Asdrúbal Oliveros, director de la firma Ecoanalítica, estima que las importaciones totales pudieran estar cerca de 13.500 millones de dólares para el cierre de año, una contracción de 23% frente a los datos de 2016, año en el que las compras cayeron 50% en relación a 2015.
Dato de interés: apenas unas semanas atrás el economista preveía importaciones por el orden de 13.830 millones de dólares, lo que significa que en pocos días la firma ha restado más de $330 millones al estimado para el 2017.
– Jugando con candela –
Aun cuando dice que no hay acciones inminentes, Félix Arellano estima que el propio gobierno pudiera estar jugando al aislamiento, confiando en el respaldo que podrán darle los países aliados que aún le son fieles.
Pero el grupo de incondicionales parece cada vez más reducido. Según Arellano, del otrora fuerte grupo Alba solo Cuba, Nicaragua y Bolivia perseveran en el apoyo, “pues Ecuador se ha ido deslindando de Caracas”, dice.
Si bien se ha sumado a la lista El Salvador, hay fuertes bajas en el apoyo unánime que antes dio el Caricom y solo algunas naciones del Caribe Oriental siguen fieles a Caracas; mientras que fuera de América, solo Siria, Irán y posiblemente alguna nación del África subsahariana siguen leales a Maduro.
En cuanto a los grandes actores, China y Rusia, tanto Arellano como Ramírez estiman que el apoyo a Caracas es eminentemente político. “Rusia solo ha expresado un apoyo político, pero no creo que eso se concrete en lo económico. Venezuela es un cliente costoso y eso no le conviene ahora a Putin”, dice el primero, quien precisa que los intereses de Rusia son bastante menores a los de China, por lo que no pudiera esperarse que Moscú pueda ser de gran ayuda al chavismo.
Un caso podría ilustrar esta apreciación. Cuando a principios de diciembre de 2016 se dio la primera gran escasez de pan por falta de trigo, Nicolás Maduro aseguró que Rusia aportaría todo el grano que Venezuela necesitase. Sin embargo, hasta ahora el primer embarque de trigo ruso sigue sin arribar al país. ¿Será conveniente para Maduro contar con apoyo del Kremlin?
En cuanto a China, Kenneth Ramírez destaca el llamativo silencio de Pekín ante los calificativos de dictadura expresados contra el gobierno de Caracas. “No solo ha sido cauta, simplemente no se ha pronunciado, y eso pese a que tiene muchos más intereses en Venezuela que Rusia”, dice, en referencia a los cerca de 65.000 millones de dólares que el gigante asiático ha financiado a Venezuela, una deuda que obviamente querrá recuperar.
En virtud de ello, ambos analistas no creen que China esté dispuesta a convertirse en suplidora de Venezuela, lo que además incrementaría una deuda ya harto difícil de pagar por la república.
– Precario apoyo –
Desmembrado el aparato productivo local y bajo el amparo de precios del petróleo en alza, Miraflores se acostumbró a importar buena parte de lo que demanda el país, al punto de que el último reporte del Banco Central de Venezuela (2015) señalaba que para ese entonces de afuera llegaba 40% del consumo interno; cifra que estimaciones privadas señalan como conservadora y ubican en más de 60%..
De cualquier manera, los aportes de los aliados inmediatos no es mayor cosa. Los envíos de Nicaragua se limitan a carne bovina, café y caraotas en cantidades relativamente bajas, con el agravante que ya para el año pasado las compras venezolanas había disminuido 60% respecto al período anterior debido a la falta de liquidez para cancelar lo exigido por los centroamericanos.
Bolivia, entre tanto, ha sido solo un mercado de ocasión en momentos puntuales para adquirir carne de pollo, huevos y remesas insignificantes de granos, pues su capacidad exportadora es poca; mientras que El Salvador y las islas del Caribe no aportan ningún producto al país.
En cuanto a Rusia, el caso del trigo evidencia cuán dispuesto está Putin en ayudar a sus “panas” latinoamericanos, mientras que Irán solo ha enviado tecnologías obsoletas (centrales azucareros, procesadoras de maíz y fábricas de autos que nunca arrancaron) y alguno que otro producto puntual. De Siria, llegó algo de aceite de oliva y aceitunas en tiempos de vacas gordas ya olvidadas.
Muy por el contrario, los países que mayor objeción han tenido para con la actitud de Caracas son sus grandes proveedores habituales: Estados Unidos, que además de aportar casi 70% de la factura petrolera actual envía productos terminados como gasolina, trigo y materias primas diversas.
Con Colombia, otrora principal socio comercial de Venezuela, ha caído a categoría de tercera, al punto que este año el comercio binacional ha decrecido 53% este año, según la Cámara Venezolana-Colombiana de Integración (Cavecol).
Brasil, por años la despensa del gobierno, ha reducido drásticamente sus envíos a Venezuela: 57% en lo que va de año; mientras que Argentina y Uruguay, antiguos suplidores de lácteos, carnes y cereales ya no despachan prácticamente nada a puertos criollos.
Pero quizás el caso más emblemático -y problemático- para la administración de Maduro lo constituyen las serias divergencias con México, país exportador de los productos incluidos en las cajas del Clap, punta de lanza del precario sistema de subsidio alimenticio del gobierno; ello sin olvidar que Panamá, país desde donde se triangulan estos productos, ha expresado su deseo de aplicar sanciones similares a las de EEUU contra personeros del gobierno.
En palabras de Luis Vicente León: “Se avecinan tiempos con una escasez nunca antes vista en el país”.
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