Venezuela

Maduro pone el manejo de la crisis en manos de los radicales

Saca a un empresario que planteaba algunos ajustes e incluye a un general acusado de narcotráfico y a un dirigente que amenazó con expulsar a todos los “escuálidos” de la administración pública. Ese es el balance de la última “renovación” del tren ministerial.

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FOTO: Fernando Llano | AP

Si existe algún sector “moderado” en el seno del Gobierno chavista, la noche de este martes 2 de agosto sufrió un duro golpe. Ese día, en su programa semanal de televisión, el presidente Nicolás Maduro anunció la remoción del ministro de Industrias y Comercio y vicepresidente del Área Económica, Miguel Pérez Abad.

Pérez Abad era identificado como representante de una corriente que apostaba por flexibilizar los controles de la economía, ampliar la presencia del capital privado en el aparato productivo del país y revisar el férreo sistema de asignación de divisas. De hecho, su ascenso dentro del gabinete ejecutivo, desplazando al sociólogo Luis Salas en febrero pasado, se interpretó como una señal de cambio por parte de Miraflores.

La salida del empresario y sempiterno jefe de Fedeindustria estuvo precedida por una serie de declaraciones de altos jerarcas del chavismo que condenaban cualquier intención reformista. A través de su cuenta en Twitter, el diputado Elías Jaua fustigó al presidente de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), Eulogio Del Pino, quien reconoció errores en la política de estatizaciones y apuntó que “debemos ir a nuevo modelo con mayoría del sector privado”.

“¿Será que olvida que hay un Plan de la Patria aprobado por el voto popular y hecho ley de la República? ¡Viva Chávez!”, disparó Jaua en la red social contra Del Pino. Posteriormente, el parlamentario compartió unos tuits enviados por Rafael Ramírez, embajador ante Naciones Unidas y expresidente de Pdvsa, reivindicando la estrategia petrolera del difundo comandante Hugo Chávez. “La política petrolera de Chávez es correcta. La nacionalización le devolvió el petróleo al pueblo. ¡Es su legado!”, expresó Ramírez, quien ocupó durante una década los cargos que hoy maneja Del Pino.

Lejos de censurar al titular de Petróleo y Minería, Pérez Abad intentó defenderlo y en una entrevista con el portal El Estímulo admitió la posibilidad de ejecutar un “plan de devolución de empresas no estratégicas” al sector privado. “Hay algunas empresas que están totalmente paradas, que fueron abandonadas y no pudieron ser recuperadas y, bueno, esos activos de la República que tienen un propietario, en este caso un propietario privado, estamos mirando para ver quiénes quieren recuperar sus empresas”, reconoció quien para la fecha se desempeñaba como Vicepresidente del Área Económica.

El primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), Diosdado Cabello, intervino en esta discusión para llamarle la atención a aquellos que cuestionaban las expropiaciones ordenadas por Chávez. “Yo quiero informar desde el Zulia, para los que les encanta hablar: las líneas estratégicas del Plan de la Patria siguen intactas, nosotros no vamos a devolver aquí ni una sola de las empresas que la revolución ha tomado”, subrayó Cabello en un mitin ofrecido en Maracaibo.

Maduro zanjó la disputa, cerrándole la puerta a los presuntos “moderados”. “Que nadie se confunda ni confunda a nadie, el camino no es el capitalismo ni las privatizaciones, ni entregarle el país a la derecha ni a la oligarquía, el camino es más socialismo, más revolución, más poder popular, ese es el camino nuestro”, sentenció el Jefe de Estado.

Antes de que se oficializara su despido y reemplazo por el ingeniero de formación comunista Carlos Faría, ya la estrella de Pérez Abad había comenzando a eclipsarse frente al brillo de la figura del ministro de la Defensa, general en jefe Vladimir Padrino López, responsable de la nueva Gran Misión Abastecimiento Soberano.

Mala conducta

Miraflores desafía a la Casa Blanca. Otra vez. Sin embargo, quizás, en esta ocasión el reto es mayor. Maduro resolvió nombrar ministro de Interior al excomandante de la Guardia Nacional, mayor general Néstor Luis Reverol Torres, solo horas después de que se confirmara que pesa en su contra una acusación de narcotráfico en una corte federal de Nueva York.

“El récord mundial de capturas de capos del narcotráfico y de golpes al narcotráfico en América Latina lo tiene este general que está aquí, Reverol Torres, y es lo que le quieren hacer pagar los narcotraficantes que dirigen la política de Estados Unidos”, afirmó el mandatario venezolano.

El oficial de la Guardia Nacional retoma el despacho que ya administró entre octubre de 2012 y abril de 2013 en lugar del mayor general del Ejército, Gustavo González López, quien es uno de los siete funcionarios venezolanos sancionados por el presidente Barack Obama en un decreto emitido en marzo de 2015. González López conservará la dirección del Servicio Bolivariano de Inteligencia (Sebin).

Reverol Torres se asume como un militante del chavismo, pese a que la Constitución venezolana prohíbe a los militares activos identificarse con una parcialidad política. Estando al frente de la Comandancia de la Guardia Nacional, insultó al presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, al que tachó de “desequilibrado, obstinado y prevaricador”, y aseveró que ese componente de la Fuerza Armada “es y seguirá siendo chavista y mantendrá el legado de Hugo Chávez como doctrina filosófica y militar”.

Además de contar con la confianza de Maduro, el flamante titular de Interior mantiene una relación estrecha con el gobernador del estado Aragua, Tareck El Aissami, quien también estaría siendo investigado en Estados Unidos por presuntos nexos con el narcotráfico, según reveló The Wall Street Journal en mayo de 2015.

El último movimiento en el gabinete ejecutivo tampoco es novedoso. Ricardo Molina deja la Asamblea Nacional, donde se juramentó como diputado por el estado Aragua el 5 de enero, y retorna al tren ministerial, en esta oportunidad para sustituir a Luis Sauce Navarro y encargarse del despacho de Transporte y Obras Públicas.

Un video que se filtró en abril de 2013, muestra a Molina, para ese entonces ministro de Vivienda, amenazando con echar a los funcionarios que no apoyaran al chavismo. “Me importa en lo absoluto lo que dicen las normas laborales, en esta situación no me importa (…) Yo no acepto que aquí venga nadie a hablar mal de la revolución, no lo acepto, no acepto a militantes de partidos fascistas”, advirtió en una reunión privada.

En mayo pasado, el flamante titular de Transporte y Obras Públicas volvió a sus andadas al manifestar en un acto público: “No nos calamos más escuálidos en el Gobierno revolucionario de Nicolás Maduro Moros”.

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