Cultura

Vamos a hacerle el amor a la calle

Así ha llamado la artista venezolana de 42 años, Susan Applewhite, al movimiento de emociones que a través de sus obras lleva a las calles de Caracas

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Texto: Mariana Silva @agapenoche | FOTOS: Angel Duque

Al leer este título de inmediato le damos una connotación sexual y sí, claro que la tiene, pero si revisamos y vemos un poco más allá, encontramos que “hacer el amor” en su definición más pura es: entregarse en cuerpo, alma y corazón a otro sujeto, en este caso esa entrega es más sublime aun, pues es al ciudadano, a un desconocido, a las calles de nuestra amada y maltratada Caracas.
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Si bien Applewhite es una artista conceptual, pues sus obras nos muestran conceptos, tal como los llamaría Platón, la ejecución de las mismas es certera y estéticamente agradable, no requiere de un afinado ojo en las artes para ser entendida y aceptada.
Su contenido es universal, explora lugares como el amor, la protesta, la lucha, el dolor y la esperanza.
Estamos en un momento donde la historia del arte nos sitúa en el arte moderno y en este caso contemporáneo; este último ha sido duramente cuestionado y criticado no solo por los críticos, si no por los espectadores, pues conlleva a una visión personal y hasta egoísta del artista, solo él lo puede entender y darle significado, dejando a las masas por fuera.
fábrica de amor
Susan Applewhite, lleva ese incomprensible arte a los estados más simples para que el ciudadano común, no solo lo entienda sino se identifique y agradezca que en esta ruda cuidad existe un igual a él; hay otro humano que se preocupa por su bienestar desde el anonimato, así sea solo por un instante.
Su taller está trabajando las 24 horas, y desde hace ya muchos años, ha participado en algunos salones para jóvenes y movimientos semi ocultos, pero no es sino hasta unos cinco años, donde se entrega a las calles con sus obras y decide regalarnos el proyecto Street art; se hace más latente con el acelerado derrumbe político y social de estos últimos cuatro años.
hemorragia emocional
Applewhite comienza una inagotable cruzada diaria de protesta tocando todos los ámbitos que afectan al venezolano: crisis alimentaria, salud, vivienda, inseguridad exponiendo sus obras al público y no en una galería, en las calles de Caracas.
La ebullición de su trabajo se da durante las recientes protestas del 2017, donde un pueblo ávido de cambios sale a la calle; la artista critica duramente al gobierno, a los cuerpos de represión y a todo aquel que hiciera caso omiso a lo que estaba sucediendo, lo que hizo que los venezolanos de bien nos sintiéramos con una voz que representaba un sentimiento colectivo, un respaldo sanador a través de las artes.
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En respuesta a esta emoción, decide hacer una línea de franelas llamada Agapewear, con la premisa de arte para usar, arte para llevar, arte para no llorar, donde plasma las obras más emblemáticas como: hemorragia emocional en honor a los caídos, puputov, Venezuela en dos bloques y neojinetera.
Ella no es solo una gran artista, sino una gran terapeuta, pues no sólo denuncia los sufrimientos e injusticias, también hace un cierre a ese cuestionamiento con más obras tituladas de manera simple: amor.
El mes de enero de 2019, se ha decantado por los corazones, los hay de todo tipo y por todas las calles, eso sí, corazones de forma anatómicas, pues cree que el amor debe ser “real”, no esa morfología comercial, falsa y desgastada que nos han enseñado, el amor desde las entrañas y sin nada que pedir a cambio.
«Me reconforta como persona, como ciudadana y sobre todo como venezolana, que por allí anda un genio, un alma que me entiende aun sin conocerme y que entre calles de manera casi clandestina, me deja mensajes de amor y esperanza, como su última obra realizada el día 23 de enero, ubicada en el puente las mercedes, llamada libertad; son solo dos alas blancas dispuestas en una valla abandonada, que hacen que al pararme entre ellas, deje de ser Mariana y me convierta en un ser LIBRE, el anhelo de toda la humanidad».
libertad
«Sin duda alguna Susan Applewhite me hace recordar aquellas sabias palabras que algún día pronuncio Platón y que siglos después repite Nietzche en su lecho de muerte: El arte salva…».]]>

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