Mientras que el derrumbe de la cotización del crudo en los últimos dos años obligó a productores OPEP, organización de la cual forma parte Venezuela, a ponerse de acuerdo en la necesidad de reducir los niveles de producción para impulsar los alicaídos precios, el litio subió 166,66% solo entre 2015 y 2016 al pasar de 7.500 a 20.000 dólares por tonelada métrica.
De acuerdo con un análisis de Bloomberg New Energy Finance (BNEF) el año pasado, el boom de los carros eléctricos por el que apuestan empresas como la estadounidense Tesla Motors y la japonesa Panasonic puede convertirse en una amenaza para el mercado de la gasolina, situación que para la Venezuela petrolera sería poco beneficiosa.
De hecho, tanto Tesla como Panasonic iniciaron el pasado 4 de enero en su Gigafactory, proyecto que asciende a los 5.000 millones de dólares, la producción en masa de baterías células 2170, que serán incluidas en varios productos con los que pretenden generar un mayor impacto en la transición del mundo hacía una energía limpia y renovable.
El ingeniero en geología, José Heredia, señaló que pese a que en Venezuela se han encontrado minerales que contienen litio -insumo clave para la elaboración de las baterías de los carros eléctricos-, las reservas que posee el país no son suficientes para competir en este tipo de mercado.
El especialista indicó durante una entrevista con El Estímulo que aunque en Venezuela se puede encontrar el tercer elemento de la tabla periódica en estados como Miranda, Nueva Esparta, Falcón y Trujillo, «estos yacimientos comercialmente no son explotables por no ser abundantes».
Pese a que la producción de vehículos eléctricos se perfila como el negocio del futuro, Heredia considera que es una fortuna para el país que no exista aún un mercado de explotación de litio en Venezuela pues, a su juicio, esto generaría un gran daño al medio ambiente y pocos ingresos.
«Si no hay la cantidad necesaria en las rocas, que dé una producción estable, solo se daña la naturaleza y no se obtiene el rendimiento deseado», destacó.
Sin embargo, cree que Venezuela puede convertirse en un actor competitivo en varios años cuando los yacimientos de la llamada por Forbes «Arabia Saudita del litio» (Argentina, Bolivia y Chile), que concentra la mitad de las 40 millones de toneladas de ese metal blando que, se estima, subyacen en el planeta, así como las reservas de China y Australia no sean tan abundantes.
Por los momentos, Argentina es el país más beneficiado en este negocio, pues Evo Morales mantiene vetada la explotación privada del recurso en Bolivia y las autoridades de Chile dejaron de ofrecer concesiones a los interesados en extraer el mineral, a raíz de los escándalos vinculados con las entregas. Este hecho convierte a Argentina en el tercer productor en el mundo de litio, ubicándose por detrás de Australia y Chile.
Entre las compañías que operan en Argentina, específicamente en el Salar de Olaroz, están Sales de Jujuy, la empresa formada por tres socios estratégicos: Orocobre, la reconocida extractora australiana de litio; la automotriz japonesa Toyota; y Jemse (Jujuy Energía y Minería Sociedad del Estado), la estatal jujeña.
Aunque la cantidad exacta de las reservas existentes en Venezuela del también denominado «oro blanco» se desconoce por ahora, el Ejecutivo firmó un convenio con Bolivia en 2013 para «la implementación de acciones conjuntas de investigación, desarrollo y formación para impulsar la industrialización del litio». Pero el proyecto no avanzó.