Opinión

Aquí alguien huele a marihuana

Per/fumones del mundo, uníos. Ventea mucho como para humear en paz y podrían despojarlos hasta del riquito olor de la marihuana. ¡Pero no se dejen! La industria se la fumó primero

marihuana
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En Venezuela ya no se puede vapear, o al menos hacerlo con serenidad, pues ahora está proscrito por disposición publicada en Gaceta Oficial N° 42.682. Esta prohíbe los “sistemas electrónicos de administración de nicotina” o los “sistemas electrónicos similares sin nicotina”, amén de todo lo relacionado con estos sucedáneos del cigarro de siempre, el full plomo con nicotina y alquitrán.

Abundan quienes celebran, pues no conformes con asistir al destierro de un cigarrito y un café de los espacios públicos, o a la ya improbable peste nicotinosa impregnada en ropa, cabello y piel tras el quede en el antro de turno, ahora se solazan enterados del ya no más al vapeo con o sin nicotina, huela a nada o a patilla. Cero. No se puede.

Lo de echar humo no está fácil acá, ya sea de tabaco torcido, cigarrillo o de un porro. Están las disposiciones legales, la vecina de abajo se queja desde su balcón, la conserje que barre y barre colillas en la PB del edificio. ¡Hasta algunas mascotas estornudan! ¿Se imaginan a la bruja del Junquito: cambio de ramo por no poder fumar tabaco? Nosotros a contracorriente de un mundo cada vez más licencioso, para bien o para mal, con el uso y consumo de, por ejemplo, marihuana y afines. Sea por recreación o salud, vayan y siembren su matica, aunque a veces lleguen noticias ¿apocalípticas? como esta: Ámsterdam prohíbe fumar cannabis en el Barrio Rojo. ¿Y a qué iremos hasta allá? -se sofrenan quienes planeaban llegarse-. Tan rico el olorcito ese mientras se distrae uno viendo vitrinas…

El de marihuana pareciera no estar en vías de ser un aroma perdido. Todo lo contrario. Hará una quincena de años -era yo editor de una revista de tendencias de moda- cuando me regodeaba (h)ojeando un trend book y me topé con la imagen hiperreal de una hoja de cannabis, no recuerdo si índica o sativa: hasta la pelusilla se le veía. ¡Lo lograron, mariguanos, a celebrar en el chirri! La mafafa como nueva golosina de la industria de la moda.

Yo guardaba como único antecedente los jeans de Armani en fibra de cáñamo, mas para mí el despunte fue ese aparte dedicado a la hierba en aquel reporte de tendencias. Ya para entonces un visionario de la perfumería había tomado mota. Perdón, tomado nota. Y como contaré más adelante, plantó un precedente, la referencia a no perder de vista.

De momento y para no andar desprevenidos porsia a la autoridad le da por cancelar, digamos, el aroma del hachís, tengamos apuntadas estas opciones útiles para, por lo menos, amariguanarse el estilo.

Bad Boy Le Parfum de Carolina Herrera (2021). Si mi piel reaccionase como un blotter y usase esta creación de Fanny Bal, Bruno Jovanovic y Nicolas Beaulieu, sería yo un porro andante. Pero no. En el secante la fragancia persiste por su mota potable y casi acaramelada, aunque en el dorso de mi mano evoluciona hasta acabar como cualquiera de las otras tantas de la casa Puig, algo entre avainillado y dulzón. Yo no la conozco, pero quienes usaron 212 Vip Men Party Fever -lance de 2018 mas de la línea CH y ya fuera de circulación- le reconocen en el uso matices de sativa más literales y persistentes. Pero como la disponible es Bad Boy Le Parfum, sugiero ponerla en el brazo, en un papelito y comparar; quizá coincidan conmigo.

Green Bubble de JusBox (2018). Esta marca es como una rocola pero de perfumes y por su pura pinta ya me ganó. Sus empaques inspirados en los de compact discs musicales incorporan un folletico como aquellos de las líricas, pero con info de la fragancia + la playlist correspondiente. Los frascos son de 78 ml (referencia precisa a las 78 rpm de los primeros discos fonográficos) y la tapa remeda los nostálgicos vinilos.

Cuando supe más del rollo sinestésico de JusBox -el de ofrecer “melodías olfativas”- ni necesidad tuve de olisquear sus productos: me haría con cualquiera. Y bueno, cayó Green Bubble, firmado por Julien Rasquinet con tumbao a reggae verde + punto de almíbar: el propio para usarlo cuando en enero de 2024 estrenemos en cines de Venezuela “Bob Marley. La Leyenda”.

Music Festival de Replica. Aunque esta también va de música, no le puse el ojo por eso sino por una cierta pleitesía mía para con Martin Margiela. Su disruptivo anonimato, tan impropio de los diseñadores de moda, me parecía rock; entonces cuando supe de su línea de perfumes me debatí entre dos, MF uno de ellos. Conseguí par de muestras, las testeé bastante y ganó el otro; pero a Music Festival de 2017 lo recuerdo muy bien: no lo preferí pues lo percibí jiposo, como si fuese yo tras la cansina comparsa de hare krishnas por el bulevar de Sabana Grande. A quien guste lo incensado le sentará bien. Advierto: el propósito de la línea Replica (recrear evocaciones en un aroma) calza con el ánimo de Margiela; sin embargo, las fragancias per se se alejan de su transgresor espíritu.

George de Carine Roitfeld. Cuando iba a los desfiles de p-à-p en Milán o París, ella era la milf del front row: empoderada al 100% pero de puro estilo. Con ese talante Carine propuso 7 Lovers en 2019, una colección con igual cantidad de fragancias inspirada en siete amantes… ¿reales o imaginarios? Allá ella. Antes de la encerrona pandémica puede probarlas en Jovoy París, y dos me llamaron la atención: Orson, porque especificaba haba tonka (sarrapia) venezolana entre sus notas, y George, del perfumista Yann Vasnier, por sus agradables puntos florales con weed sobre una base amaderada entre clásica y pesada. Quizá por eso pararon las ganas de traerme, al menos, la presentación de 10 ml.

Black Afgano de Nasomatto. Con este perfume de 2009 llegó Alessandro Gualtieri a mi repertorio. Él sería pionero al apostar de frente a la mota como acorde perfumístico, recurriendo a la denominación y matices de la célebre variedad desarrollada en Afganistán por artesanos diestros en el prensado de flores de marihuana para volverlas una fragante pasta oscura. Para mí este extracto de perfume es el culmen de la mafafa en perfumería; seguramente habrá varios otros, pero BA es mi señero y no acepta descripciones, si acaso par de sugerencias: ojo con esprayarlo tan cerca de la ropa blanca, y si precisan de una atmósfera (a)cogedora impregnen con BA un secante y déjenlo estratégicamente por ahí…

Por cierto, acá en Caracas lo he visto a buen precio, y si lo van a llevar ¡mosca! con gato en vez liebre: la tapa del original es de carbón de roble.

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