Oda a mi carro
Tengo 15 años viviendo en Miami y pasé demasiados de ellos negándome a las distancias. Hasta que le hice frente a lo real: en esta ciudad la casa queda donde el diablo dejó el poncho, respecto al trabajo, que a su vez queda detrás de las montañas de Mahoma, y las diligencias hay que hacerlas exactamente en el opuesto diagonal.