En el camposanto están los guardianes, esos lazarillos que guían y cuidan el alma. Son la compañía que cuando se va quien te llora, allí te deja, allí te quedas a merced de los gusanos que sin compasión ni distinción se hacen cargo de tu carne y así como ella va desapareciendo con el tiempo, van desvaneciéndose las visitas y las flores.
La única compañía visible, es esa figura que pareciera no tener alma y que se convierte en la cuidadora de la tuya. Estas esculturas épicas que miran sin mirar, esas piedras hechas ángel, santo, virgen, cristo ¡Ellos son guardianes de tu alma, de todas la almas!
Allí está el viejo cementerio, ese que donde sea que se encuentre, es custodiado por almas de piedra que no perturban, que generan respeto. Y que aunque siempre llega algún temerario a profanar el último hogar de las osamentas de lo que una vez fuimos, esas almas petrificadas observan quién te daña, quien termina de hacerte pedazos.
Ojalá en otras dimensiones esos guardianes puedan estar haciendo justicia a todo lo que ven aquí. Por ahora ellas siguen ahí inertes, solas, erguidas, simulando ser espectros que todo lo ven y a la vez están llenas de romance, nostalgia y tristeza. Ellas tan abandonadas como los muertos del cementerio, ellas tan carentes de cuidado como las mismas tumbas, allí quedan todos en el limbo del tiempo para ver cómo algún día se juegan a los muertos.
Durante su programa en Venezolana de Televisión, Maduro dijo que sea quien sea el que gane en las elecciones estadounidenses, "tendrá en Venezuela un gobierno revolucionario (...) con el cual tendrá que hablar, dialogar, entenderse"