Al igual que otras aerolíneas, Lufthansa ha tenido serias dificultades para repatriar los ingresos, retenidos en bolívares debido al estricto control de cambio que rige en Venezuela desde 2003, y ya había reducido la frecuencia de vuelos al país suramericano para limitar su exposición.
La compañía informó el pasado sábado que por ahora no prevén el cierre de la oficina central de Caracas. «No nos vamos del país. Queremos seguir atendiendo a nuestros clientes en Venezuela”, señala un comunicado de la empresa.
La data más reciente de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) cifra en 3.750 millones de dólares la deuda que el gobierno mantiene con las aerolíneas extranjeras.