- tr. Aprehender o imaginar algo por conjeturas fundadas en apariencias o visos de verdad.
El funcionario advertía que cualquiera podría ser investigado, así fuera, como lo indica el diccionario de la Real Academia Española, por conjeturas, apariencias o visos de verdad.
A pocas horas de debutar ante Paraguay, podríamos asegurar que los jugadores, cuerpo técnico y hasta los fanáticos venezolanos están “Bajo estado general de sospecha”. El técnico porque no ha conseguido resultados positivos en amistosos que refrenden una evolución de sus ideas desde que tomó las riendas de la Vinotinto.
Tampoco logró trascender de la primera ronda en la Copa América. Los jugadores porque o no terminan de mostrar todo su potencial –caso Salomón Rondón- o fallan en momentos clave–caso Gabriel Cichero-. Y los fanáticos porque no acompañan a su selección: ante Honduras y Panamá no se superaron los 7 mil espectadores en un estadio para más de 40 mil.
De tal forma que algo tan accidental como la victoria podría generar cambios drásticos en la percepción del equipo y el cuerpo técnico de Venezuela lo entiende.
Por eso la frase más repetida por el entrenador Noel Sanvicente y los convocados es “hay que ganar sí o sí”. Solo los tres puntos revalorizarían las acciones de la oncena nacional. Ahora, si el juego termina en una derrota, Twitter explotará con etiquetas como #FueraSanvicente, #OtrotecnicoparalaVinotinto o #QueVuelvaelCuchilloentrelosDientes. Venezuela es un país que no madura y la manera como percibimos los resultados de las selecciones es una muestra.
La victoria se sobredimensiona (tras vencer a Colombia en Puerto Ordaz el cuerpo técnico de entonces, bajo la voz de Lino Alonso, se sintió clasificado y amenazó a todo aquel que no se identificara con ese proyecto).
La derrota también es una hipérbole (el consenso que existía alrededor de Sanvicente como el hombre idóneo para empezar un nuevo proceso vive, desde la caída ante Honduras, su primer cisma). El plan Sanvicente Tiempo. Si a “Chita” Sanvicente le dieran dinero para comprar algo, lo que fuera aunque no existiera, eso sería tiempo. Su exitoso pasado como entrenador de equipos se basa en el trabajo diario. La letra sí entra con sangre para este técnico que ganó 7 títulos nacionales con Caracas y Zamora. Algo que no lograron sus predecesores en la selección. Ni César Farías (nunca sumó un torneo) ni Richard Páez (un Torneo Apertura). Los 9 meses que estuvo la selección sin entrenador pasaron factura al grupo y le restó aprendizaje a Sanvicente. Fue solo para la Copa América que logró reunir en un mismo sitio a un grupo que aún no eliminaba de su disco duro el ABC del proceso anterior: la defensa antes que el ataque, el orden antes que la creatividad y el 0-0 como punto de partida para la esperanza. Sin embargo, se consiguió que el equipo expusiera en la cancha lo planificado, ante una Colombia que llegaba con la etiqueta de favorita. Luego, la expulsión de Fernando Amorebieta – la solución a los problemas defensivos de Cichero- conspiró con la hoja de ruta.
De nuevo con tiempo y aún sin Amorebieta, Sanvicente retorna a su idea primigenia: Cichero en el lateral izquierdo. Confía en su recuperación para proponer ante un rival que, por lo visto en la Copa América, no tiene ningún rubor en ceder la iniciativa. Ese será el primer pulso de este juego. Si a Gabriel le va bien ante Paraguay, el estratega podrá callar muchas bocas. Si le va mal, se lo comerán vivo. Y ha sido el tiempo el que le ha permitido constatar que las primeras sensaciones sobre Jeffren Suárez son ciertas. A sus 27 años puede ofrecerle un cambio total al mediocampo de Venezuela. No solo resuelve bien en el uno contra uno, como el estratega mencionó en la rueda de prensa del miércoles. Además tiene la capacidad para inventarse las asistencias que hasta ahora no le llegan a Salomón Rondón. Si a Suárez le va bien, el estratega podrá olvidarse de toda la cháchara chauvinista que ha acompañado a esta convocatoria. Si le va mal, la cruzada nacionalista volverá a pedir a un venezolano más venezolano que las caraotas negras con azúcar (O a Christian Santos, que ha caído bien en las Redes Sociales por su racha goleadora).
Finalmente tenemos el caso del horario. Hasta ahora, ni Páez ni Farías utilizaron el clima para hacerse fuertes en una sede. Ya fuera porque no creen que la influencia sea determinante o porque dudaran de la propia resistencia de sus pupilos, no existe un precedente para esta apuesta desde que Ratomir Dukovic la intentó en 1993 contra Bolivia, con un desastroso saldo: siete goles en contra. Si le sale mal, Sanvicente será acusado de soberbio (ya contra Honduras se vio que los venezolanos también pueden ser víctimas del inclemente catire). Si le sale bien, estaríamos ante el primer entrenador que encuentra una razón para que el resto de los mortales crea en la localía como un arma para encontrar la inédita clasificación a un Mundial. Como ya lo hiciera Colombia en Barranquilla o Ecuador en Quito.
Ojalá. Ojalá.