Economía

Invertir en arte: Una opción que pinta bien

Las opciones de inversión en Venezuela han ido desapareciendo a medida que el gobierno interviene la economía. Pero con un poco de creatividad, siempre se pueden hallar alternativas y una de ellas es comprar obras de arte.

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Por Alejandro Ramírez Morón

Los precios son muy variables. Un artista emergente como Julián Villafañe, puede vender un cuadro en Bs 1 millón. Pero un maestro consolidado como Jesús Soto, puede remontar hasta el millón de dólares. Esto permite tener una idea de cuán conveniente puede ser proteger el dinero invirtiendo en arte.

Nicomedes Febres, director de la Galería D’Museo, explica que “los procesos políticos como el que hoy vive Venezuela son tan excéntricos que no constituyen los escenarios que uno usualmente se plantea. No son condiciones normales».

En Venezuela son pocas las opciones para invertir. Tener la plata colocada en un banco no es rentable, la actividad bursátil local es particularmente tímida y el mercado inmobiliario sufre de severas distorsiones de precios. Por otro lado, la economía local está acorralada por un severo control cambiario –que ya cumple los 13 años-, y un sinfín de tenazas regulatorias, pesadas cargas impositivas, que entorpecen el sano flujo de las inversiones. Ante este escenario, invertir en arte es una opción muy válida.

El problema, dice Febres, es cómo saber en Venezuela cuáles son las mejores apuestas para invertir en arte. Las apuestas se modifican con arreglo a la situación histórica –o económica- que vive cada país, como los precios de las obras. “En el marco de una economía en expansión, lo mejor es montarse en valores sólidos: Soto, Cruz Diez, Gego, entre otros. Por lo general, las expansiones nunca ven su final. Y eso es así en todas partes del mundo, incluso en el mercado americano”, expone el vocero.

Indica que a los artistas hay que agarrarlos a la entrada de la expansión. Cuando se pondera una economía recesiva lo mejor es apostar a valores jóvenes. Es el caso de la Venezuela de hoy. Son los artistas que tienen mayor potencial de revalorización. En economías como la venezolana, los compradores tratan de maximizar su beneficio.

El galerista piensa que lo peor que hay, después de un cuadro falso, es un cuadro caro. Un cuadro debe ser siempre una inversión. Debe resguardar su potencial de revalorización. Si un cuadro llega a ser demasiado caro, se detiene su crecimiento en el mercado.

¿El mercado de arte más caro del mundo? Muy sencillo: Nueva York (EEUU). Le sigue China. Y después Londres (Inglaterra). Las subastas que se hacen en NYC son una especie de determinante del mercado de América Latina. “Pasa que artistas no tan buenos están sobrevalorados. En América Latina el mercado más grande es el de México, por la cercanía con la costa oeste estadounidense. Venezuela está entre los cuatro grandes mercados de América Latina”, explica Febres.

En Galería D’Museo los compradores son, básicamente, gente que viene del sector comercio. También gerentes. Gente que puede tener colocaciones en papeles, etcétera. “Lo deseable es que haya una sinergia entre sectores público y privado. Y luego debe haber una política agresiva de exportaciones, y –de hecho- algunas galerías están abriéndose mercado en otros países. En tercer lugar, debe haber una alianza entre los artistas, los galeristas y los coleccionistas. Los museos son una especie de contralores. Hoy eso se ha perdido en Venezuela. Los museos son una especie de termómetro”, asegura.

– Un mal necesario –

Por su parte, Rosamelia Herrera, directora de la Galería Okyo, asevera que invertir en arte es la mejor opción. “Un artista debe mantenerse trabajando, mantener la calidad. El artista no debería comercializar su obra directamente en el taller. Los galeristas somos, en cierto modo, un mal necesario. Somos los que promocionamos al artista, y lo sacamos a flote. El tamaño del espacio físico no importa tanto, en una galería, sino lo bien ubicada que esté”.

La FIA es la feria que más vende en América Latina. Un Soto puede costar hasta 1 millón de dólares. El artista venezolano que mejor se cotiza en el mundo es Cruz Diez; está muy bien posicionado en los mercados extranjeros. Espacios como Los Galpones o Hacienda La Trinidad, según Herrera, potencian mucho el mercado y las ventas. Tienen una excelente afluencia de visitantes.

“En las ferias internacionales se vende bien, y, sobre todo, es una ventana para promocionar a los artistas venezolanos. Hay un roce con los críticos, los artistas y los galeristas del resto del sub continente. Sacar las obras, movilizarlas, el proceso en las aduanas es engorroso. Pasamos mucho trabajo, pero vale la pena. Cubrimos gastos, promocionamos y tenemos presencia internacional. Pero es mentira que se vende una millonada”, concluye Herrera.

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