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Florentino Pérez, gasolina sobre fuego en el caos del Real Madrid

El proceso terminó. No fue el martes con la debacle en Champions League frente al Ajax, tampoco en las repetitivas derrotas frente al Barcelona. El fracaso tocó la puerta del Real Madrid incluso antes de comenzarla temporada.

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Fotografía: AP

La serie de eventos desafortunados comenzó cuando Julen Lopetegui fue anunciado entrenador días antes de que comenzara el Mundial de Rusia. El hecho concentró tantas críticas que el seleccionador español se vio obligado a dar un paso al costado, una acción que tuvo en Florentino Pérez un claro culpable por la falta de tacto en una situación donde la prioridad pasaba por el desempeño de La Roja. El negocio, adicción del todopoderoso presidente blanco, es menester por encima de cualquier tema.

Las salidas de Zinedine Zidane y Cristiano Ronaldo suponían un duro golpe moral para el rey de Europa y cuya solución jamás estuvo a la altura del par de bajas. Los rumores situaban en la capital española a varias de las figuras más prominentes del balompié mundial, un desfile de portadas que adornaron la prensa con suposiciones que jamás se concretaron y que invitaba a pensar en lo peor.

El gigante del Viejo Continente actuaba bajo contradicciones; el dinero jamás fue problema, pero la chequera jamás se abrió para compensar la falta de goles tras el adiós del portugués. En su lugar, Thibaut Courtois llegaba para proteger el arco, como si Keylor Navas desentonara en la valla durante el éxito del pasado.

Pérez intentaba apagar el fuego con gasolina.

De tropiezo en tropiezo, Santiago Solari llegó para aplacar las llamas, pero el presidente del club le dio una jarra con agua para apagar el fuego que se extendía por hectáreas. El cortoplacismo se apoderó de las sensaciones al brindarle un contrato hasta 2021 cuando no contaba con el respaldo de los resultados. Pero así actúa el jefe.

Apuntar a los que ejercen sus labores en el campo sería tan injusto como cargar el peso de las derrotas a la bolso del director técnico.

En el banquillo, los susurros suenan como gritos y el desespero es algo nuevo para los que se acostumbraron a ganar. La plantilla envidiable hoy es un grupo de compañeros que busca coherencia en medio del caos. Cada línea acusa el desgaste natural que también trae consigo el triunfo. Muy internamente, así sea imperceptible con un vistazo general, se debe motivar a las alternativas para que las opciones sean mayores frente a los imprevistos. Cambiar para que todo siga igual.

Florentino Pérez apeló al manual del fracaso y bajo esa identidad contagió al equipo. Pasó con la llegada de Lopetegui, la timidez en el mercado, la falta de gol de Karim Benzema, las malas decisiones de Sergio Ramos, los reveses ante el Barcelona, la caída en la Champions League.

No hay honor en el error, menos en la repetición. Hoy el Real Madrid es un gigante caminando en círculos por el bosque y su guía sostiene el mapa al revés.

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