Los gobernantes chinos tratan de reorientar su economía hacia un crecimiento más sostenible impulsado por el consumo interno y por los servicios, a fin de remplazar el gastado modelo sustentado en el comercio y la inversión.
Pero el declive inesperadamente marcado en los últimos dos años ha provocado temor de pérdida de empleos y obligó a Beijing a recortar las tasas de interés de manera reiterada y a tomar otras medidas para apuntalar el crecimiento.
El crecimiento trimestral reportado el martes fue el más bajo desde poco después de la crisis global de 2008. El trimestre previo, la tasa se ubicó en 6,9%.