—Desde muy pequeña, y no sé cómo la gente tomará esto cuando lo digo, y tampoco sé cómo se escuche porque tampoco soy la madre Teresa de Calcuta, pero yo siempre estuve segura de que Dios me iba a poner en una oportunidad como esta. No sé si era en el medio artístico o no sé dónde iba a estar, pero yo siempre dije que en alguna oportunidad estaría en el tope para ayudar a los míos. O sea, yo sentía que podría llegar a ganar el Miss Venezuela a pesar de que era de un barrio, a pesar de que decían que uno no tenía las mismas posibilidades, porque estoy en absoluto en desacuerdo con eso. Porque cuando uno se prepara, uno tiene las mismas posibilidades, las mismas capacidades que una persona que viene de otro sitio.
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Permiso que llegó la reina. Muebles a un lado, la familia se sienta y Maryuris Isabel de nueve años cruza la sala directo a la cocina, modelando. Luces, cámaras y admiradores a su alrededor. La familia, el público presente, aplaude la soltura de la niña y no duda que, algún día, con mucho esfuerzo y si Dios lo permite, pueda convertirse en Miss Venezuela. “Si supieras que, desde pequeña, mis juegos eran estar en una reunión de familia y decir que era la modelo. Me ponía a desfilar y ese era mi momento de fama, jugar frente al espejo, que era animadora y estaba en Hollywood entrevistando”. Cuando el juego se acababa, la familia volvía a lo suyo, pero la pequeña Maryuris esperaba que su ilusión pudiera hacerse realidad.
No era sólo ella la que pensaba eso. Desde que Mary, su mamá, vio por televisión a Judith Castillo asumir el título de belleza nacional, tras la renuncia de Elluz Peraza, quiso que uno de sus hijos se decantara por aquella carrera. “Mi mamá quería que fuera la reina de José Félix, entonces me inscribió en el primer concurso que fue Miss Municipio Sucre, que realizaba la Alcaldía de Sucre y pues allí comenzaron mis primeros pasos. Recuerdo que mi papá, después de ese primer concurso, quería que yo fuera modelo y querían apoyarme. Él me inscribió en una agencia y yo le decía ‘Papá, no gastes dinero en eso que si Dios tiene algo preparado para mí, mira, en cualquier momento llegará la oportunidad’ y así fue”.
«Creo que la belleza y los estereotipos están cambiando. Y no estoy diciendo que soy una mujer fea»
—¿Cómo fue la influencia de tu mamá en tu carrera? Tengo entendido que ella quería ser Miss Venezuela.
—Mira, mi mamá es una mujer muy guapa, y sí, tú ves la foto de años anteriores, las de mis abuela y bisabuela, todas esas mujeres parecían como mujeres mexicanas, unos rostros que tú decías qué maravilla, eran mujeres con rostros muy perfectos. Mi mami siempre dice que vio ese sueño reflejado en mí, y gracias a Dios no es una de esas madres que lo inculcan porque sí, más bien hizo que yo me enamorara del medio artístico, que yo me enamorara de esto, de las coronaciones. Sin ella nada de esto hubiese sido posible. Mi mamá ha sido pieza fundamental en mi crecimiento. Cada vez que me preguntan de mi mamá recuerdo que, en una oportunidad, estaba en el gimnasio y de regreso a casa –porque sin ella yo no salía a ningún lado– estábamos en una camionetica, y era tan fuerte el entrenamiento que me desmayé, aparte estaba lloviendo. Entonces, cuando me nombran a mi mamá siempre me viene ese momento todas las cosas que pasé con ella.
Demostración de todo lo contrario
La casa de los Rodríguez no era suficiente. A los 17 años comenzó a incursionar en los concursos de belleza locales, organizados por el municipio y la comunidad, y otros concebidos por canales de televisión y la marca Sambil. Mary y Kike vieron en su hija una soltura especial para las cámaras, proceso que además le permitía drenar las preocupaciones de la válvula mitral. “Mis papás siempre han sido mi apoyo fundamental, no solamente en el medio artístico, sino también en mi vida, en mi crecimiento personal”.
Más concursos venían en camino, entre ellos uno para el que contempló la idea de crear un nombre primoroso, con más punch: “Eso fue en un concurso que se llamaba Gran Modelo Venezuela, mi segundo nombre es Isabel, y como uno tiene que tener un nombre artístico le agregamos “la” e hicimos: Isabella. A mí me gusta y en un futuro quiero que mi niña se llame así”. Siempre visionaria.
Isabella Rodríguez trata de llevar una vida normal en medio de las casas de bloques sin frisar de Petare. Por esas calles baja y sube a diario
Sus hermanos eran sus referencias. Al ser la tercera hija, tuvo como guías a dos compañeros de sangre que se abrieron paso primero que ella. Para Maryuris, Merlyn y Julio marcaban la diferencia en la zona donde aún viven, y fueron los modelos a seguir durante su niñez y adolescencia: “Mi hermana es una mujer que siempre se ha caracterizado porque le gusta estudiar muchísimo y mi hermano es un chamo súper trabajador, digo ‘chamo’ porque tiene casi mi misma edad”. El apoyo incondicional que recibió de su familia y vecinos la impulsó para que, en una comunidad que apenas sobrevive frente a las penurias de la crisis y donde las ilusiones y los sueños parecieran creerse perdidos, ella pudiera ser la demostración de todo lo contrario.
—El Miss Venezuela es un concurso aparentemente costoso y tú vienes de una zona popular, ¿tuviste que hacer sacrificios o tuviste algunas limitaciones con los gastos?
— Bueno, en realidad, mi hermana estaba en Perú y nos colaboraba, yo hacía campañas antes, en pleno proceso, campañas de modelaje y también ganaba alguito. Era una forma de ayudarme, mis padres también han sido pieza fundamental. Pero como todo, a veces, tú no tienes. Yo también he pasado por eso. Gracias a Dios todo fluyó muchísimo, la ayuda de la organización, la ayuda de mi hermana, y se tornó un poco más fácil.
De verdad, creo que soy una persona demasiado bendecida porque, como te digo, en mis inicios como modelo incluso le llegué a comentarle a mi papá que no pagara nada. Hasta en el Miss Venezuela me pasó. Toda la organización que tiene el nuevo comité es diferente: nos dieron la posibilidad y las mismas oportunidades a todas, teníamos desde los mismos zapatos, hasta el mismo vestido, el mismo zarcillo. Todas tuvimos la oportunidad con diseñadores, talento venezolano que se formó y se vio en pantalla, que tenían muchísimas ganas de superarse, de mostrar su talento, y esta fue una plataforma ideal para ello. Nosotras, en realidad, no gastamos en lo absoluto, de todo se hizo cargo la Organización Miss Venezuela. Sacrificios como todo, pero no gasté ni para vestidos ni maquillaje, para nada.
«Yo siempre dije: ‘Si en algún momento yo tengo la oportunidad de retocarme la nariz, lo voy a hacer'»
—Pero vienes de un barrio, ¿cómo sobrevives a Petare siendo Miss Venezuela? Con las FAES, el hampa, la caja de comida, los apagones, la falta de agua…
—Bueno, yo considero que, ya dejando a un lado el tema del Miss Venezuela, soy una ciudadana más que también vive el caos, y no solamente en José Félix Ribas, yo creo que en general cada uno está viviendo a su manera todo esto. Esta mañana estaba leyendo, por cierto, algo de Petare, que decía que era una montaña de posibilidades y oportunidades. Eso quiere decir que somos personas dadas, que nos apoyamos, entonces, dejando a un lado lo malo que se pueda vivir, yo enaltezco las buenas personas que somos, los buenos vecinos que somos, la cantidad de personas buenas que de allí salimos, como tú, como yo… Porque yo creo que es momento de enfocarse en todo lo bueno, en todo lo positivo. Yo me considero una persona súper positiva, y eso es una de las cosas que me ha llevado hasta aquí. Entonces, más allá de enfocarnos en las FAES, la luz, la caja de comida, el agua, yo creo que es primordial enfocarnos en todo lo bueno que nosotros tenemos como vecinos, como personas. Y mi día a día, bueno, imagínate, dentro de lo que te comenté, mi gente, que me llena muchísimo más de orgullo para seguir creciendo y avanzando para seguir dejándola en alto.
—¿Y cómo fue el proceso de preparación de casting?
—Para mí, fue un casting súper bien. Eran tres facetas: en la primera pasabas por una sesión de fotos; luego con una cita con la psicóloga y después ya pasabas con las tres reinas, y ellas te evaluaban, te preguntaban. Al igual que todas las niñas, me postulé por la página web y me llamaron. No es fácil, amerita de muchísimo compromiso, y yo sí sentía que podía lograrlo y lo logré. Uno de los mayores retos es el tiempo. O sea, tienes que dedicarle 24/7 a esto, por eso digo que la gente seguramente cree que una miss es ponerse unos tacones, maquillaje, pasarela y ya. No, cuando una persona se quiere formar integralmente es muchísimo trabajo. Es fuerte. A veces yo me siento un poco agobiada, es literal como una universidad, recibo clases de historia, de cultura general, de protocolo y etiqueta, protocolo y diplomacia, y aparte de eso está mi proyecto social. Son un montón de actividades que agradezco porque estoy creciendo profesional y personalmente.
—Y tengo entendido que estuviste enferma antes del concurso…
—Sí, me dio bronquitis. A mí nunca me había dado bronquitis, pero el mismo esfuerzo, el aire, las lluvias, la cantidad de días que tenía que pararme desde muy temprano para venir a la Quinta, pero gracias a Dios cuadré mi reposo, me dieron una semana y pico de reposo acá en la Organización, y la recuperación fue chévere.
«No puedo decir que mi vida cambió porque sigo siendo la misma persona, sigo siendo Isabella, la ciudadana de José Félix Ribas»
—Después de eso, lograste la corona, eres Miss Venezuela, ¿la vida les cambió?
—Bueno, no puedo decir que mi vida cambió porque sigo siendo la misma persona, sigo siendo Isabella, la ciudadana de José Félix Ribas. Pero, si te soy sincera, yo jamás pensé que la gente me iba a reconocer tanto en la calle, es que uno no se imagina. Uno sí se lo imagina de pequeña, pero nunca que te va a pasar en la vida real, y yo recuerdo que al principio fui al cine y un montón de gente se acercó a pedirme fotos. Fue allí cuando empecé a creerlo. Yo creo que esa es una de las cosas que ha cambiado. La gente quiere conocer de mi historia, de lo que pasé, de cómo lo logré.
En estos días, unas niñas del barrio 19 de Abril me hicieron llorar. Ellas llegaron y yo era el premio para ellas: conocer la historia de la Miss Venezuela. Eran tres niñas que ganaron su reinado de Carnaval y fueron a mi casa a conocer mi historia. Su mamá me decía que pensaban que era mentira. Hicimos una cenita en la casa, preparamos empanadas y estuvimos compartiendo. Me hicieron llorar y me dio muchísimo sentimiento. Qué bello es lo que tú puedes incentivar en alguien. Era increíble la cantidad de personas que iban a la casa, me llevaban flores, me llevaban para que les firmara los periódicos.
—Y con las cirugías, ¿qué piensas de ellas? ¿Dejas de ser otra por operarte?
—No, para nada, incluso dentro de la organización Miss Mundo una de las cosas que siempre han tenido es que, si tú deseas operarte, bueno, bienvenido sea, pero no es que lo imponen, y yo siempre dije: “Si en algún momento yo tengo la oportunidad de retocarme la nariz, lo voy a hacer”. Porque era algo que quería y para nadie es un secreto que acá en el modelaje, y en el medio artístico, a veces te tienes que hacer tus pequeños retoques para seguir subiendo de escalón porque son cosas que en pantalla se ven. Sí, yo estoy totalmente de acuerdo e incluso pedía que se me diera la oportunidad. Y me encanta porque fue algo que no me impusieron, fue algo que me quise hacer, un pequeño retoque en la nariz. Tenía la parte funcional un poco delicada porque no respiraba bien. Pero la verdad, estoy contenta con mi cambio, además eso es como un plus para estar segura. Estoy contenta porque fue una decisión personal.
«Mi segundo nombre es Isabel, y como uno tiene que tener un nombre artístico le agregamos “la” e hicimos: Isabella. A mí me gusta y en un futuro quiero que mi niña se llame así»
—¿Crees que con Osmel Sousa habrías podido ganar?
—La verdad, no lo sé. No tuve la oportunidad de trabajar con el señor Osmel Sousa, a quien le debemos agradecer tantas coronas, pero lo que sí estoy segura es que estoy contenta con esta nueva directiva que me dio la oportunidad de ser Miss Venezuela, de estar creciendo y visualizando grandes cosas, la formación que tengo acá es una preparación ardua pero agradezco de verdad a este nuevo comité por la oportunidad, por ser como son, y por estar brindándole oportunidades a las chicas que quieren ser parte del medio.
Raíces para toda la vida
Pese a ser Miss Venezuela, Isabella Rodríguez trata de llevar una vida normal en medio de las casas de bloques sin frisar de Petare. Por esas calles baja y sube a diario a cumplir sus responsabilidades como reina, y por esas mismas calles salió con unas maletas directo a Londres a representar a su país en el Miss Mundo.
«Mis papás siempre han sido mi apoyo fundamental, no solamente en el medio artístico, sino también en mi vida, en mi crecimiento personal»
“Cuando uno viene de un barrio vive más de cerca las carencias que hay, entonces sí, obviamente me siento identificada y espero que esas raíces nunca se vayan. Hace poquito estaba en la zona 5, comprando mango, y vinieron un montón de niñas de colegio, se me acercaron y me dijeron: regálame un autógrafo, regálame una foto. Y me lo disfruto mucho, es demasiado especial el cariño. Seguiré trabajando, esforzándome duro, creciendo en todos los sentidos, para que no solo José Félix Ribas se sienta orgulloso de mí, sino también mi país, Venezuela”.
Evolución, superación, orgullo, preparación, fe y optimismo son palabras con las que Isabella se identifica y valores, además, que rompen definitivamente con el estereotipo de miss que por un largo tiempo definió al certamen. “Creo que la belleza y los estereotipos están cambiando. Y no estoy diciendo que soy una mujer fea. Sin caer en el ego, sé que soy una mujer linda, pero más allá de eso, soy una mujer con calidad humana y no lo digo de la boca para afuera, lo digo porque lo siento.
«Yo sentía que podría llegar a ganar el Miss Venezuela a pesar de que era de un barrio, a pesar de que decían que uno no tenía las mismas posibilidades»
—En estas circunstancias que atraviesa el país, ¿qué significa venir de Venezuela, y específicamente de Petare, en un concurso como el Miss Mundo?
—Los ojos del mundo siempre están sobre nosotros por la situación que estamos pasando, siempre recalcando lo bonito y lo mejor. Nos caracterizamos por ser el país con las mujeres más hermosas y, así sea la V que es casi la última, ya saben que Venezuela es una competidora fuerte. Estoy feliz. Me considero una persona inteligente, preparada, soy una persona espontánea, lo que hago y lo que digo me sale. Belleza con propósito, lo he visto en mi mamá. Soy talentosa. Yo siempre he dicho que nosotros venimos con un talento que te hace especial y es bueno cuando reconocemos eso, eso que te hace diferente al resto y que puedes mostrarle al mundo. Esa es la mejor arma que voy a llevar para el Miss Mundo.