Salud

Una semana de lacrimógenas habría pagado 40.000 vacunas para niños

Por cada lacrimógena que se lanzó durante solo una semana de los tres meses de protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro dejaron de aplicarse seis vacunas contra el rotavirus o tres vacunas contra el neumococo, dos de las inmunizaciones para niños que desde hace meses presentan grave escasez

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Foto: AVN

En promedio, el gobierno utilizó hasta $280.000 durante una de las semanas de mayor represión contra las manifestaciones opositoras, calcula la periodista Rocío San Miguel, especializada en la fuente militar. Estima un costo de $40 dólares por munición y un aproximado de 1.000 bombas arrojadas diariamente en distintos puntos del país.
De haberse invertido en compras de medicinas a través del Fondo Rotatorio de la Organización Mundial de la Salud, esa cantidad de dinero se hubiera traducido en 43.076 vacunas contra el rotavirus ($6,50 cada una), que previene la diarrea, o en 21.789 dosis contra el neumococo ($12,8 cada una), para evitar infecciones, meningitis o neumonía.
A pesar de que esas dos inmunizaciones son las más escasas en Venezuela desde hace más de un año, el Ministerio de Salud no las incluyó dentro del Plan de Vacunación Nacional que anunció para el mes de agosto.
El ministro Luis López prometió que en 15.000 puntos se aplicarían inyecciones contra el toxoide tetánico, la trivalente viral, la antihepatitis, la antipolio y la pentavalente de forma gratuita durante 30 días.
Se desconoce la cantidad de dinero que se empleó para este programa, así como tampoco se sabe a ciencia cierta la cantidad y la procedencia de las vacunas a aplicar. Lo que sí dijo López es que, en total se colocarían 10 millones de dosis.
18 días después la meta luce poco probable, pues el propio ministro aseguró en declaraciones a Venezolana de Televisión que se habían administrado 1.472.486 dosis, apenas 14,71% de la meta planteada.
Hasta Cúcuta

Para quienes tienen niños pequeños, la escasez de vacunas contra el rotavirus y el neumococo les ha exigido expandir su horizonte de atención sanitaria.
Luis González es padre de un niño de 3 meses de edad que nació en el Hospital Universitario de Los Andes. “Hemos estado pariendo las vacunas”, dice por teléfono.
Estuvo a punto de ir hasta el páramo a buscar las primeras inyecciones que necesitaba su bebé, cuando corrió con la suerte de que las enfermeras que atendieron el parto le avisaron que habían llegado algunas dosis al hospital y le reservarían el puesto.
“Hace dos semanas le pusimos otras que necesitaba que estaban en el ambulatorio por lo del Plan de Vacunación, pero no había las más importantes que son la neumococo y la rotavirus. Esas sí no aparecen en Mérida”.
Ahora se debate entre viajar más de 12 horas hasta Caracas para encontrar algún consultorio privado que cuente con las vacunas o cruzar la frontera hacia Colombia.
“En Cúcuta hay un ambulatorio que está aplicando vacunas gratis tres veces a la semana. Para los venezolanos están dando 20 números. Pero hay que estar tempranito. Eso significa dormir en San Antonio del Táchira y pararse de madrugada. Más los gastos”.
La escasez acentuada y prolongada de las inmunizaciones contra rotavirus y neumococo no tiene explicación lógica.
“No hay ninguna razón para suspender la rotavirus, que se introdujo en 2005, y que tuvo buenos resultados porque hubo una reducción en las tasas de incidencia de diarrea en niños menores de un año en los 4 o 5 años subsiguientes. Debe ser una razón de costos”, especula José Félix Oletta, ex ministro de Salud.
Tampoco hay justificación para que la cobertura contra neumococo e influenza haya caído desde 2011, según cifras divulgadas por el propio Ministerio de Salud en sus Memorias y Cuentas, ni de por qué la vacuna contra el VPH que se incluyó en el esquema nacional hace dos años nunca llegó al país.
“Tampoco se sabe por qué no se incluye la cobertura obligatoria contra la fiebre amarilla para personas que viven en zonas de alto riesgo, como Amazonas, Bolívar, Delta Amacuro, Apure, Barinas y Zulia. Ahí hay municipios de alto riesgo donde no se ha hecho una vacunación masiva desde hace al menos 10 años”, apunta Oletta.
La culpa es del imperio

A pesar de que Venezuela tiene cuatro años atravesando una crisis de salud cada vez más cruenta, la presidenta de la Asamblea Constituyente chavista, Delcy Rodríguez, aseguró que la falta de medicamentos se debía las sanciones impuestas por el gobierno de Estados Unidos.
“Teniendo nosotros barcos en la costa cargados con medicamentos y con alimentos, Venezuela no tiene cómo hacer el pago de esos bienes esenciales para la población venezolana. ¿Por qué? Porque hay un bloqueo financiero contra el país».
No obstante, históricamente los recursos de la nación no han sido bien aprovechados. Al menos no en el área de la salud, y específicamente en la adquisición de vacunas.
La Memoria y Cuenta del despacho de Salud del año 2014 reconoce que se utilizaron 80 millones de bolívares para comprar a Cuba 2,3 millones de dosis de vacuna pentavalente, por un costo de $5,33 dólares cada una, cuando ese año el Fondo Rotatorio ofrecía esa misma inyección en la mitad del precio, $2,5 por dosis.
Lo mismo ocurrió en 2015. Cada pentavalente comprada a Cuba costó $3,03 cuando la OMS la tenía en $2,26.
La cobertura y los efectos epidemiológicos del programa de vacunación que abandera Luis López serán un misterio hasta que, con suerte, ocurra una nueva filtración de los datos que con tanto celo guarda el Ministerio de Salud tras la eliminación del Boletín Epidemiológico Semanal y la suspensión de la publicación de las Memorias y Cuentas.





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