El último montaje
El engaño es tan viejo como la primera tentación del hombre. La culebra, su símbolo, argumentó y finalmente convenció a Adán de que el árbol que estaba colocado en el centro del paraíso terrenal encerraba el secreto que los podía transformar en dioses. Nada más y nada menos que el conocimiento pleno del bien y del mal.