Isabella perdió en Londres pero nadie le quita Petare (VI)
El inglés jugó en contra de Miss Petare. Jamaica se alzó con la corona de Miss Mundo dentro del grupo de países clasificados, casi todas excolonias británicas –el país anfitrión–, que conservan el lenguaje anglosajón como idioma. El proyecto de la venezolana Isabella Rodríguez para su comunidad, “Yo sueño, yo puedo”, estuvo entre los 10 finalistas de Belleza con propósito, el único de Latinoamérica
Como si se tratara de un déjà vu, con fecha y en circunstancias similares al día en el que Isabella Rodríguez ganó la corona del Miss Venezuela, los vecinos de José Félix Ribas se preparan nuevamente para una fiesta. Es sábado 14 de diciembre y se realiza el concurso Miss Mundo, donde compite la venezolana, la petareña.
Es quincena, todavía falta una semana para Navidad, no hay fiestas patronales tampoco y al menos por este año se acabaron las celebraciones patrias. Una tarima, pancartas, cohetes y unas cadenetas azules que van de casa en casa, entre los enredados cables y postes eléctricos, anuncian una parranda que, pase lo que pase, se prolongará hasta el amanecer. Así es Petare, parroquia donde nadie duerme.
El reloj apunta un cuarto para las 10. Frente a la panadería de la zona 7, una multitud de niñas se arrincona frente a la tarima que ya tiene detrás una enorme bandera tricolor y una pancarta que dice “Isabella Rodríguez, rompiendo fronteras”.
Las niñas van disfrazadas, aunque todavía falten dos meses para Carnaval. Llevan coronas de cartón y bandas de misses con escarcha y lentejuelas. Se pusieron su mejor pinta, gracias a Isabella Rodríguez, como es conocida Maryuris Isabel, todas son reinas, monarcas del barrio más grande de Latinoamérica.
Kike, el padre de la beldad venezolana que compite en Inglaterra, corre de un lado para otro, busca con desesperación una memoria de 16GB que le pidieron. También verifica que todos los equipos estén en orden para la transmisión. Mary, la madre, sube y baja las escaleras, no se ha tomado la pastilla de la tensión y tiene el estrés a millón, así comenta su hija Merly. Julio, el hermano mayor, y su novia Yoneibis también apoyan. Primas y tías comprometidas con la organización del evento solucionan.
Todo debe quedar perfecto, aunque ya sólo queden cinco minutos para que empiece el Miss Mundo por Venevisión y el sol impida la proyección del video beam en la pantalla blanca ubicada detrás de la tarima.
Una camioneta negra se estaciona y es la única que dejan entrar en la calle trancada con una soga de extremo a extremo. Por ella bajan sujetos también de negro, con una V rodeada por una corona de laurel dorada. Es el personal de Venevisión y de la Organización Miss Venezuela.
El equipo está encabezado por su gerente general, Nina Sicilia, quien además fue Miss Venezuela y Miss International en 1985. Llega abrazando y besando a la familia y a los vecinos del barrio, como cualquier candidato político en época de campaña electoral. Pero no viste de rojo ni grita consignas. Los fotógrafos que esperaban en la licorería del frente, saltan de inmediato y comienzan a capturar el encuentro. El concurso está por empezar.
***
Nina Sicilia y su comité suben las escaleras. Aunque lleva tacones, se mueve con facilidad entre los escalones de concreto y los estrechos caminos que llevan a las casas sin frisar. Una multitud entra y se instala en la sala de la señora Magaly, la tía de la miss y empieza el cuchicheo.
Las expectativas sobre las probabilidades de ganar, las criticas a los vestidos y actitudes de las otras candidatas en el Miss Mundo, que hace el equipo del Miss Venezuela, les extraña a los dueños de la casa porque no conocen mucho del tema y los llena de esperanza. “No, niña, tú no vas pa’ el baile, mira eso”, dice Johan Changó, fotógrafo oficial de la Organización.
“Tomen fotos pero que no salga el techo, por favor”, pidió Magaly, la dueña de la casa. El techo de zinc verde, con agujeros, demostraba que las goteras hacen fiesta cuando llueve. Una morada humilde, con muebles de madera y paredes verdes, aloja a la farándula venezolana.
Cuando nombran a Isabella dentro del Top 40, Mary y Nina Sicilia se toman de las manos. Observan con nervios a la pequeña pantalla. Venezuela sale vistiendo como una madama de El Callao y bailando “Isidora”, la canción sobre la fundadora de esa festividad. En la casa el alboroto se acrecienta, algunos vecinos entran al hogar y empiezan los vítores. La niña que soñaba con ser miss, está en Londres, por fin. Apenas parece que fue ayer cuando ganó el Miss Venezuela.
Los presentes aprovechan los comerciales para unirse en un círculo. Se agarran las manos y hacen una oración por Isabella Rodríguez, dejan todo a la voluntad del Señor, pero el regreso del programa interrumpe la plegaria y los hace posar los ojos sobre el televisor otra vez.
Mientras presentan a las otras candidatas, la gente baja y sube las escaleras. Abajo, el barrio festeja, pero con incertidumbre. El video beam todavía no funciona. La calle está llena y la licorería repleta. Los borrachos de la noche anterior continúan la parranda. Mary reparte cohetones a sus conocidos y de una vez retumban en el cielo.
Un televisor sobre cuatro gaveras de cervezas sirve como medio transmisor del certamen, justo a tiempo para el traje de gala, mientras que algunos todavía achinan sus ojos para ver la imagen difusa que proyecta el video beam. “Vietnam and Venezuela”, dice el presentador británico y la gente aplaude. No saben inglés, pero comprenden la pronunciación. Isabella modela con su vestido rosado, como lo hacía cuando era pequeña de la sala a la cocina, con Mary y Kike aplaudiéndole.
***
Cuando llegó el momento de conocer a las 12 semifinalistas, hubo un silencio sepulcral. Nina abrazó la bandera y le tomó la mano a Mary. Ambas estaban en la tarima, frente a la multitud. “The first semifinalist is… Kenia”. Y así le siguieron en hilera: Nigeria, Brasil, México, India, Nepal, Filipinas, Vietnam, Jamaica, Francia, Rusia y las Islas Cook. Venezuela no entró en el Top 12.
Aunque había retraso con la señal, y pese a estar narrado en inglés, la gente comprendió que no haber escuchado el nombre de su país era un mal augurio. Las caras empezaron a demostrar los ánimos, sobre todo de las más pequeñas, miembros del programa social de Isabella, “Yo sueño, yo puedo”. Nina Sicilia abrazó a Mary y en sus labios se pudo leer la frase “No importa, no importa”. Otros lucían desconcertados.
La gerente general del Miss Venezuela tomó el micrófono y fue la primera en hablar. “Isabella no clasificó entre las 12 semifinalistas, pero su programa social sí clasificó en el Top 10, entre más de 100 programas”. A esto le siguieron otras palabras que buscaban reavivar el ánimo y aquello funcionó. La gente empezó a aplaudir. Luego habló Mary, quien dijo a viva voz que Isabella seguía siendo la reina del barrio y la reina de toda Venezuela. Agradecieron la asistencia de los vecinos y bajaron del escenario.
Aplausos, gritos y fosforitos resonaban por la miss que, si bien perdió la corona mundial, hizo que Petare volviera a ganar su esperanza por salir adelante en medio del oscuro panorama que vive a diario. Las niñas siguieron modelando en el estrado y tomándose fotografías con Nina abajo.
Botellas van y vienen. La música se prendió y lo que normalmente empieza en la noche, el sábado 14 empezó a la 1 de la tarde. La calle quedó trancada hasta la noche y danzas y bailes tomaron la tarima. Venevisión se fue, los periodistas y fotógrafos siguieron también su camino. La rutina volvió a ser la misma. Era momento de regresar a la normalidad, a la realidad ordinaria. Petare había vivido todo un año con los ojos del mundo encima.
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