Internacional

¿A dónde se fueron los chamos de "me iría demasiado"?

Ya se cumplieron tres años desde que un grupo de universitarios publicara una tarea que haría estragos. Caracas, ciudad de despedidas es acaso el primer registro que habla de la inmigración criolla, aunque sus maneras no gusten o sean poco profundas. Pero el video metió el dedo en la llaga. Ya no es un estudiante, sino muchos los que dicen “me iría demasiado”

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
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Un grupo de jóvenes debe entregar un documental como tarea universitaria. La evaluación daría la nota final para pasar o no una de las materias obligatorias de comunicación social en la universidad. Los alumnos deciden reunir a otros muchachos para que dieran su opinión acerca la emigración en Venezuela. Se habían dado cuenta de que la mayoría de sus reuniones o fiestas eran para despedir a amigos que partían al exterior. El asunto les preocupaba. Según las primeras imágenes del audiovisual, fue hecho en el 2011. Sin embargo, el 3 de mayo de 2012 vio nacer a Caracas, ciudad de despedidas. Fue publicado en Youtube. La cinta —¡Oh, tamaña sorpresa!— sorprendió a un país entero. Los hacedores, acaso sin tomar en cuenta el poder de las redes sociales o subestimando su influjo, se quedaron con los ojos blancos y sin vista ante lo “viral” del hecho. Al instante de la publicación, la conmoción y malos comentarios pulularon por doquier. El usuario que lo colgó por primera vez se arredró, se asustó…. decidió retirarlo. Mala suerte, ya era muy tarde. Los dislikes ya estaban puestos, las amenazas a los participantes también. Ahora era el país quien daba la calificación a su antojo y con sus propios criterios. Aquí no valía el procedimiento, tampoco “una ayudaita” del profesor, solo el resultado: ese que dio la opinión pública.

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Hijo de las redes sociales, el video parece ser el ícono criollo pop 2.0 del siglo XXI. Para la fecha tiene 410.367 reproducciones. 5.000 “no me gusta” y apenas 900 “me gusta”. “La primera noche en internet me di cuenta de que la gente hacía muchos comentarios negativos en el post. Allí supe que algo no estaría bien”, comenta Johan Verhook uno de los protagonistas. Tanto fue la conmoción que, en mayo, CNN citó a su directora y productoras. Las declaraciones fueron transmitidas en toda Latinoamérica. En junio, Mario Silva, el presentador del velado programa La Hojilla por Venezolana de Televisión, le dedicó toda una edición para “analizar” el corto. En agosto, a tres meses de ser subido en la red social, el ex presidente Hugo Chávez hizo mención, en dejo de burla, por cadena de televisión y radio. Fue oficial: el primer bullying a escala nacional les cayó a estos 10 jóvenes. Siete en cámara y al menos tres en la producción y dirección.

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Después de tres años de la masificación del audiovisual pareciera que ya se dijo todo. La tormenta ya pasó y quienes se expresaron en aquel momento hoy recuerdan el hecho con curiosidad, fastidio y hasta con gracia. Ellos que patentaron en la jerga del venezolano el “me iría demasiado” y el “este del este” también lograron que sus caras se volvieran familiares y que un presidente usara tiempo al aire para citarlos. “No me extrañó que Chávez hablara del video. Él se dedicó a ser una suerte de Don Francisco, más que un presidente, todo para desviar la atención colectiva de lo que era realmente importante. Claro que me reí muchísimo de lo surreal de la situación”, comenta Ivanna.

¿Se fueron demasiado?

A tres años de haber sido citados por cadena nacional, Ivanna, Javier, Paul, Fabiana, Johan, Adela, Raquel y Rodrigo —caras hechoras de esta gracia hecha film— ya están cansados del tema. Para bien o para mal ya dijeron todo al respecto. También tienen cierto recelo y miedo de cómo se descontextualicen las palabras que emitan —suficiente con el video. Están cerrados a hablar del tema. Muchos ya no residen en el país. Y, a pesar del acoso nacional que recibieron, dos de ellos no se fueron —paradójicamente los más “buleados”. “Siento que el sitio para desarrollar mi arte es Venezuela. Aquí es dónde he ejercido mi carrera como director y donde seguiré ejerciéndola”, dice con seguridad Johan. Por otro lado, Paul, cuya cara fue la que adornó la mayoría de los memes, esa que se enmarcaba en un pelo largo, liso a guisa de cintillo, comenta: “me quedé para terminar mi carrera en la Universidad Central de Venezuela”. Él cursa Estudios Internacionales y aunque por el acoso tuvo que retirar un semestre, él insiste en que su meta es graduarse. “La verdad es que con todos los mensajes que recibí por Facebook y las amenazas, fácilmente hubiese podido pedir asilo político, pero no, aquí estoy”, concluye el chamo de la célebre o infame frase “me iría demasiado”. La que lo llevó al estrellado, literalmente.

“Las primeras dos semanas fueron terribles. No dejaba de tener Inbox y mails amenazantes. A mi me afectó mucho más lo que decía la gente a mi alrededor que lo que dijo Chávez en su momento”, dice con convicción Johan. “Me decían ‘ojalá te secuestren’. Al año fue que la gente dejó de reconocerme en la calle”, asegura Paul. Agrega: “Al final yo sé que no soy esa persona que está ahí. Si de dos horas de entrevista, salen a la luz cinco minutos de las frases más chocantes, obviamente el resultado no podía ser distinto”. Pero los que sí se fueron del país, intentan hacer su vida lejos del Ávila y del pabellón o la estación La Hoyada. La directora, Ivana Chávez, está actualmente en Berlín, Alemania. Ya no llama a sus amigos “panas”, sino “oida”. Rodrigo y Fabiana están en Canadá, él estudia cine; Adela vive en Argentina e Ibrahim Akl actualmente reside en Toulouse, Francia.

Caracas, ciudad de las despedidas» no solo fue testigo del éxodo, sino también del aumento de la violencia y la intolerancia de los venezolanos”, asegura Paul. Y algo de cierto hay en esto. Tocó fibras, también hurgó en clamores. Hoy el video está más vigente que nunca. La prueba de eso es que la cifra de inmigrantes venezolanos asciende al millón 300mil. Quizá muchos de sus detractores también partieron. Caracas sí ha despedido a sus hijos. Ivanna, comenta: “Después de todo el rollo, mi hermanito recién graduado del colegio, me dijo: ‘si antes de todo esto me quería ir del país, después de ver la reacción de la gente con tanta violencia y resentimiento, ahora sí me da realmente miedo quedarme”.

Hasta la percepción cambió. Quizá diatribas se volvieron seda. Los comentarios debajo del video, correspondientes al 2015,  fueron transformándose poco a poco. “Hace 3 años nos reíamos de estos chamos, ahora queremos irnos todos de este desastre”, “Resulta que todos los miedos que tenían resultaron ser bien ciertos. Ahora coman patria”, “Este video ya no me molesta tanto como cuando salió. Creo que estamos 10000000 veces peor que cuando se hizo”. Es que detrás del “tono sifrino” —razón principal para la que fueron zaheridos— y de la manera en que fue tratado el tema, estos jóvenes fueron los primeros en hacer viral el tema de migración en el país. Fueron visionarios. A penas a mediados del 2012, después de la publicación, fue que salió a la venta el libro del periodista Carlos Subero, experto en diáspora, La triste alegría de emigrar. “El año de mayor diáspora de venezolanos al exterior fue el 2014” según el Tomás Páez. Hasta la fecha nadie había tirado la primera piedra. Ahora el tema es común y las diversas opiniones se disuelven en un mar de criterios. “El problema fue la situación y en el contexto en el que salió. Yo sí creo que tocamos una llaga”, dice con un tono de resignación Paul. Pero el documental ocasionó heridas por todos lados, sobre todo para sus protagonistas, esos que desde afuera, o desde adentro, le vuelven a dar play para reirse, o quizá darse golpes de pecho.

Para ver el video completo:

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