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Yulimar Rojas, la triplista que regresó el atletismo venezolano al Olimpo

Transcurrían los JJOO de Helsinki 1952 cuando Asnoldo Devonish le brindó a Venezuela la alegría de su primera medalla olímpica, un bronce en salto triple. Hoy, Yulimar, una joven y talentosísima saltadora, saca la casta por el país y, por un momento, nos une a todos en una misma celebración: la primera presea criolla en Río

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Fotografía: AFP

Constante, astuta, poderosa… Muchas palabras podrían definir a Yulimar Rojas en este momento; pero, sin duda, la mejor es insigne. Con apenas 20 años, la triplista caraqueña –criada en Pozuelos- regresó al atletismo venezolano a la élite mundial y, aún mejor, al podio olímpico.

Con un registro de 14,98 (+0.8) en su cuarto salto, Rojas se apoderó de la medalla de plata y logró izar la tricolor en la pista carioca, en su primera participación en los Juegos Olímpicos.

Su gesta adquiere mérito si se toma en cuenta que sólo fue superada por la impecable colombiana Caterine Ibargüen (15,17), experimentada atleta de 32 años de edad.

La hazaña de la morena y espigada triplista criolla no es sorpresa para quienes siguen su carrera y evolución, pues en los últimos meses su desarrollo ha hecho retumbar su nombre en la palestra deportiva mundial.

En enero, bajo la tutela del inolvidable y multicampeón mundial cubano Iván Pedroso, la nativa conquistó la medalla de oro en la Reunión de Madrid bajo techo (14,63), para comenzar cubierta de gloria un año de éxitos.

Sin embargo, lo mejor estaba por venir. En marzo, y luego de tres meses trabajando su técnica, Rojas se convirtió en la primera venezolana en consagrarse campeona mundial, tras titularse en Portland, con un salto de 14,41 metros.

Su espíritu incansable, su perseverancia y su talento la hicieron digna de competir en la Liga Diamante, contienda élite de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF por sus siglas en inglés); donde se adjudicó la presea de plata en la primera parada, en Doha, con 14,92.

Pero fue en el Meeting de Madrid cuando la capitalina consiguió lo impensable: superar la barrera de los 15 metros. Con gracia, elegancia y determinación, Rojas escribió su nombre en el Olimpo del atletismo el 23 de junio de 2016, tras registrar 15,02 metros, y subirse a la cima del podio, del torneo al aire libre.

Osadía y corazón

Yulimar no llegó a la élite del atletismo de forma casual. La muchacha, para quien los límites no existen, comenzó a labrar su futuro con esperanza, constancia, pero, sobre todo, decisión.

Su carrera inició cuando era todavía una niña, Fascinada con el voleibol, y su clasificación a los JJOO de Beijing 2008, acudió al polideportivo más cercano a su casa, para iniciarse en el deporte de las redes.

Pero el destino sería otro. Fue el atletismo el que la acogió.

Su talento se hizo notar rápidamente, y en pocos años ya era convocada a torneos internacionales. Aún vivía en aquel ranchito en Pozuelos, Anzoátegui, con su madre y su hermana; la pieza faltante, su padre, se convirtió en su primer obstáculo, al negarse a firmar permisos de salida del país. Sin embargo, su fortaleza, que trascendía a la pista, la llevó a superar cada reto que el destino le ponía en frente.

Los resultados no tardaron en llegar. En los Juegos Suramericanos en 2014, la venezolana se adjudicó el título en el salto largo. No obstante, su corazón le decía que en el salto triple estaba su camino.

Como si de una brújula se tratara, Rojas siguió su instinto, y logró que su entrenador Jesús Velásquez la probara en esta modalidad.

Ese día, su vida cambió.

Pedroso, un mentor determinante

Tras su debut en el salto triple, el nombre de Yulimar Rojas comenzó a hacer ruido en el mundo del atletismo. Muchos voltearon a ver a aquella altísima jovencita que brillaba en cada evento donde competía.

Iván Pedroso no fue la excepción. El nueve veces campeón mundial de salto largo, y dueño de la tercera mejor marca de por vida bajo techo, también seguía de cerca la carrera de la muchacha venezolana.

Por ello, cuando Yulimar, confesa admiradora de Pedroso, lo contactó por Facebook, este no dudo en mostrarse presto a guiarla.

La dupla, concretada en noviembre de 2014 por la Federación Venezolana de Atletismo, fue un éxito. En sólo par de meses Yuli demostraba que estaba hecha para grandes conquistas.

El palmarés de su destacado mentor –técnico del francés Teddy Tamgho, actual líder de por vida de salto triple- sólo vaticinaba gloria para la caraqueña.

La bandera venezolana ondeó en Río

Meses de preparación rindieron frutos. No hubo quien detuviera el ímpetu de Yulimar en el Estadio Olímpico carioca, donde, pese a un arranque lento, la venezolana cumplió con los pronósticos, y conquistó la primera –y hasta ahora única- medalla de Venezuela en Río.

“Dios quiera que le vaya bien; nuestra única presea olímpica en atletismo ha sido en salto triple –Asnoldo Devonish, 1952- y sería maravilloso que la segunda llegara en la misma modalidad”, expresaba Marcos Oviedo, vicepresidente de la Federación Venezolana de Atletismo, días antes de iniciar la magna justa.

Hoy, los deseos del ente y de todos los venezolanos son una realidad, y Yulimar Rojas, la pequeña niña que creció en aquel ranchito en Puerto La Cruz, puede decir con confianza que le brindó al país la más grande alegría de los últimos años.

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