El presidente de la FIFA, casi un jefe de Estado
Reuniones de trabajo con presidentes y destacados mandatarios e incluso una «misión de paz» con los líderes israelí y palestino: Joseph Blatter, favorito para ser reelegido el viernes para un quinto mandato como presidente de la FIFA, se siente cómodo en la alta política.
Su predecesor y mentor, el brasileño Joao Havelange, dio un impulso histórico a la FIFA y Blatter ha elevado el listón todavía más.
Incansable, hiperactivo y ambicioso, ha recorrido el mundo y ha favorecido una globalización de este deporte, construyendo así apoyos que le convierten de momento en el rostro de la FIFA, a la espera del Congreso electivo de esta semana en Zúrich, donde el príncipe jordano Ali Bin Al Hussein es el otro candidato a presidir la organización.
Su cuenta de Twitter tiene un tono institucional digno de cualquier gran líder político. Transmite condolencias, se fotografía sonriendo en sus viajes y rodeado de niños, visita a jefes de Estado y de gobierno e incluso tiene que enfrentarse a momentos de tensión social.
«Pedí respeto a la jefa de Estado (la brasileña Dilma Rousseff). Pueden abuchear al presidente de la FIFA, a mí no me importa. Puedo gustar o no gustar, pero la jefa del Estado estaba allí y yo pedí respeto», comentó en plena crisis por las manifestaciones contra la Copa de las Confederaciones de Brasil en 2013.
Antes, la FIFA había tenido momentos de tensión con Brasil por los retrasos en los preparativos de las Confederaciones y el Mundial de 2014.
En los preparativos del Mundial-2018 en Rusia todo va a buen ritmo y la sintonía parece perfecta con el ejecutivo de Vladimir Putin, al que Blatter visitó el pasado mes.
«Me acabo de reunir con el presidente Putin. Creo que el Mundial de 2018 ayudará a tender puentes», escribió Blatter entonces en su Twitter. Antes ya había declarado que la Copa del Mundo podía contribuir a suavizar el conflicto ruso-ucraniano y dijo no entender las peticiones de boicot del evento.
Con el Mundial de Catar-2022, Blatter ha tenido que enfrentarse a polémicas por las condiciones de trabajo en las obras de preparación del torneo y por las acusaciones de corrupción.
Ha pedido al emir de Catar mejoras en la legislación laboral local. En otros viajes también ha defendido cambios legislativos, como a finales del pasado año en Teherán, cuando tras una reunión con el presidente Hasan Rohaní pidió más facilidades para que las mujeres puedan acudir como público a los partidos de fútbol.
El gobierno griego de Alexis Tsipras mantuvo recientemente negociaciones con la FIFA, que presionó y consiguió la modificación de una ley contra la violencia en el deporte, que consideraba una injerencia política que sobrepasaba sus normas.
El peso político de la FIFA de Blatter es evidente y mayor que cuando Blatter accedió al cargo hace 17 años, pero no siempre consigue un éxito.
El ejemplo más reciente es lo que el suizo llamó «misión de paz» en Oriente Medio, la pasada semana, cuando trató de conseguir un acercamiento entre Israel y Palestina, en plena crisis por la petición de la Federación Palestina de Fútbol de suspender a su homóloga israelí.
Se reunió con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, con el presidente palestino Mahmud Abas y propuso un «partido por la paz» en Zúrich, pero su idea no terminó de cuajar y la Federación Palestina mantuvo la decisión de llevar la petición de suspensión al Congreso de la FIFA, que la someterá a votación.
«Yo sólo soy un hombre de fútbol», ha repetido en varias ocasiones Blatter cuando se le habla de esa faceta de ‘casi jefe de Estado’.
Si cumple los pronósticos y derrota al príncipe Ali en la votación del viernes, dispondría de una nueva ‘legislatura’ de cuatro años para seguir adelante con sus proyectos.
La lista mundial tiene a Argentina como líder y a Brasil entre los cinco primeros. Bolivia fue la gran sorpresa
La FIFA también anunciará la distribución de partidos por sedes, aunque los emparejamientos concretos no se conocerán hasta el sorteo del torneo, una vez concluido el proceso de clasificación
"Nunca más el autoritarismo. Jamás permitiremos que la violencia sea empleada como medio para promover agendas políticas o preservar privilegios", dijo Bernardo Arévalo en su primer discurso tras una investidura complicada hasta el último momento.