Desde el contundente "Maduro, chúpalo", y otros recuerdos alegres de nuestro agitante universo de Redes Sociales, no se ha hablado mucho de la "cándida" presencia del Presidente venezolano y de la multiplicada respuesta visceral que se puede leer entre los usuarios de Instagram.
La búsqueda arroja cerca de 45 resultados. Y si la cuenta no es oficial -a juzgar por la marca de agua, podría serlo-, ésta, en cuestión, se trata de la más nutrida y actualizada. Como si este sondeo fuese el de la vida misma, vemos que no hay una sola experiencia de Maduro relatada en una foto de IG en donde no estalle una burbuja de improperios de todo tipo dentro de los comentarios. Es una especie de «Walk of Shame» virtual.
No es que en Twitter varíe la situación. Solo que la gente en 140 caracteres se permite responder con más ahínco en la frase. Pero el sistema escatológico que enfrenta Maduro en Instagram por parte de sus «seguidores» atraviesa todo el contexto en el que se presente: con la milicia; con el gabinete; junto a Delcy Rodríguez y a Dag Halvor Nylander, oficiante neerlandés favorito de la Revolución en la O.N.U; en un parque infantil diciendo cualquier cosa; o, en una situación de cuidado que nos deja atónitos, un video en donde aparece con Cilia chofereando una camionetota de lujo. Todo lo que haga.
Sabemos que tratar el tema de la desaprobación del personaje no es nada nuevo. Que la exhibición espontánea le atrae huevos y demás proyectiles a la mano. Cualquiera puede comprobar también que, en una de las redes sociales más importantes del momento, la retahíla verbal en contra del mandatario no respeta cómo se muestre. Ojo. Esto de los comentarios no cuentan ni likes ni seguidores, los cuales califican dentro de lo pobre en comparación con otras personalidades influyentes.
Y otra de las razones es que, a pesar de la intimidación o la censura, la gente no va a dejar de trollear al personaje más trolleable de la historia cibernética del país. Ese que precisamente mezcla lo bobo y lo macabro. Este es un buen caso.
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