Venezuela

Llegó el cambio a la Asamblea Nacional

La sesión de instalación del Parlamento estuvo a punto de acabar a trompadas. Sin embargo, la sangre no llegó al río. El presidente de la Cámara, Henry Ramos Allup, reiteró que en seis meses definirán un mecanismo constitucional para cambiar al Gobierno

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FOTO: MIGUEL GUTIÉRREZ | EFE

El Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) cuestionaba a la oposición cuando, a manera de protesta, abandonaba la Cámara. En su primer día como minoría en la Asamblea Nacional, el chavismo hizo lo mismo que tanto criticó.

Luego de que se juramentara la nueva directiva del Poder Legislativo venezolano, presidida por Henry Ramos Allup (AD-Caracas), y denunciando una supuesta violación al Reglamento Interior y de Debates, los miembros de la bancada chavista se escabulleron del hemiciclo de sesiones. Diosdado Cabello (PSUV-Monagas), Cilia Flores (PSUV-Cojedes), Elías Jaua (PSUV-Miranda), Carmen Meléndez (PSUV-Lara). Una a una, las figuras que han concentrado el poder en Venezuela durante 17 años, resolvieron salir del recinto ante la imposibilidad de imponer su ya desvencijada aplanadora.

Más que un gesto de reclamo, la partida de los oficialistas pareció formar parte de una estrategia para aguarle la fiesta a la nueva mayoría. En dos platos: una especie de guarimba institucional. Antes de marcharse, los rojos se montaron en la tribuna de oradores para sabotear la intervención del jefe de la fracción de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), Julio Borges (PJ-Miranda), y forzaron de tal manera la barra que la sesión de instalación casi termina a los golpes.

En la esquina roja, los más ofuscados eran Francisco Torrealba (PSUV-Portuguesa), Héctor Rodríguez (PSUV-Bolívar) y Pedro Carreño (PSUV-Delta Amacuro). En la azul, el joven Juan Requesens (PJ-Táchira) valía –y pesaba- por tres.

Arriba, en el palco de invitados, se reproducía un cuadro similar. La mayoría simpatizaba con la MUD, pero los más ruidosos eran los chavistas. En ese bullicioso grupo destacaba la directora de AN Radio, antigua asistente de Cilia Flores y viceministra para la Suprema Felicidad, Carolina Cestari, quien realmente no se veía muy feliz por el ascenso de sus enconados rivales políticos. Al expresidente de Colombia, Andrés Pastrana, presente en el salón, le gritaron “¡asesino!”, al igual que a Lilian Tintori y Antonieta de López, esposa y madre del encarcelado líder de Voluntad Popular, Leopoldo López, quienes desplegaron una pancarta que rezaba “¡Amnistía ya!”. Todo esto ocurrió ante la mirada del nuncio apostólico, Aldo Giordano.

Cuando los asambleístas rojos pusieron pies en polvorosa, sus simpatizantes los siguieron. La tranquilidad volvió al hemiciclo y Ramos Allup pronunció su primer discurso como jefe del Parlamento. Reconoció que los venezolanos quieren diálogo y paz, y manifestó su disposición a sentarse con el presidente Nicolás Maduro. Sin embargo, aclaró que ese eventual acercamiento debe ser público y sin ceder en tres elementos fundamentales: recuperar la independencia de la AN, amnistía para los presos y perseguidos por razones políticas, y buscar una salida constitucional para la “cesación” del Gobierno de Maduro.

El líder de la Cámara reiteró lo que ha dicho en distintas ocasiones: que trabajarán para que en un plazo de seis meses se defina un mecanismo constitucional, pacífico, electoral y democrático que permita un cambio de Gobierno en el país. “Se trata de cambiar lo que está mal”, enfatizó el legislador.

Ramos Allup subrayó que la AN cumplirá a cabalidad con todas sus funciones y ejercerá controles sobre el resto de los poderes públicos. En particular, envió un mensaje a la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, advirtiendo que no permitirán que se convierta en una especie de Consejo Nacional Electoral (CNE) ni que usurpe las competencias del Parlamento. “Quien nombra, disciplina”, subrayó, tras acotar que son los diputados quienes designan a los magistrados del TSJ.

Volvieron los medios

La entronización de la nueva mayoría marcó el regreso de los medios de comunicación independientes al hemiciclo de sesiones. Echados desde finales del quinquenio 2005-2010, bajo la presidencia de Flores, reporteros, fotógrafos y camarógrafos pudieron retornar al palco de prensa para cubrir las incidencias del evento. “¡Volvimos!”, celebraban los colegas sin ocultar su emoción.

En total, se juramentaron 163 diputados, 109 opositores y 54 chavistas. La Cámara está conformada por 167 curules, pero en este momento cuatro están en el limbo por la impugnación de los resultados del estado Amazonas por parte del PSUV.

Mientras avanzaban los preparativos de la sesión de instalación, chavistas y opositores conversaban en sana paz. Ramos Allup y Edgar Zambrano (AD-Lara) estrechaban las manos de Carreño, Cabello y Flores. Los antiguos dirigentes estudiantiles Stalin González (UNT-Caracas), Miguel Pizarro (PJ-Miranda) y Héctor Rodríguez conversaban en el hemiciclo. La exdiputada María Corina Machado pasaba a saludar a la bancada opositora. El secretario ejecutivo de la MUD, Jesús Torrealba, entrevistaba a Ismael García (PJ-Aragua). Los gobernadores de los estados Miranda y Lara, Henrique Capriles Radonski y Henri Falcón, declaraban a los medios desde un terreno que tuvieron vedado por una década.

Sin embargo, una vez comenzó la verdadera acción, las sonrisas y buenos modales quedaron a un lado. Rodríguez la emprendió contra Ramos Allup por considerarlo un representante de la vieja política. Luis Florido (VP-Lara) acusó al chavismo de robarse hasta el dinero que se destina a los niños con cáncer. Tania Díaz (PSUV-Caracas) responsabilizó a la MUD por las muertes que se produjeron durante las protestas de 2014. Y Américo de Grazia (LCR-Bolívar) tachó al oficialismo de corrupto y le echó en cara que supuestamente ha otorgado pasaportes diplomáticos a narcotraficantes.

Descendido de las alturas del poder parlamentario que disfrutó durante cuatro años, Cabello observó tranquilo los toros desde la barrera. Intercambiaba opiniones con Flores, a veces sonreía. Solo se alteró cuando el chavismo interpretó que la intervención de Borges violaba el reglamento. Entonces, se levantó de su curul exaltado, gesticuló, discutió con Juan Miguel Matheus (PJ-Carabobo) y amagó con subirse a la tribuna de oradores. Minutos después, recuperó la calma.

Ramos Allup y Carreño protagonizaron su primer contrapunteo. “Diputado, estese tranquilo que aquí cambiaron las cosas”, le advirtió el jefe de la AN a su colega del PSUV, para después recordarle: “El tiempo (de las intervenciones) lo marca la directiva de la Cámara”. Es decir, ahora es el secretario general de AD quien toca la campana.

Pese a las descalificaciones y empujones, en esta primera sesión la sangre no llegó al río. Culminado el debate, Ramos Allup se trasladó hacia su despacho, donde lo esperaba su antecesor, Diosdado Cabello, para firmar el acta de entrega del cargo. Un testigo del encuentro asegura que cuando el adeco arribó a su oficina, le dijo al chavista con una sonrisa: “¡Llegó el cambio!”.

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