Venezuela

De "lo que es" y de lo "como que" (y bueno, un poco de la situación-país)

Últimamente he venido escuchando en los medios (sobre todo en la radio, porque radio es lo que más oigo) que hay mucha gente viviendo en esos dos universos lingüísticos y existenciales: el universo de «lo que es» y el universo del «como que».

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FOTO POR: FABIOLA FERRERO

Lo tengo visto desde hace rato, pero ya lo sabemos, entre una cosa y otra, las muletas lingüísticas siempre han estado a la orden del día. Es normal que en el lenguaje oral acudamos al comodín para lograr que el discurso transcurra sin dificultades. Claro que sí, todos los hacemos. Pero tales enlaces son de sobra interesantes, porque, si a ver vamos, son algo más que recursos a la mano. Estos conectores lingüísticos nos ubican también dentro de un grupo, nos incluyen en el redil al que queremos pertenecer, porque a nadie le cabe duda de que el hombre es un animal social y que juntitos somos mejores y nos vemos más lindos.

De allí que usted pueda encontrar a aquellos que pertenecen a las filas del «lo que es» y a los que nutren el bando del «como que».

Si usted se define como emprendedor, habla de negocios, entiende alguna ciencia y de ella habla con propiedad en los programas de radio a los que le invitan, pues usted es de aquellos que habla con el «lo que es» siempre a punto. Si no me equivoco, usted habla un poco regañado, así como Capriles Radonski, que siempre habla como si lo acabaran de regañar y como si él también estuviese ligeramente enojado por causa del regaño.

Acá, para quedar claros, les dejo un ejemplo: «Bueno, somos un grupo de emprendedores que hemos comenzado nuestra propia producción de alimentos veganos. Tenemos lo que es la lenteja, lo que es el tofu y lo que es también la alternativa de la leche, como lo que es la leche de soya, de almendras y de arroz».

¡Ahí estamos, ya usted ha ingresado al universo de «lo que es»!

«Lo que es» no tiene otra característica que ser. Las cosas son como son. El universo de «lo que es» resulta sumamente pragmático. Para el hombre «lo que es» no hay puntos a discutir en cuanto a la realidad: la realidad está allí y la realidad se experimenta desde la práctica, desde la acción.

Por eso la terminología del emprendimiento y del empresariado comprende el amplio espectro del «lo que es». Usted es lo que es, y está claro en lo que es, y nada más. Que nadie le venga con pendejadas. Usted es «lo que es».

El «como que» es diferente. El «como que» vive en el símil, en la analogía, en la representación. Si usted pertenece al espectro del «como que» entonces usted es un artista, tiene un alma delicada y no está seguro de que el mundo sea lo que los demás dicen que es.

Simple y llanamente usted comprende que el mundo es la representación y que la realidad es subjetiva. Las cosas no son lo que aparentan ser, sino que son como alguna otra cosa que hace de símil. Para el hombre «como que» las cosas son como él se las representa, porque él es creador de arte, pero también, al mismo tiempo, crea mundo.

Un diseñador gráfico, por ejemplo, podría ser una persona «como que», un DJ también. Vaya otro ejemplo (y ya esta altura sé que me va a colgar, pero igual sigo): «Bueno, mira, es que yo sentí que al hacer este trabajo era como que estaba aportando algo al país, algo como que diferente, como que tratar de entender desde otra perspectiva la mirada hacia los barrios venezolanos, como que mirando las paredes, y allí en las paredes encontrando como que un alma que nos habla de la gente que vive como que en situaciones de riesgo».

Últimamente he venido escuchando en los medios (sobre todo en la radio, porque radio es lo que más oigo) que hay mucha gente viviendo en esos dos universos lingüísticos y existenciales: el universo de «lo que es» y el universo del «como que».

Por supuesto, puede que haya emprendedores artistas, y que de allí resulte entonces un universo híbrido que nos deje boquiabiertos. Ejemplo:

«Bueno, nuestro trabajo de hacer estas carteras ecológicas tiene lo que es la conciencia ambientalista, que es como que buscar el reciclaje de productos y ahí tenemos lo que es la utilización de la lata, del plástico, de la pepa de mamón y de las cáscaras de la mandarina y de aguacate, que es como que utilizar un amplio margen de desechos para hacer un arte que llegue a lo que es el consumidor final, que es como que una persona así como que muy consciente del medio ambiente».

Nótese que los ejemplos que he dado comienzan con «bueno». Dicha palabra, «bueno», me hace asumir que vivimos en un país repleto de bondades o de gente bondadosa. Aunque también podría pensar que vivimos en el país de los adversativos. Lo digo porque «bueno», en ocasiones, suele usarse para comenzar a adversar la opinión del otro: «Bueno, eso que tú dices no es tan así…».

Por esta vía podría entonces asumir que todos aquellos que comienzan sus respuestas en la radio con la palabra «bueno», de algún modo están dando a entender que la pregunta del conductor del programa les parece una porquería pero que responden porque ya están ahí y no le queda más remedio.

No quiero irme sin antes señalar otro uso lingüístico que estos tiempos es importantísimo y está también en boca de muchos, tanto en los medios como en el día a día; en un café, en una reunión familiar, en la cena de todas las noches, en nuestros hijos quinceañeros y en expertos en cualquier cosa… Hablo de «Situación-país»

Le confieso que no logro entender qué carajos implica decir «situación-país». ¿«Situación-país» es un término técnico, sociológico, filosófico, económico? ¿Aquel que lo usa es porque es economista o es dueño de una encuestadora? Y digo encuestadora porque ahora los dueños de las encuestadoras saben más que un profesor investigador de cualquier universidad del país.

¿Qué implica decir «situación-país»? En serio, ¿somos más cultos cuando lo decimos? ¿«Situación-país» equivale a algo así como a poner al país bajo una lupa y clavarle alfileres para mirarlo con ojo avizor y experto? ¿Cuándo decimos «situación-país» entendemos más la situación del país?

Yo acabo de decir «situación-país» varias veces y en verdad sigo sin entender esta vaina en la que estamos hundidos y que aún llamamos país.

En fin, hasta acá dejo lo escrito. He traído para usted, querido lector, «lo que es» una pequeña observación de algunos recursos del habla en nuestros días, siempre «como que» desgranando el árbol de nuestra «situación-país». «Bueno», los dejo ya, hasta pronto…

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