Moda

Los estampados de Prada

Es una tontería recalcarlo, también es cosa de retórica o fardo, pero sí: la moda se reedita temporada tras temporada. Para este verano, Miuccia Prada, la diseñadora de la marca homónima, tomó como numen lo que el Renacimiento hizo suyo en el siglo XVI: la naturaleza

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Cuenta el Génesis que los humanos fueron creados por el todopoderoso para andar en cueros. Por culpa de la curiosidad de Eva y de su obsesión con los ofidios de gran tamaño, terminaron delirando, temporada tras temporada, por los trapitos que aparecen en las pasarelas y revistas de modas.

¿La inocencia de la “costilla de Adán” o simplemente maquinaciones femeninas? Después de morder la manzana, en desmedro de su desnudez, la parejita bíblica tiró a lo primero que encontró: cubrieron “sus intimidades” con hojas de parra.

Poco sabrían estos neófitos que, miles y miles de años después, tal acto desencadenaría furor en la industria de la moda. El mundo vegetal sería tomado por otra todopoderosa, pero de Milán: Miuccia Prada. La diseñadora presentaría en sus pasarelas, bajo un trasfondo pseudo-apocalíptico, su colección: Resort 2014. Modelos cubiertos de hojas de hibiscos, cayenas y otras flores tropicales. Pero en esta ocasión, las plantas estarían impresas en las mejores sedas o algodones. Ornamentados con pequeñas joyas para ser llevados sin ninguna vergüenza por los pecadores de la actualidad. La historia se repite secuola seculorum.

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Flowerbombs

La idea de la flora salvaje y de un sabor polinesio en la moda ha estado en boga desde hace tiempo. Incluso mucho antes de que los hipsters de Brooklyn comenzaran a rescatar las camisas de sus abuelitos.

Parau Api de Paul Gaugin

El exotismo en las pinturas de Gaugin, al final del siglo XIX, representando tahitianas con los cocos al aire y coloridos pareos, comenzaría una tendencia que miraría hacia el Pacífico. Más de una fantasía interracial se habrá consumado viendo a estas chicas en los salones de arte de París —así como una obsesión por los implantes mamarios entre las chicas de la Belle Époque.

Jimmy Hendrix

En Haight Ashbury, San Francisco, la Flower Power explotaría en colores ácidos. Lucy en el cielo comiendo y vistiendo (a veces, tan solo) flores. Los hippies se apoderaron de la flora, la vistieron, se la fumaron y el resultado fue un estilo referencial que aún aparece. Pregúntenle a Sienna Miller.

Romeo y Julieta de Baz Lurhmann

Mucho antes de que el Lobo de Nueva York fuese un gordito repudiable y la bipolaridad de Carrie Mathinson se tornara completamente insoportable, Miami se convierte en un caótico paraíso tropical para dos bandas de narcotraficantes y los amantes más famosos del mundo. Baz Lurhmann toma prestado Shakespeare, un poco de realidad, y un guardarropa — ¿De quién más? Prada— y hace del look grunge playero. Una profecía de lo que vendría dos décadas después.

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