Espectáculos

Nina Guimerá: “No hay una sola manera de ser bonita”

Esta “venezolana en Atlanta”, como se define en Instagram, se ha convertido en influencer en esta red social. En esta entrevista cuenta su vida y habla de su trabajo | Por: Milagros Socorro

Publicidad
Nina Guimerá
Milagros Socorro | @milagrossocorro

“Las dificultades llevan a personas comunes a destinos extraordinarios”, dice Nina Guimerá con traje de noche, que sostiene una placa.

“Todo el mundo, sea de Venezuela o de cualquier parte, ha venido a este país a empezar de cero, a ser humilde, a meterse el ego en el bolsillo y decir: voy a salir adelante, no importa cómo. Y creo que es una gran lección. Hemos llegado a este lugar, a este maravilloso país, de grandes oportunidades, a ver de qué estamos hechos. Estar aquí, recibiendo este premio tan especial, junto a personas muy inspiradoras, me llena de orgullo y me hace no acostarme a dormir porque mañana voy por más”.

Este es el discurso de aceptación de Nina Guimerá al recoger el premio Excelencia Hispana, que da Mujer Magazine, en Atlanta, Giorgia, y que la distinguió como Influencer del Año. El acto de entrega de los premios tuvo lugar a comienzos de noviembre.

Nina Guimerá es una humorista venezolana, conocida en Instagram por sus videos, generalmente grabados con un filtro de Snapchat, en los que ha desarrollado un personaje de inmensos ojos y cara redonda, cuyos conflictos tienen dos grandes orígenes: la lucha por alcanzar el ideal físico de esbeltez y aspecto atlético, y el desgarramiento del exilio.

También aborda los desafíos de la maternidad y las exigencias a las que se ve sometida la mujer, que debe cumplir con una doble jornada, en la oficina y en la casa.

Talentosa y de gran intuición para la narrativa audiovisual, oficio que ha adquirido por la ruta autodidacta, las entregas de Nina Guimerá tienen las siguientes características: son espaciadas (no se atienen a una pauta fija de aparición), breves, los chistes tienen como blanco a ella misma (no pontifica, no perora, no se burla de nadie), enfatiza el acento y el léxico del Zulia, no buscan influir en el criterio de la audiencia ni persuadirla de alguna idea o patrón de consumo y, lo más interesante, se basan en la estructura narrativa del cambio de valor: empieza alegre y termina “llorando”.

Sus contenidos son pastillas compactas, accesibles para cualquiera que hable español.

Carmen Cristina Guimerá Lossada nació en Maracaibo, el 25 de agosto de 1984. Tiene 35 años. Es licenciada en Educación Pre-escolar. Se graduó en la URBE con una tesis sobre el impacto de la televisión en el aprendizaje de los niños.

Desde los 16 años, cuando se graduó de bachiller, Guimerá empezó a trabajar en un colegio privado como auxiliar de guardería.

“Y con lo que ganaba ahí, me pagaba la universidad, con la ayuda de un familiar, que me completaba la mensualidad”, dice Guimerá

A los 23 años, ya egresada de la universidad, obtuvo un cargo con el Ministerio de Educación como maestra en una escuela pública, la Escuela Lucila Palacios. Ahí Guimerá estuvo hasta un año antes de emigrar, “porque el sueldo era insuficiente”. Se dedicó al comercio.

"Nina

—Vendía planchas de pelo en las peluquerías, -explica Guimerá- vendía carros: hacía enlaces y me ganaba una comisión. Pero todo lo que ganaba se me iba en repuestos del carro y en mantener el apartamento. Pero no era eso lo que más molestaba. Lo peor la escasez, inseguridad ciudadana, cada vez que mi hija se bajaba del carro, me daba un ataque, porque hace nueve años a mi hermano lo secuestraron por 42 días. Un día llegué a la oficina de mi hermano llorando. Me encontré con el socio de mi hermano, quien me dijo: “Te voy a ayudar, te voy a sacar el país”. Me compró un pasaje y me consiguió alguien que me diera trabajo en Atlanta.

Guimerá emigró sola. Debía estabilizarse para que su hija, quien ahora tiene 11 años, pudiera reunirse con ella. Estuvieron 11 meses separadas. Hace dos años la niña viajó a los Estados Unidos.

—En su cuenta de Instagram vemos que usted trabaja en un bufete, en Atlanta.

—Al llegar a los Estados Unidos estuve un tiempo en ventas. Lo dejé y me puse a hacer otras cosas, cuidé niños a domicilio, repartí comida y empecé a hacer Uber, pero choqué. Estaba mirando al cielo y diciendo: “Dios mío, por qué…” y conocí a mi jefe, quien, a pesar de que yo no hablaba inglés, me contrató como asistente legal en su bufete.

Yo venía de una red de ventas con una cartera de clientes hispanos, a quienes llamé para ponerme a su disposición. Muy pronto empecé a traer nuevos clientes a la firma. Ahora me defiendo en inglés.

—¿Cómo llegó al humor?

—Siempre he sido así. La persona que ves en IG soy yo. No es una actriz con peluca para echar un chiste. Siempre se me ha dado hacer amigos. Soy una persona confiable, la gente me cree. Mi cuenta en IG nació de un video que les hice a mis primas. Yo estaba a dieta y en casa hicieron una arepita frita con huequito a la que no me pude resistir. El video se hizo viral. De esto hace un año y medio.

—Ese primer video se hizo viral ¿y ya?

—Entre las miles de personas que lo vieron estaba Jorge “Pipo” Ramírez, quien se convirtió en mi mentor. Le agradezco su guía y valiosos consejos.

—Las dietas en su trabajo como humorista.

—Yo de niña era flaquita, pero a los ocho años empecé con unos cuadros de asma que me llevaron a hospitalizaron en la clínica Falcón y me dieron esteroides. Desde entonces empezó mi lucha. De hecho, nadie en familia es gorda, solo yo.

Me la pasaba a dieta, hacía ejercicio en la vereda del Lago. Pero siempre me ha gustado la comida. Así que ya me entregué. Y también he creído importante demostrarle a mi hija que no está mal estar rellenita, tener cauchitos, que no hay una sola manera de ser bonita. Todos somos diferentes, pero sí, a mí no me gustan las dietas.

Me gusta la comida y también el trago. Moderado, claro, pero me gusta. Cuando puedo, tomo. Lo que cuenta es no tomarse eso del físico demasiado en serio, reírse un poco de sí mismo. Y no permitir que otro te imponga un estereotipo.

—Pudiera pensarse que usted se tarda en poner contenidos.
—Yo no obligo mi contenido. Los hago por inspiración. Cuando estoy manejando y se me ocurre algo, o me hace algo gracia, me estaciono y lo grabo. No es por cumplir con una regla de IG o de algoritmos, esta no es mi vida.

—Son cortos.

—Mi cuenta es muy natural, muy orgánica. Me tomo el tiempo que crea necesario. Además, de lo bueno, poco. Si no tengo que extenderme, por qué lo voy a hacer. Me gusta la concisión.

—Usted dice que no tiene un personaje. Hablemos, entonces, de registros. El registro a que más acude es el de la carita redonda, con voz aniñada y personalidad malcriada, a la que le dan pataletas porque quiere comer o porque vive fuera de su medio.

—Sí, pero hago otras cosas. Hace pocos días hice un video con un filtro de hombre (me pone cara de hombre). Estaba conversando de los hombres con una amiga y le sugerí que hiciéramos dos hombres que hablan de las mentiras que les meten a las mujeres.

—También hace parodias de fotos. Pone una imagen de una modelo y, al lado, una foto suya con actitud y vestuario similar, pero con sus formas, llenas de curvas.

—Hago un juego de expectativa y realidad. Yo me siento hermosa. Se siento segura de mí misma, atractiva. Y me visto según la forma de mi cuerpo. Tengo una vida llena, alegre, con muchas actividades. También soy llorona, para las películas, para los perritos, para los niños pobres… y no me limito a llorar, por cierto, también hago trabajo social con ayuda a niños.

—Usted muestra una posición política sin disimulos.

—Siempre que tenga oportunidad de echarle mierda a este gobierno de mierda lo voy a hacer. Es la peor plaga que le ha podido caer a un país. Impusieron la maraña como forma de vida, ahora la gente no quiere trabajar, quiere que todo se lo den.

Simplemente, digo lo que se ve. Lo que vivimos. No me interesa hacer llamados políticos, aunque yo apoyo al presidente Guaidó. Es mi Presidente. Y siento que no ha tenido el apoyo suficiente del país ni de la comunidad internacional para lograr el cese de la usurpación. En Bolivia los militares le quitaron el apoyo a Evo y en Venezuela lo sostienen.

—Su zulianidad es un fuerte en su trabajo humorístico.

—También es natural. Soy zuliana. En esta época de emigración y de tantas dificultades, el maracucho ha sacado la alegría de su ser para alegrar no solo a los venezolanos sino al mundo entero. Nosotros le vemos el lado positivo a todo, así la estemos pasando malísimo, porque estamos acostumbrados a hacer un chiste de todo. Yo toda la vida he sido así.

—A los zulianos se les señala de abusar en el uso de malas palabras.

—Las groserías no definen al zuliano. Nosotros usamos palabras que para nosotros son muy normales y resulta que en otras partes son groserías. No tenemos culpa de eso. Para nosotros, por ejemplo, la verga no es el pipí, la verga es cualquier verga.

—IG es mi casa. Puedes pasar, ver mi vida, mis viajes, pero en mi casa te tienes que sacudir los pies al entrar y no puedes tocar los adornos. Te tienes que limpiar la lengua y no dar rienda suelta a tu amargura, insultos u opiniones soeces. Solo acepto lo bonito. Ya lo malo lo tengo y no me hace falta más.

—¿Tiene pensado dedicarse al stand up comedy?

—No. No me llama la atención el stand up comedy para hacerlo yo. He sido presentadora de espectáculos y lo he disfrutado mucho. Estoy consciente de que la primera barrera que tenemos es la zona de confort y, sí, pararme a hablar ante muchas personas es intimidante. En fin, las propuestas que he recibido hasta ahora no me han hecho sentir cómoda.

—¿Qué quiere hacer, entonces?

—Quiero tener un canal de radio y hacer entrevistas. No he conseguido quien me pudieran ayudar en eso. Necesito un productor y alguien experto en edición para las redes sociales. Gente que crea en mi proyecto y se aaocien conmigo para hacer podcast. Ya los tengo pensados, pero no lo voy a revelar hasta que no sea una realidad.

—¿Se ve de vuelta en Venezuela?

—De momento, no. Quiero envejecer en Venezuela. Quisiera hacer un patrimonio que me permita vivir mi vejez en mi país. Pero en este momento, aún si caen Maduro y sus secuaces mañana, no me devolvería, porque la vida de mi hija ya es aquí. Ella siente Estados Unidos como su hogar. De hecho, me vine por ella.

—¿Hay algo que no le haya preguntado y usted quisiera dejar claro?

—Sí. Yo aparezco sola con mi hija, pero no soy madre soltera. (A mi hija no le gusta que me endilguen eso. Para ella es importante que se sepa que ella tiene padre y que sus padres estuvieron casados. Bueno, eso.

Publicidad
Publicidad