Venezuela

CRONICA/ Guaidó, la intervención y la gente que nunca supo cuando habló

“¡Intervención! ¡Intervención!”, gritaban parte de los manifestantes cuando Juan Guaidó, reconocido por la oposición y por más de 50 países como presidente interino de Venezuela hasta que haya elecciones libres, logró arribar a la concentración en la Avenida Victoria.

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Hablaba montando en el techo de una camioneta y con un megáfono en mano. El segundo apagón nacional, en menos de dos días, ocurría en ese momento y por ende no había cómo conectar aparatos de sonido a la red eléctrica. Tampoco le fue permitido a la oposición instalar plantas portátiles de energía.

Pero además, parte de la tarima había sido desmontada la madrugada antes por órdenes de agentes de seguridad bajo el mando de Nicolás Maduro. Los policías estuvieron presentes y vigilantes en la movilización, entre ellos el comisario Hernandez (PNB) quien se careo con varios manifestantes al inicio de la jornada.

Lejos del alcance del megáfono de Guaidó, mucha gente ni se enteró de sus palabras textuales.

La jornada de protestas de este sábado dejó claro que la gente comienza a desesperarse. Con todo lo que la palabra indica. Una desesperanza aderezada además con más de 50 horas sin servicio eléctrico.

“Escúchenme, escúchenme, escúchenme”, llegó a decir un Guaidó algo molesto.

“Todas las opciones están sobre la mesa pero todas nos van a necesitar todos los venezolanos” y advirtió que “vienen días duros”.

Los presentes seguían hablando de intervención. Solo lograron calmarse cuando Guaidó anunció dos acciones: llegar hasta el “centro del poder” tras una una gira que realizará por el interior del país con el resto de diputados y cuando mencionó que, “llegado el momento, aplicar el 187…”.

Ese “187” es el artículo de la Constitución que establece las competencias de la Asamblea Nacional y que en su numeral 11 señala que el Parlamento puede autorizar misiones militares venezolanas en el extranjero y misiones extranjeras en Venezuela.

“Estamos cansados. Hay que mover que solos no podemos”, dijo Radames Quiñonez, quien pide apoyo internacional.

“Llevamos demasiado tiempo intentándolo. Mira esto de luz. Se nos está dañando todo. Se nos está muriendo la gente”, exclamó Romina Larta.

Entre los asistentes pareciera haber la sensación de que la oposición sola no puede pero tampoco tienen claro cuál, cómo y en qué consistiría ese “apoyo internacional”.

Lo cierto es que la gente cada vez más pareciera estar menos dispuesta a esperar. Eventos como el apagón pudieran ser detonantes en una sociedad que vive una tensión sin válvulas de escape a la vista.

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