«Esperemos que Brasil pueda resolver sus problemas de forma eficaz», dijo Obama desde Buenos Aires, agregando que se trata de un país «con una democracia madura, con un sistema fuerte que le permitirá prosperar y ser el líder que necesitamos».
Por su parte, su par argentino, Mauricio Macri, apostó a que Brasil, principal socio comercial de Argentina, «va a salir fortalecido de esta crisis».
Tras casi un mes desde el inicio de la agudización de la crisis política en Brasil, Rousseff aseguró el martes que nunca renunciará y denunció un intento de «golpe», ante la multiplicación de iniciativas políticas y judiciales que bloquean el nombramiento del expresidente Lula como su ministro.
«Acá se está produciendo un golpe contra la democracia. Yo nunca renunciaré», proclamó Rousseff en un acto en el Palacio de Planalto, aplaudida por un centenar de abogados y juristas contrarios al juicio político que el Congreso estudia abrirle por presunta manipulación de las cuentas públicas.
El detonante de la crisis brasileña fue la denuncia de la operación «Lava Jato», que desveló una trama de sobornos pagados por grandes constructoras a funcionarios de la estatal Petrobras y a políticos, a cambio de contratos.