Salud

Narcolepsia: dormirse en todas partes es una enfermedad

Esta enfermedad se presenta antes de los 30 años y persiste toda la vida. Puede incluir alucinaciones y falta de tonificación muscular. Su diagnóstico la hace controlable y le evita serios problemas al paciente

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Foto: Marcus Aurelius / Pexels

Quedarse dormido en cualquier parte, recurrentemente y de forma involuntaria es una enfermedad. Se llama narcolepsia. Se diferencia de la fatiga o el cansancio porque ocurre con frecuencia.

La narcolepsia está definida como una enfermedad que causa episodios repentinos de sueño, que incluso pueden llegar con alucinaciones y pérdida de tonificación muscular.

El neurólogo Oscar González explica que se caracteriza por «somnolencia excesiva y ataques repentinos de sueño, presentando dificultad para mantenerse despierto durante períodos largos, sin importar las circunstancias. Se acompaña también de frecuentes pérdidas del tono muscular o lo que denominamos cataplejía”.

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Sus síntomas principales son somnolencia diurna excesiva, parálisis del sueño; sueño nocturno, perturbado por excesivos despertares; alucinaciones hipnagógicas, que se refieren a la visión de imágenes vívidas, acompañadas por sonidos y la sensación de ser tocado en los momentos de transición vigilia-sueño (hipnagógica), o en la transición al despertar (hipnopómpica) y la cataplejia o pérdida brusca del tono muscular y caída al suelo, frecuentemente desencadenada por risa, con preservación de la conciencia.

Persiste toda la vida

La narcolepsia suele reportarse entre los 10 y 30 años de edad, tanto en hombres como mujeres. Aunque se desconoce si la causa es un factor genético, “los antecedentes familiares aumentan de 20 a 40 veces la posibilidad de padecerla”, expone González.

“La narcolepsia es persistente el resto de la vida. Hay que diferenciarla de otras patologías y de trastornos del sueño», alega el neurólogo del Grupo Médico Santa Paula. Advierte que la falta de diagnóstico puede ocasionar problemas al paciente en lo profesional y lo personal. Puede ser percibido como perezoso o letárgico, y causar que su desempeño escolar o laboral decaiga.

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En Europa, Japón y Estados Unidos, la incidencia es de 0,2 a 1,6/1.000. Los síntomas se pueden controlar con medicamentos, cambios en el estilo de vida y apoyo de la familia y del entorno.

Este trastorno también interfiere en las relaciones íntimas, pues los sentimientos intensos, como la ira o la felicidad, pueden desencadenar signos de narcolepsia como la cataplejía, por lo que los afectados evitan las interacciones emocionales. También puede ocasionar un daño físico si se duerme mientras se conduce o cocina.

Diagnóstico necesario

El diagnóstico se apoya en un buen interrogatorio médico, acompañado de estudios como la polisomnografia que registra las ondas cerebrales, los niveles de oxígeno en la sangre, la frecuencia cardíaca y respiratoria, así como los movimientos de los ojos y las piernas durante el estudio. Además se recurre a la prueba de latencia múltiple de sueño, que se usa para la evaluación de la somnolencia diurna excesiva –hipersomnia – y la narcolepsia.

Advierte González que es frecuente que pasen 10 años desde su comienzo hasta el diagnóstico. Insiste en que, ante la somnolencia excesiva diurna de un paciente, es necesario consultar al especialista.

Otros trastornos que pueden producir una somnolencia diurna excesiva crónica ameritan la realización de diagnósticos diferenciales, mediante estudios de imágenes cerebrales, pruebas en sangre e incluso de orina pueden confirmar el diagnóstico.

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