Sociedad

Educación: ¿Quién atiende a los niños y adolescentes dejados atrás por la migración?

La cantidad de niños y jóvenes que quedaron en el país hijos de migrantes se acerca peligrosamente al millón. En medio de una emergencia educativa compleja y en la realidad impuesta por la pandemia, Fe y Alegría hace el enorme esfuerzo de ocuparse de los más necesitados. Pero los recursos son escasos y las condiciones absolutamente adversas. Este es el panorama hoy, cuando se conmemora el Día Mundial de la Educación

Portada: Miguel Artiles
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Educar en Venezuela no es mantener el funcionamiento ordinario de una escuela en tiempos de guerra, pero sí librar batallas en todos los frentes. La crisis curricular, las fallas infraestructurales y pedagógicas, las peores condiciones de vida de maestros y estudiantes, la diáspora docente, la desnutrición infantil y, sobre todo, la educación de 966.899 niños y adolescentes dejados atrás por la migración forzada de sus padres, una cifra que aumentó en más de 30.000 niños y adolescentes con respecto al cierre del 2019, según el informe Niñez dejada atrás de Cecodap.

“Los niños dejados atrás son una realidad que nosotros no teníamos, no sabíamos qué hacer y casi que no sabemos qué hacer”, explica José Gregorio Terán S.J, subdirector nacional de Fe y Alegría. “Pero estamos haciendo uso de algo que está en nuestra práctica ordinaria: la cercanía, la personalización, el estar pendiente del último de la clase, del más pobre dentro de la escuela, de los más vulnerables y excluidos”.

«Hay que hacer que el proceso migratorio sea planificado y protegido. En la medida en que protejo al niño jurídicamente, le evito situaciones de riesgo y generarle mayor estado de indefensión»

Una práctica que no deja de lado la insistencia en la propuesta educativa La escuela necesaria de calidad. Desde el 2005 se ejecuta en la red de los centros educativos, tanto escuelas como institutos universitarios y técnicos, centros de formación y capacitación laboral, e instituto radiofónico, buscando mantener los procesos de lectura y escritura, lógico-matemáticos, ciudadanía y espiritualidad como competencias para fortalecer el autoconocimiento, los proyectos de vida, la buena convivencia, el desarrollo del sentido crítico y la productividad.

La exigencia es igual para todos los estudiantes: “Estamos pidiendo rendimiento académico en las competencias fundamentales para que puedan defender sus derechos”, enfatiza Noelbis Aguilar, directora nacional de escuelas.

Haciendo la tarea

Claro que la niñez y la adolescencia no acompañadas suponen mayor atención a la académica. Esto es: un trabajo psico-socio emocional que inicia con la observación de los maestros en el aula, en el patio, en el portón y hasta en las casas de los estudiantes, porque si bien las alteraciones en la asistencia, el rendimiento escolar, los cambios físicos y de comportamientos tras la migración de los padres son manifestaciones que hay que atender, “puede llegar a pasar el adolescente o el niño sobreadaptado que puede mostrarnos que nada estuviera pasando. Tenemos que pensar que detrás de ese ‘nada’, puede haber un todo que se nos escapa”, señala Abel Saraiba, coordinador adjunto de Cecodap.

Niños
Escuela Técnica Industrial San José Obrero. Foto: Archivo Fe y Alegría

De manera que los maestros también aprenden ante el fenómeno migratorio: “Muchos asumían estos cambios como mal comportamiento cuando los estudiantes están pasando por una situación de desapego que ni las escuelas ni los docentes estábamos preparados para afrontar”, explica la profesora Aguilar.

Así pues, Fe y Alegría desarrolla, entre otros programas, Protege de Unicef, Acompañamiento en duelo migratorio del Servicio Jesuita a Refugiados y Crecer sin violencia de Cecodap. En ellos, no solo se acompaña a los estudiantes sino que se prepara a los maestros como actores humanitarios psicosociales capaces de educar a las familias.

Las facultades parentales son indelegables, intransferibles e irrenunciables. Abuelos, tíos, padrinos, vecinos y hermanos mayores no son los padres aunque asuman estas labores con inmensa voluntad

“Estamos orientando a las comunidades para que puedan tomar una mejor decisión a la hora de emigrar, que puedan planificar, tomar en cuenta todos los aspectos legales, las gestiones para que el niño haga sus actividades escolares. Tratamos de garantizar la unidad familiar”, explica Yamelis Martínez, coordinadora pedagógica nacional de Ciudadanía.

Si bien un niño y un adolescente dejados atrás son tan novedosos como la migración forzada desde Venezuela, no lo es un niño y un adolescente sin familia sólida en el país. Olga Ramos, coordinadora del proyecto Observatorio Educativo de Venezuela, sostiene en que “la experiencia que tiene Fe y Alegría ayuda más que cualquier otra: está en zonas donde hay familias que no tienen las condiciones de estabilidad y en zonas donde la violencia compite con la educación. Obviamente no les resuelve el problema, pero les permite tener más herramientas que otras escuelas”.

Lo difícil de hacerla

Higiene y alimentación son nuestras primeras necesidades, mucho más en una emergencia sanitaria. La cuarentena social nacional tras la llegada del Covid-19 a Venezuela compromete el proceso enseñanza-aprendizaje y la vida misma de los niños, pero no solo por el virus, “sino porque no tenemos agua. Teníamos que suspender las clases hace tiempo aunque el coronavirus no hubiese llegado”, opina Ramos.

En estos momentos, el programa Una comida para aprender de Fe y Alegría en alianza con otras instituciones y empresas privadas se encuentra suspendido. Esto quiere decir que los niños de preescolar hasta primer grado, así como maestros, personal administrativo y obrero de algunos centros están dejando de recibir una comida capaz de proporcionarles entre el 30% y 40% del plan calórico personalizado. Desde ya, se advierte un aumento de la desnutrición estudiantil, sobre todo en aquellos cuya única comida del día o la más completa es la que reciben en el programa de alimentación.

No solo se acompaña a los estudiantes sino que se prepara a los maestros como actores humanitarios psicosociales capaces de educar a las familias.

Mientras la ingesta alimentaria disminuye, las dificultades aumentan.

El plan educativo para la cuarentena Cada Familia una Escuela del Ministerio de Educación, más que un plan parece una cuarentena educativa que sigue poniendo en evidencia la inadmisible desigualdad educacional en un país que desde el 29 de octubre de 2008 hasta el 25 de marzo 2020 tuvo un satélite artificial en órbita con una misión educativa: facilitar el acceso y transmisión de los servicios de internet, telefonía y tele-educación para mejorar la educación y la comunicación en Venezuela.

Entonces, si demasiados estudiantes no pueden cumplir con las tareas escolares a distancia no solo porque en casa no hay papá, ni mamá, ni quien tenga las herramientas pedagógicas para encarar las labores docentes, sino porque no hay internet, ni computadora, ni qué comer, ¿tendrán estos estudiantes las competencias para cumplir el siguiente objetivo del calendario escolar cuando vuelvan a las clases presenciales?

Una pregunta que, como el satélite, conviene dejar en la lejanía hasta desactivarla.

La de hoy

El tema migratorio se ha hecho evidente y natural: “Los niños te lo van diciendo o se ponen a preguntarle al otro. Antes había mucho temor de informar a la escuela por todo el tema legal y los papás les decían a los niños: ‘Tú no puedes decir que me fui, porque llega la policía y te lleva’, pero aún hay mucha desinformación en los representantes”, cuenta la profesora Aguilar.

La cuarentena social nacional tras la llegada del Covid-19 a Venezuela compromete el proceso enseñanza-aprendizaje y la vida misma de los niños

Según el informe de Cecodap, para octubre de 2019, 64,7% de los migrantes no realizaron ningún trámite legal para dejar a sus hijos y 21,6% dejó un poder notariado. Tanto la ausencia del procedimiento como la realización del procedimiento errado comienzan a develar, entre tantos otros problemas, el más inadvertido: ¿Quién representa al niño o al adolescente en la escuela?

Las facultades parentales son indelegables, intransferibles e irrenunciables. Abuelos, tíos, padrinos, vecinos y hermanos mayores no son los padres aunque asuman estas labores con inmensa voluntad.

Escuela Juan Pablo Bonet. Foto: Archivo Fe y Alegría

La “Medida de colocación familiar” (un tercero asume la crianza por la migración externa o interna de ambos padres) y el “Ejercicio unilateral de la patria potestad” (uno de los padres asume la crianza por la migración externa o interna del otro) son los documentos que han de tramitarse ante los tribunales de protección de niños, niñas y adolescentes, y que permiten los actos de representación, disposición y administración con relación a los hijos con padres migrantes. La emisión de poderes está prohibida por el Saren desde febrero de 2019.

“Estamos pidiendo rendimiento académico en las competencias fundamentales para que puedan defender sus derechos”

Aclara Carlos Trapani, director de Cecodap: “¿Qué es lo que ha pasado? Que no hay el principio de gratuidad que establece la Lopna, ni procesos singulares, expeditos, ni son despachados con preferencia en función del interés superior del niño. El Estado no tiene criterios ni lineamientos claros. Las notarías inventaron unos requisitos que la ley no pide. La migración nos agarró desprovistos, no estábamos preparados para algo así y evidentemente esto es un proceso que, sobre la marcha, tenemos que ir mejorando en función de proteger al niño. Hay que hacer que el proceso migratorio sea planificado y protegido. En la medida en que protejo al niño jurídicamente, le evito situaciones de riesgo y generarle mayor estado de indefensión”.

No hay que olvidar que también es migrante quien permanece en el país cuando posee expectativas de reunificación familiar, en consecuencia, la niñez y adolescencia no acompañada es migrante y está amparada por los derechos del niño y del adolescente, así como por los derechos del migrante.

Copiarse la tarea  

Para la legalidad, niños y adolescentes dejados atrás no son abandonados, pero para ellos, es lo mismo en tanto que se siente igual, de allí que Fe y Alegría también se encuentre trabajando en el manejo del desapego, sobre todo en los adolescentes en quienes “quizás la afectividad existe, pero ya lo ven como me dejaste, me pudiste haber llevado, me pudiste haber inscrito en un colegio allá, me dejaste solo y me engañaste porque no regresaste cuando me lo prometiste”, explica Ninoska Vívenes, coordinadora de Media-Técnica de la U.E. Fe y Alegría Andy Aparicio.

“Los niños dejados atrás son una realidad que nosotros no teníamos, no sabíamos qué hacer y casi que no sabemos qué hacer”

Para enero del 2020, 1.775 docentes de Fe y Alegría dejaron de serlo, lo que equivale a 25% de todo el movimiento educativo. Si bien la migración es un derecho, las conocidas “universidades de Fe y Alegría” animan lo que parece imposible: permanecer en Venezuela. Así, además del acompañamiento, desarrollan planes de formación docente para madres, profesionales de otras áreas y voluntarios que buscan sumarse a la gesta educativa en plena emergencia y mantener la unidad familiar. Charlas y convenios con diversas empresas en el país permiten que los estudiantes accedan a oportunidades laborales en las cuales pongan en práctica sus habilidades y conocimientos.

Joseba Lazcano S.J., sociólogo asesor de Fe y Alegría, concluye que “la escuela no es simplemente para dar clases, es el lugar privilegiado para tener la incidencia en la formación de la gente y la transformación social con la gente. Se atiende la emergencia en Venezuela manteniendo la dignidad y la esperanza que no es tener optimismo, sino ponerse activamente a hacer las cosas”. Sobre todo ahora cuando la escuela, en medio de tantas batallas, es el lugar más protegido para esos chamos que han sido dejados por sus padres y abandonados por el Estado.

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