¿Qué tanto puede importarle Venezuela al nuevo presidente de los Estados Unidos, Donald Trump?
Le interesa y mucho.
Pero no precisamente por ser el tercer socio comercial de Estados Unidos en América Latina, después de México y Brasil, y el decimoquinto del mundo de ese país, según datos de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos.
Las razones estarían más vinculadas a los riesgos externos, en la medida que estos puedan afectar la seguridad interna de la nación norteamericana. En especial en temas como narcotráfico, terrorismo y criminalidad, así lo asegura Luis Fleishman, experto en seguridad y profesor de Sociología y Ciencia Política en la Florida Atlantic University.
“Hasta ahora, desde la administración de George Bush y Barack Obama, Washington había subestimado cuánto daño podía hacer en la región el gobierno venezolano. El hecho de que a él (Trump) le preocupa la permeabilidad de la frontera norteamericana en el límite sur sobre quién entra, habla mucho. Y si a eso le sumamos que el Comando Sur declaró que 10% de las personas contrabandeadas por esa zona son de origen sunita árabe, cuya presencia se ha incrementado en Latinoamérica, donde hay países que comulgan abiertamente con ellos como Venezuela, da la impresión de que puede tener un oído más abierto que el que tuvo Obama”, señala Fleishman, autor del libro “América Latina en la Era Post Chávez” (Latin America in the Post Chávez Era”), publicado en inglés en mayo del 2013.
Fleishman se apoya en el discurso del mandatario. Durante la toma de posesión, Trump se refirió a “la delincuencia, las pandillas y las drogas que se han llevado vidas” en Estados Unidos. Asimismo, hizo mención, entre otros aspectos, al terrorismo y a la importancia de proteger las fronteras. Ideas que se muestran ahora en los cambios que refleja la página web de la Casa Blanca en inglés.
“Trump habla de las drogas como una carnicería humana. Si él (Trump) va a comenzar a librar una batalla contra las drogas, la política con Venezuela va a tener que cambiar. Maduro mejor que pongas las barbas en remojo con Trump. Aunque eso no quiere decir que haya una invasión norteamericana, pero sí, de que habrá más presión internacional, porque incluso el status quo en Venezuela no le va a convenir a Trump”, advirtió.
¿Habrá sanciones?
Ante este panorama, expertos y analistas en relaciones internacionales no descartan un endurecimiento de las relaciones entre ambas naciones que promuevan, desde el Congreso norteamericano, nuevas sanciones políticas y económicas en contra de funcionarios venezolanos.
“El Vaticano ya se dio cuenta que el diálogo no sirve para nada y de hecho el Mercosur ya expulsó a Venezuela, por lo que es posible que puedan promoverse más sanciones. A diferencia de Obama, Trump no siente que tiene que rendirle cuentas a alguien”, agrega.
No obstante, los especialistas coinciden en que la naturaleza impredecible del nuevo presidente de los Estados Unidos dominará las relaciones con Latinoamérica, y en particular con Venezuela.
“A pesar de que las preocupaciones de Trump son internas, también busca atacar lo que puede afectar sus intereses. Venezuela va a estar en la agenda porque hasta ahora la política de Obama fue de acercarse a dialogar y no dio resultado. Va a cambiar el tono porque ya nadie duda de lo que pasa allí. Venezuela se convirtió en un país que está desestabilizando a la región”, opina Casto Ocando, periodista de investigación independiente en diversos medios hispanos en EEUU.
Ocando añade que las presuntas denuncias e investigaciones ante la justicia estadounidense contra funcionarios o personas involucradas con el gobierno venezolano, también repercutirán en las relaciones entre ambos países.
“El chavismo-madurismo está preparándose para que el nuevo vicepresidente, Tareck El Aissami, llegue al poder, pero él como muchos otros, está siendo investigado en Estados Unidos. No solo eso, Venezuela y Pdvsa están en la mira de la justicia norteamericana”, afirma.
El futuro de Shannon
Mientras se confirma la designación de Rex Tillerson como secretario de Estado, la diplomacia estadounidense permanecerá en manos de Thomas Shannon, elegido durante la administración de Obama como su representante ante el gobierno venezolano. Shannon fue, además, el más cercano ante los altos jerarcas del chavismo radical como Diosdado Cabello.
Sin embargo, especialistas consultados señalan que su actual participación como parte del equipo de transición de Trump, se debe a que, por los momentos, el nuevo presidente no ha designado quién será su equipo de gobierno en Latinoamérica.
“Si Trump lo ha dejado, es por comodidad. La cuestión es qué va a pasar después con él y si se apega a la nueva política de Trump. Shannon representa la burocracia en el Departamento de Estado, la política fracasada y pasiva de Obama de no presionar para aceptar el referéndum revocatorio que impulsará un cambio democrático en Venezuela. Las sanciones que se han aplicado sobre la cúpula del gobierno chavista, a raíz de la violación de Derechos Humanos, fueron mínimas, y bajo presión del Congreso, y eso lo sabe Trump”, apunta Fleishman.
El peso de Putin
Para el internacionalista Luis Carlos Álvarez, las futuras relaciones de Trump con Venezuela pasan primero por Rusia y por los intereses que esta pueda tener con el país petrolero. Álvarez es de los que piensa que Trump no hará cambios significativos en su trato diplomático con Venezuela.
“La relación puede mantenerse igual a la que se dio con Obama. No van a ver grandes cambios en la política. Puede haber sanciones por parte del Congreso, pero el grueso de una política o impulsar en la OEA mayores presiones, no veo a Trump tomando la iniciativa. Él va a voltear la mirada por su visión proteccionista, que lo que busca es fortalecer el espíritu nacional y porque además coincide en muchos aspectos con Rusia”, argumenta.
En días pasados, el gobierno ruso emitió un comunicado en el que rechazaba las acciones del poder legislativo venezolano, representado por la oposición, a propósito de la marcha convocada por la disidencia el 23 de enero.
Analistas prevén un giro en la política exterior de Estados Unidos, en especial en las relaciones con Rusia, enemigo histórico, con quien pudiera existir un mayor acercamiento, sobre todo tras las sanciones impuestas por Barack Obama a Vladimir Putin por la anexión de Crimea y el conflicto con Ucrania.
¿Cuál será la política con Latinoamérica?
Por los momentos, el presidente Trump no ha designado ni su equipo de gobierno ante Latinoamérica, ni la política que establecerá con la región. Especialistas auguran que el nuevo líder de la Casa Blanca tendrá más control sobre el Departamento de Estado y su política exterior.
Algo es cierto. Aunque para Trump su mayor prioridad es los Estados Unidos, el otrora magnate y hombre de negocios conoce de primera mano la situación en Venezuela. Ya sea como anterior dueño del concurso Miss Universo o como propietario de un reconocido hotel, ubicado en El Doral, condado donde reside una buena parte de la comunidad venezolana en el estado de Florida.
Más que eso, Trump se ha rodeado de figuras que están al tanto de la crisis actual en la nación petrolera, algunas de las cuales se destacan por ser miembros de su nuevo gabinete. Entre ellas destacan John Kelly, el nuevo secretario de Defensa de la Nación y antiguo jefe del Comando Sur, quien conoce muy de cerca Latinoamérica y que fue señalado por el gobierno de Nicolás Maduro por hacer unas declaraciones en 2015 cuando fue interrogado en una entrevista en CNN en español sobre la situación en Venezuela.
Otro miembro importante es Rex Tillerson, designado como secretario de Estado y antiguo presidente ejecutivo de la Exxon Mobil, la sexta compañía petrolera más grande del mundo (según la revista Fortune), y quien demandó a Venezuela por incumplimiento de pagos durante el proceso de estatización.
Tillerson dejó ver durante su audiencia de confirmación en el senado que buscará el apoyo de otros países en la región para lograr una transición democrática en Venezuela. A esto se suman las presiones que, se prevé, puedan surgir desde el partido Republicano en el Congreso, a través de los senadores Marcos Rubio o Carlos Curbelo.
Tampoco es muy casual la invitación de venezolanos a la toma de posesión de Donald Trump como la del empresario y banquero, Nelson Mezerhane, anterior propietario de Globovisión y del desaparecido Banco Federal.
Cualquiera que sea la política de la nueva administración de Washington con la nación petrolera, lo cierto es que Donald Trump conoce más a Venezuela de lo que se cree.