Melomanía

Rafa Pino, salvado y de colores por la música

El cantautor venezolano Rafa Pino, radicado en Bogotá, estuvo unos días en el país y conversó con Ángel Ricardo Gómez sobre su faceta de productor, sus nuevos proyectos y algunas ideas alrededor del arte

rafa pino
Publicidad

Rafa Pino está feliz. En la sala de una casa, acompañado por tres músicos y ante unas veinte personas parece sentirse en familia. Canta, cuenta anécdotas, cambia el orden de los temas, bromea con los músicos, con el público… Allí interpreta Claro de luna, el mismo tema que hizo en el Teresa Carreño abriendo el concierto de Esteriore Brothers, además de El aguacate, El frutero y San Juan no celebró su día, entre otros.

En esa misma sala, sede del programa «Mi juguete es canción», brindaría otro concierto íntimo, un taller de composición de canciones, un conversatorio y varios encuentros informales con amigos y músicos. También tuvo presentaciones en restaurantes y locales nocturnos. Desde 2018 el artista está radicado en Bogotá, Colombia, y este paso por Venezuela ha sido sanador, según sus palabras.

La joven promesa

Nuestra última entrevista formal fue en 2015 a propósito del libro Nuevo país musical (Banesco). Casi diez años después volvemos a hablar frente a un grabador y hay ante mí un Rafa Pino que mantiene y profundiza su madurez y capacidad crítica, y al que le han ocurrido cosas interesantes en su vida personal y profesional, incluyendo la migración y la muerte de su padre (su madre partió antes, en 2003), así como el éxito rotundo del disco «El tuyero ilustrado» (2016) junto al cuatrista Edward Ramírez, que obtuvo una nominación al Latin Grammy y del cual sigue recogiendo frutos.

Con un disco propio, «Catálogo de materias pendientes vol. 1» (2020), y un trabajo en el área de producción musical que comienza a tomar cada vez más fuerza, Rafa Pino (Caracas, 1986) conversa sobre su pasión por la composición de canciones, el canto, la producción y la pedagogía.

En 2015 decía, “Veremos si dentro de cincuenta años nos consideran una promesa. Eso dependerá del trabajo y del legado que uno vaya dejando”. Ambos conceptos, trabajo y legado, le importan mucho, desde la teoría y la práctica.

“Catálogo de materias pendientes… es un disco raro, intenso… pero desde hace un buen tiempo pienso en el legado, en Vytas Brenner, por ejemplo, que cuando lo descubrí me voló la cabeza. O en Un, dos, tres y fuera, que conocí por Víctor Morles… Nosotros seremos comida para gusanos y la música estará allí todavía y espero que en ese momento la gente esté aún escuchando esa música”, afirma quien ya tiene listo el volumen dos de ese álbum.

Haciendo tiempo para conseguir los recursos que necesita para esa producción, Rafa Pino grabará un EP con el guitarrista y productor colombiano Beto Ojeda. “Son seis temas que compuse en dos semanas. Se llamará «Mientras tanto». Beto es el productor de Marta Gómez (Rafa compartió tarima con la cantautora colombiana en 2022), él graba las guitarras de los artistas que he estado produciendo y hemos hecho muy buena química”.

Rafa Pino llegó a la producción por su interés en lo que pasa del otro lado del vidrio del estudio: “Siempre he estado muy enfocado en lo que pasa detrás de la tarima porque es lo que hace que los proyectos avancen”.

Tras sus primeros pininos aprendiendo de producción con el argentino Mariano Bilinkis (McKlopedia), luego con Ricardo Martínez en Remoto Estudio, una pasantía en edición con Jan Sánchez en «El tuyero ilustrado», y con su propio disco, «Catálogo…», Rafa Pino produce actualmente a artistas como Espinoza, venezolano radicado en Zurich cuyo EP está disponible en las plataformas digitales. Igualmente, produce a la artista colombiana Dracuila (Daniela Cabrejo), y a las venezolanas Maya Von y Gera. Adelanta que de este reciente viaje a Caracas se lleva otras propuestas de producción incluyendo una donde compondrá todos los temas del disco.

rafa pino
Rafa Pino, de liqui-liqui. Foto: Cortesía Jimmy Solórzano Castro

-¿Qué buscas en un proyecto de producción?

-Lo que puedo aportar yo desde afuera para el proyecto de otro artista. Hay productores que ni siquiera se interesan por saber qué está esperando el artista del disco. No preguntan por lo que quiere el artista, sus referencias; lo hacen como un mandado y llaman al artista para cantar y ya.

-Has dicho que no te interesa la inteligencia artificial como herramienta en la producción ¿Por qué?

-Mi generación todavía trabaja consciente de que el arte debería hacerlo un ser humano y no una inteligencia. Hasta ahora no me ha tocado, ni creo que la use. No me interesa. Imagínate que hubiese algo que procesara por ti los sentimientos de pérdida, el amor por tus hijos, que lo interpretara a partir de una base de datos y lo que llaman un muestreo… Es como si alguien comiera por ti.

-¿Llegas al punto de decir que la IA dominará al mundo?

-Cada creador es único. Esto no, la IA va tomando de aquí y de allá para tener una “conciencia” –entre comillas– para generar algo. Si la usas para detectar un carcinoma, esa es otra cosa. No creo que ningún médico se sienta bravo u ofendido porque una IA lo ayudó a mejorar su trabajo, pero en el caso del arte, éticamente hablando y de dónde viene el arte, es una expresión completamente humana. ¿Dominará al mundo? No creo, porque hay gente que lleva esos cables, habrá tres o cinco que van a tener el control de eso. Dicen que el mundo lo manejan unas cien personas.

-Escribes en algunos de tus posts que la música es conjuro, voluntad, viaje, inquietud, creación, singularidad, sorpresa… ¿Cómo hacer entender al resto del mundo que la música y el arte en general, son importantes?

-Lo he conversado con amigos músicos. Estamos perdiendo esa capacidad de pensamiento crítico y la capacidad de sorpresa. Ya uno no se toma el tiempo de disfrutar la vida con paciencia. Muchas veces vas tan rápido que no tienes conciencia de lo que estás haciendo, vas en automático. El arte nos ayuda a comprender lo que nos rodea, nos ayuda a tener otro tipo de perspectivas, nos ayuda a entender otros puntos de vista, a sumergirnos en espacios por dos, tres horas, como las obras de teatro. El arte nos ayuda a descubrirnos como individuos singulares, conectar con lo que somos como seres humanos y como comunidad.

-Has escrito en un post, “amamos sin condición, odiamos sin argumentos” ¿El arte quizás nos ayuda a encontrarnos con el amor?

-Sí, y a curar. Si no fuese por la música, yo estaría gris por ahí, trabajando en una oficina.

-¿Qué te ha enseñado la inmigración?

-Que la casa de uno es la casa de uno, independientemente de donde uno vaya. Pero además, uno aprende mucho del lugar donde está… El calor humano, el calor de casa es importante y lo sentí en estos días. -Por Ángel Ricardo Gómez

Publicidad
Publicidad