Aquí alguien huele a marihuana
Per/fumones del mundo, uníos. Ventea mucho como para humear en paz y podrían despojarlos hasta del riquito olor de la marihuana. ¡Pero no se dejen! La industria se la fumó primero
Los hedores le hacen sangrar la nariz, vapuleada por la tozudez de otorrinos ortodoxos que lo alejaron de la sumillería: tres pases por el quirófano le (des)entonaron la sensibilidad nasal.
El gusto -siempre hedónico- por las fragancias le viene de pequeño, afilado ya de adulto por años en la trastienda de otro intangible: la imagen de marca. En esa área ha oficiado como pr para destilados suecos, la champaña de la maison Belle Epoque, galerías de arte, tiendas de diseño local y lo más pinacular del prêt-à-porter italiano. Puro privilegio entreverado con películas de portentosos estudios.
Disfruta el joropo llanero, le intimida que le atinen al perfume que lleva, y de momento se entretiene con un doctorado en Humanidades.
Per/fumones del mundo, uníos. Ventea mucho como para humear en paz y podrían despojarlos hasta del riquito olor de la marihuana. ¡Pero no se dejen! La industria se la fumó primero
Con una rotunda X mandó a volar al pajarito de Twitter, y con esta broma en botella llamada Burnt Hair, el magnate sudafricano patea el olfato de propios y extraños ganados por la idea de olerle las bufonadas
Dos historias en apariencia sin relación alguna, se cruzaron para formar un fenómeno cinematográfico y hasta una criatura ya casi mitológica que debería tener su propia fragancia
La industria del plagio seduce y sorprende: ¿cuál es la posibilidad de encontrar fragancias de elevado costo, como Santal 33, en pleno centro caraqueño? Muchas, gracias al enigmático "uno-uno"
Conocedor de asuntos de moda, cine y filosofía, Roberto Colmenares también se adentra en el mundo de la perfumería, una gran y compleja industria en la que se cruzan oficios ancestrales, arte, seducción, marketing y negocios. Comenzamos hoy este experimento llamado "Oleer"