La preocupación crece cada día entre los trabajadores de la planta de Fiat Chrysler Automobile (FCA) en Valencia, estado Carabobo, porque según afirman, la empresa ha suspendido beneficios laborales, sin consultar al sindicato, "con lo cual estaría dando una mala señal sobre el futuro de las operaciones de la firma en el país".
El pasado mes solo se ensamblaron 80 carros, mientras que la venta de 224 unidades se debió a la oportunidad que representó la momentánea caída del dólar.
De acuerdo con las cifras de la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez), las tres empresas que están activas produjeron en conjunto 332 unidades, 53,5% menos que la reportada el mismo mes del año pasado.
Transcurrida la primera mitad del año, tres de las siete ensambladoras privadas apenas lograron armar 1.550 unidades, una caída de 86% frente a los resultados arrojados en el mismo período del año pasado.
El gobierno estudia incorporar piezas y repuestos fabricados en Venezuela a los autobuses chinos Yutong, que serán ensamblados en el país a través de la planta mixta chino-venezolana, ubicada en el estado Yaracuy.
La planta está produciendo a menos de 10% de su capacidad por falta material de ensamblaje, por lo que temen ser despedidos por caída de la producción.
Sin recibir divisas desde 2013, al menos dos de las tres afiliadas a la Asociación de Industriales, Fabricantes y Ensambladores de Motociclos han tenido que suspender operaciones por falta de material, situación que irremediablemente se extenderá a todo el sector.Al igual que el ensamblaje de automóviles, la otrora próspera industria de motocicletas pasa por el peor momento de su historia.
Investigada desde hacer varios meses por supuestas irregularidades, la empresa mixta de la cual el Estado posee 51% de las acciones fue finalmente intervenida esta semana.
La producción de vehículos en el país sufrió una caída del 72,46% al finalizar 2014 con respecto a las cifras alcanzadas en 2013, informó la Cámara Automotriz de Venezuela (Cavenez) en un informe publicado en su pagina web
En apenas una década, Bera pasó de ser una tienda de motos de segunda mano a una industria con dos plantas que produce más de 230.000 unidades al año. Sus envidiables relaciones con el gobierno le han servido para obtener prebendas únicas en el sector y diversificar un negocio que cunde y atropella las calles