Venezuela

Nuestras medicinas van para Cuba

La Fuerza Armada de Vargas ordenó un operativo para enviar a Cuba 16 contenedores de medicinas que el régimen de Maduro donó a Cuba

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Medicinas. Venezuela tiene el peor sistema de salud según CEOWORLD negligencia médica niña de ocho años domingo luciani
Daniel Hernández / El Estímulo

En el Hospital de Niños de Caracas no hay aparatos de rayos X. Ni medicinas. Tampoco hay laboratorio. El departamento de cardiología está cerrado. La terapia intensiva también tuvo que cerrar sus puertas. Ni hablar de un tomógrafo. Los niños del área de nefrología esperan por trasplantes desde 2017, cuando Fundavene, el organismo encargado de los trasplantes en el país, cerró “por mejoras”. Aún no ha abierto y al paso que vamos, dudo que reabra. El protocolo con los niños es que se trasplanten lo más rápido posible, porque sus venas son muy delgadas y las diálisis tres veces por semana se las van agotando. De hecho, uno de los niños que espera por trasplante tiene el catéter de la diálisis directamente conectado al corazón. Eso sin hablar de las fallas de los aparatos de diálisis, que son continuas.

Todo esto sucede en Caracas, que supuestamente está “aguantada”: eso significa que quienes vivimos en la capital estamos mucho mejor que quienes viven en el interior, pues el régimen tiene terror de que la chispa de la revuelta social haga ignición en Caracas.

Los enfermos crónicos no tienen las medicinas que necesitan. Los trasplantados, por ejemplo, necesitan inmunosupresores de por vida. Pero el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales tiene rato ya que no los distribuye. Y un trasplantado empieza a rechazar el nuevo órgano apenas a los cinco días de dejar de tomar los inmunosupresores. Igualmente, las personas que son HIV positivo necesitan los antiretrovirales para vivir y éstos tampoco llegan. Una sentencia de muerte. Los enfermos de cáncer no tienen quimioterapias porque en Venezuela una persona que trabajó toda la vida y cotizó su seguro social, si se enferma de cáncer o de cualquier otra enfermedad grave, lo más probable es que fallezca si no encuentra personas generosas que la ayuden a comprar los tratamientos.

Y ojalá, ¡ojalá! que el coronavirus no llegue a Venezuela, porque en la precariedad sanitaria que vivimos, no digo yo epidemia… en Venezuela sería algo muchísimo peor.

Este largo introito es para hablar del usurpador. El 1 de marzo, Noticiero Digital reseñó la denuncia del periodista Javier Ignacio Mayorca en Twitter, donde develaba que la Fuerza Armada del Estado Vargas ordenó un operativo especial para enviar a Cuba 16 contenedores de medicinas que el régimen venezolano -encabezado por Maduro- donó a Cuba. Como si esto no fuera poco, también enviarían hojuelas de maíz, cortesía de Agrofanb. La carga estaba prevista de zarpar en un buque de la armada cubana llamado Saturno, el lunes 2 de marzo.

¿Con qué cara puede Maduro ver a los ojos a cualquier enfermo en Venezuela que muere de mengua, si su régimen de lamesuelas está enviando las medicinas que aquí no tenemos para Cuba? ¿Es que los cubanos son más importantes para él que los venezolanos? Su conducta indica que sí.

Un amigo mío lo explica diciendo que Maduro no es el dictador de Venezuela, aunque actúe como tal. Maduro es simplemente el gobernador de Venezuela, que es una colonia de Cuba. Que para él es una obligación entregar todo lo que le exijan los cubanos. Y es cierto. Esto de las medicinas es apenas una fracción del petróleo que diariamente les enviamos, más los negocios que manejan aquí en su colonia más fiel y arrastrada.

Veintiún años de dominación no son poca cosa. Mucho menos para quienes poseen el “know how” de penetrar las mentes de quienes necesitan manipular para llevar a cabo sus propósitos. Aquí Maduro chilla y despotrica de los gringos, que quieren hacer de Venezuela una colonia. Habla del afán expansionista e imperialista de los Estados Unidos, pero la realidad desnuda lo desmiente: somos una triste colonia cubana, más empobrecida que Cuba, enriqueciendo a los jerarcas de aquí y allá, mientras dos pueblos sometidos, hijos de dos libertadores como lo fueron Bolívar y Martí, sufren las consecuencias de esa enfermedad terminal que se llama comunismo.

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