Héroe anónimo

Julie salva animales de las calles de Naguanagua

De la serie Héroe anónimo, Julie es administradora y administrar sabe, porque comparte su amor en cantidades iguales a los perros y gatos que rescata de la calle. Entrega y altruismo son dos palabras que conoce bien. Sola, sin ayuda de nadie, salva vidas en tanto maullidos y ladridos ofrecen las fieles gracias

Fotografías: Luis Cabrera
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Más de diez perros se alarman por una presencia. Los ladridos no tardan y el extraño comienza a silbar toscamente para tranquilizarlos, pero el volumen de los residentes, de cuerpos y edades variadas, aumenta. Le avisan a Julie Mendoza que alguien anda por allí. Ella no les advirtió que será entrevistada. Parecen molestos por no haber sido informados. Su hermano, de camisa azul y listón en mano, abre la puerta. “Ya llegó el señor”, grita a la dirección de una ventana de diseño clásico como el de la mayoría de las casas de La Entrada, al norte de Naguanagua. Nico, un golden retriever mestizo, no suelta el pantalón del entrevistador. El resto de sus compañeros lo rodean a modo de inspección, algunos mueven su cola de derecha a izquierda al ritmo de jadeos, otros olfatean con cierto recelo. Julie los calma con un “¡Ya! quédense tranquilos!”. Luego le advierte al invitado que no lo dejarán “quieto”, en especial Nico, amante de la atención. La torpe escena culmina con la llegada a una fresca parte que es ahora el lugar para conversar. A unos metros se puede oler la tierra húmeda y escuchar la caricia del viento que estimula el movimiento de las hojas.
Julie se retira unos minutos y vuelve luciendo una franela verde un tanto fruncida. En el lado izquierdo, a la altura del pecho, está cosido un logo de Funbiena, fundación que integra junto a personas como ella, dedicadas a rescatar animales en situación de calle, para después hallar una familia que los adopte. Hace tres años comenzó a trabajar así, pero desde la década pasada lo ha hecho como independiente cuando su hija, llevó por primera vez un gato cachorro. Desde entonces, cualquiera que se encuentre en débiles condiciones físicas, es un grito de auxilio. Por ahí dicen que la calle habla, pero también maltrata y mata. Ella lo sabe, le lastima su moral, por eso los ayuda con atención médica y comida. El proceso es así: lleva al animal a una clínica veterinaria, luego lo alimenta, esteriliza y, finalmente, le busca un hogar. Ese es un caso con final esperado y ha habido muchos. Pero otros son todo lo contrario, la muerte gana.
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Pepe, un gato de dos meses, está vivo a pesar de haber sido arrojado por alguien desde la ventana de un carro en plena avenida. Julie estaba comiendo en un restaurante, vio la acción y creyó que se trataba de un vaso o cualquier desperdicio. Pero los chillidos, salidos de un diminuto hocico felino, fueron las pistas suficientes para acercarse hasta encontrarlo. Hoy está sentado en el hombro izquierdo de Julie mientras ella cuenta la anécdota. Hace poco fue castrado. Ese es el paso más importante: esterilizar porque reduce la población y con hacerlo disminuyen los riesgos para un gato o perro, que son las especies abundantes en las ciudades. Arrollamiento, maltrato o mala alimentación, son mortales para ellos.
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¿Por qué viven en la calle?
—Actualmente la gente está abandonándolos porque no tiene cómo alimentarlos. Se están viendo golden, pincher, dálmatas y cualquier otra raza. Desde hace dos años para acá ha crecido la cantidad. También está relacionada la procreación. Hay muchos que creen que sus mascotas no deben ser esterilizadas o castradas, que deben ser casados como ellos dicen. Bueno, ok está bien. Supón que tienen la primera camada pero tú te quedas con uno y ¿qué pasa con los demás? Hay que hacer hincapié en que hay que esterilizar. Eso es lo que siempre debo hacer.
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¿Qué le impulsa a ayudarles?
—A mí siempre me han gustado los animales porque mi mamá y mi papá son… eran personas que tenían 11 perros. Eso viene de familia y a mí me da dolor ver los animales muy enfermos, que estén pasando trabajo en la calle. Cuando joven a lo mejor no lo veía así porque no tenía la conciencia. Sin embargo, desde niña tuve que si las gallinas, loros, morrocoyes, gatos. Cuando mi hija me traía más que todo gatos, yo le decía que no lo hiciera más pero fue inevitable.
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En la casa de Julie viven 18 perros y 14 gatos. Seis, entre estos aparentes antagónicos animales, serán adoptados. Unos juegan con otros. Pepe, luego de bajar del hombro, persigue a Roco, un pequeño perro mestizo que lo ignora. Pareciera prestar atención a la conversación. Ellos no son los únicos ayudados. En el municipio San Diego, ya hay un grupo de 30 canes que, al mediodía, con tan solo escuchar las cornetas del carro, suelen mover sus colas porque en breves minutos son alimentados.
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¿Su casa es un refugio?
—No. Esta es mi casa. Y como no hay más lugar para ellos yo los tengo aquí. Por ahí me dijeron que me ayudaban siempre y cuando pusiera mi casa como un refugio pero dije que no podía.
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¿Los demás saben que no lo es?
—No. Muchos saben lo que hago y pretenden que cuide a todos, pero no puedo porque no tengo dinero para eso. Con la fundación recibimos donaciones para el tratamiento médico y la alimentación, pero igual no da abasto por los altos precios. Eso por un lado, por otro hay personas que me dicen “ay, tengo un perro en mi casa. Y yo les digo… “¿Ajá?”. Tal vez estaba esperando que lo alimentara porque vio que lo hacía con los de la calle pero si tú tienes un perro en tu casa, así como yo hago, tú también puedes hacer el esfuerzo. O como otras que ven un perro atropellado y me llaman para rescatarlo cuando estoy ocupada en otros casos. Tú sabes dónde está, tú lo estás viendo, lo justo sería que lo ayudaras y entre todos podemos hacer de nuestra parte. Humanamente no puedo con todo. Es fácil, solo hay que tener voluntad.
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Cuando el entrevistador escucha la palabra “voluntad” se le ocurre pedir la opinión de Julie acerca de la Misión Nevado. Esta es una propuesta del Estado. Según la Ley es el poder que, a través de programas como el mencionado, debe solucionar el problema de los animales en la calle. Una reciente nota de prensa de la misión indica la cantidad de perros y gatos esterilizados. Ella dice con vehemencia que quería hablar de ese tema. Sus “niños”, como los llama, sienten la fuerza de la respuesta, comienzan a ladrar durante unos segundos hasta que el silencio se adueña de la sala y el argumento nace.
—Hay una ley que dice que los animales de calle deben ser asistidos por los entes gubernamentales. Antes si acaso hacían jornadas de vacunación contra la rabia, o los ponían a dormir. Ahora no lo hacen tanto. Ahora hay personas que se encargan de hacer el trabajo del Estado y eso hace que no se preocupe por ese problema. Quiero llamar la atención de los entes gubernamentales a que se den cuenta de eso, que es un problema y que de nosotros pueden tener ayuda de cualquier tipo.  Tampoco se trata de dejarles todo a ellos, pero es necesaria una alianza.  Estamos dispuestos a ayudar pero nosotros también necesitamos ser ayudados. Yo me inscribí en la Misión Nevado y quedaron en llamar, pero no pasó. En Maracay tengo entendido que sí funciona, pero aquí solo quedó en palabras. Yo no busco que me paguen pero vamos a decirlo claro y raspao… que no tenga que pagar todo. Yo tengo toda la voluntad pero si corro con todos los gastos fallo.
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Julie es licenciada en Administración de empresas y ejerció varios años pero ahora vende comida. Ese es el oficio que la mantiene, no es suficiente para todo. Los centenares de perros y gatos han sido rescatados por sus medios. Afirma que no es fácil, pero se puede si la voluntad lo permite. Agradece la visita de hoy y procede con abrir la puerta, con tan solo escuchar las llaves, la tormenta de ladridos aviva el patio. Nico salta hacia el pecho del entrevistador en aras de juego. Él le ofrece un puño para que lo olfatee. El tiempo lo acosa pero el perro lo sigue hasta la salida para también despedirse.
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