Crónica

Las andanzas y añoranzas de los venezolanos en Irlanda

Fue en 2011 cuando Irlanda empezó a resonar en la prensa local como destino idóneo para quienes querían abandonar el país: eran los tiempos en que Cadivi-Cencoex otorgaba divisas sin tanto problema y el extranjero podía estudiar y trabajar simultáneamente. 2014 fue un año difícil. En ese período se cerró el grifo. Hoy, en el día de San Patricio, inmigrantes criollos recuerdan las penurias de entonces en el país que los acogió

Composición fotográfica: Mercedes Rojas Páez-Pumar
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Dublín, Irlanda, enero 2014

Cinco escuelas privadas fueron cerradas por irregularidades por parte del Estado venezolano en el pago de divisas estudiantiles.

Caracas, Venezuela, enero 2014

En las inmediaciones de la Torre Clement de El Rosal, Caracas, donde funciona el Consulado Honorífico de Irlanda, la prensa documentó las largas colas de estudiantes venezolanos en aras de legalizar sus papeles para abandonar el país. El consulado llegó a atender hasta 125 trámites por día.

Veracruz, México, diciembre 2014

En la XXIV Cumbre Iberoamericana sobre Educación, Cultura e Innovación, el vicepresidente Jorge Arreaza denunció el “robo de cerebros” por parte de empresas extranjeras. “Queremos poner una alerta sobre la movilidad, porque la hemos sufrido. En Venezuela no solo sufrimos la fuga de cerebros (…), también sufrimos el robo de cerebros”, dijo.

Cifras a la sazón que más convenga

Aquello de que las estadísticas no mienten, en Venezuela, es periódico de ayer. Las cifras oficiales —cuando hay— mienten, y mucho. La segunda Encuesta Nacional de la Juventud, presentada en 2013 por el Ministerio de la Juventud dice que 78% de los venezolanos quiere quedarse en el país, mientras que en el informe La emigración desde Venezuela durante la última década del Banco Mundial, salta la cifra de 521.620 venezolanos en el exterior para 2010.

En el caso de Irlanda, para 2011 el Departamento de Justicia e Igualdad irlandés registró 444 venezolanos en el país; en 2012 llegó a ser de 1084, repuntando en 2013 con 2413 y para 2014 se registraron más de 2500, cuyo estatus está en veremos por los nuevos controles migratorios impuestos por el país ante el éxodo masivo de criollos.

Cruzar el charco, vivencias sin estadísticas

El currículum europeo de Omareliz data de 2013. Con residencia en 14 Frederick Street North, su experiencia profesional en lengua sajona da fe de haber sido recepcionista de hotel; mucama; cajera en una cafetería; mesera; traductora en el Trinity College University; profesora de español y reportera en una revista ibérica con sede en la capital irlandesa. Pero detrás de sus periplos laborales extranjeros está el currículum criollo, de cuando vivía en la urbanización Montalbán: es licenciada en Letras de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab) y cuenta con un postgrado en Periodismo y Ciencias de la Información.

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A ambas ramas supo sacarles provecho en Venezuela: fue coordinadora de la sección Mundo del diario Tal Cual; Relacionista Pública de NewsPress Comunicaciones, —“una compañía que presta asesoramiento comunicacional a diversas empresas como el Banco Caroní y el Hospital de Clínicas Caracas”, cuenta— así como productora y asistente personal de Leonardo Padrón.

El caso de Benjamín no es muy distinto. Cursó estudios de Economía en la Universidad Central de Venezuela (UCV) y una especialización en Finanzas que dejó inconclusa por la posibilidad de hacer un Master and Bussiness Administration (MBA) en Sevilla. Su primer trabajo fue en Procter & Gamble haciendo inteligencia de mercado; de allí pasó al sector público en el Fondo de Compensación Interterritorial “del que me ‘fueron’ por no asistir a las marchas y tener una opinión crítica contra el gobierno”, para terminar en las oficinas del diario El Universalcomo especialista de mercadeo.

Ese último trabajo lo dejó cuando se abrió la posibilidad de irse a Sevilla.

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¿Y qué pasó?

—No me aprobaron Cadivi.

¿Fue así que decidiste irte a Irlanda?

—A Irlanda vine por inocente e incauto. Varios conocidos residenciados en Dublín me dijeron que les habían aprobado Cadivi y por otro lado, leí que Irlanda estaba abriendo puertas a grandes empresas por lo que pensé que, con mi perfil, podía encontrar un buen trabajo.

¿Y fue así?

—No de inmediato. Aquí se cumplió aquello que tanto escuché sobre historias de venezolanos en el extranjero, que terminan siendo Kitchen Porter, algo así como pinche o ayudante de cocina. El caso es que terminé metido de cabeza entre corotos, no sin antes haber sido lo que aquí llaman rickshaw, que es manejar una especie de bici-taxi en la que puedes a llevar personas a punta de pedalear. Mi experiencia como rickshaw duró casi un año, del que los primeros cuatro meses los pasé trabajando seis noches por semana de 9:00pm a 6 o 7:00am. Fue un trabajo de emergencia que me ayudó a subsistir por un tiempo.

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¿Y la parte académica?

—Seguí haciendo mi curso de inglés y otro de emprendimiento en el Instituto Tecnológico de Dublín. También hice una pasantía en una pequeña empresa irlandesa de accesorios electrónicos.

¿Y ahora?

—Trabajo como Bussiness developer en otra pequeña empresa irlandesa especializada en artículos de limpieza. No será el trabajo de ensueño, pero es un comienzo.

Ligia es economista y fue a Irlanda con el único fin de estudiar inglés. Decidió quedarse al ver cómo había empeorado la situación en Venezuela y consiguió trabajo como conserje —que aún conserva— y actualmente hace pasantías en una compañía de Training & Consulting sobre comercio internacional. “Mi área es mercadeo en promoción de los cursos y campañas. Allí me enseñan a manejar el sistema para realizar letras de crédito”.

La parte fea

Estos tres personajes son una muestra ínfima del universo de venezolanos que reside en la capital irlandesa. Entre recepciones, bicicletas, lavaplatos y conserjerías, lograron cierto estatus que les permite seguir haciendo vida —“mejor vida”— en la ciudad europea. Pero así como al final hay recompensa, el trayecto no fue sencillo. En su faceta de recepcionista, Omareliz se fracturó dos dedos al cerrársele una puerta en la mano izquierda y tuvo que cubrir el turno completo, de 5:00pm a 9:00am, con los dedos rotos. “Siempre he tenido claros mis derechos como ser humano, pero cuando eres extranjero empiezas a darte cuenta de que no tienes los mismos beneficios que una persona que nació en ese país. Es lógico. Pero es ahí cuando entiendes que eres considerado ‘ciudadano de segunda’ y es un estigma con el que tienes que luchar arduamente”, explica.

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Para Benjamín, la violencia es intrínseca sin importar la geografía. “Todo lo que he vivido y trabajado en el extranjero ha servido de algo, por lo que no puedo considerarlo malo. En su momento, cuando manejaba la bicitaxi tuve que lidiar con la escoria nocturna de esta capital europea. Ser parte de la clase obrera, inmigrante, te enseña cosas, pero a los coñazos”. Ligia ha encontrado empatía en los irlandeses. “No me siento excluida. Irónicamente, una de las experiencias más desagradables ha sido lidiar con otros venezolanos que en lugar de ayudarme, buscaban cualquier cosa para beneficio propio”.

Mejor aquí que allá

¿Qué opinas de la frase que tanto ha rodado por redes sociales que dice que de Venezuela se están yendo los mejores?

Totalmente de acuerdo. Pienso que este éxodo es distinto al centroamericano o mexicano, por ejemplo. No vivimos la misma situación de un guatemalteco o un mexicano en Estados Unidos que, trabajan duro, pero no tiene título universitario sino escasamente el bachillerato. Lo que veo a mi alrededor en cuanto a migración venezolana es que todos son profesionales, bien preparados y título en mano —contesta Omareliz vía Skype.

¿Qué le dirías a quien hace de esa frase su bandera para criticar a los venezolanos que deciden buscar mejor vida en otro país?

—He procurado mantenerme al margen de ese tema. Es un sinsentido ponerse a discutir quién es más patriota que quién. Irse y quedarse son decisiones que requieren de grandes dosis de valentía. Valentía para quedarse y sobrevivir el infierno en el que se ha transformado Venezuela y valentía para empacar tu vida en una maleta de 23 kilos y lanzarte al vacío completamente solo. Fuera de Venezuela nada es jardín de rosas. Te enfrentas a cosas muy fuertes que solo entiende quien las vive. Hacer de esa frase un chistecito irónico se me hace hasta acomplejado.

Ese es un tema recurrente en la “intelectualidad” venezolana.

—¿Intelectualidad venezolana? La verdad no la sigo. Intelectuales son Teodoro Petkoff; Fedosy Santaella; Eduardo Liendo; Elías Pino Iturrieta y el fallecido Manuel Caballero, quienes han hecho análisis agudos sobre la situación actual de país. Con ellos sí me siento identificada. Con esa otra “intelectualidad”no.

Benjamín coincide cuando afirma que “quien sea que se haya ido de Venezuela lo hace con la mente fija en un mejor futuro y será un buen profesional. El venezolano sabe echarle bolas cuando quiere hacerlo y ejemplos que dan fe de eso sobran. ¿Qué quienes nos hayamos ido somos los mejores? No lo sé. Al irnos no es cuestión de ser mejor o peor que los que se quedaron. Todos somos capital humano valioso y competitivo. La diferencia está en las ganas que se le echen al asunto”.

¿Qué es lo mejor que te deja tu condición de latinoamericana en el extranjero?

—Lo mejor es haber pasado por tantos momentos rudos, vivir tantas miserias y problemas, situaciones límite en el país de origen, que los problemas primermundistas te duelen y afectan mucho menos. Te quejas menos y aprecias más las cosas que para el nativo son normales. Economía estable, caminar de noche sin miedo, pagar el alquiler sin complicación alguna, la posibilidad de viajar al alcance de todos. Mis amigos irlandeses se burlan por considerarlo banal, pero para mí no lo es. Me costó tanto llegar a esto que endureces la piel y aprendes a valorar más los frutos de tu esfuerzo —explica Omareliz.

Panas irlandeses

Los tres coinciden en la bonachonería del irlandés y su tendencia a la bebida. “Se echan palos como nosotros, siempre están interesados en conocer gente nueva y la única fecha patria que celebran masivamente es el día de San Patricio. Saben poco de su historia patria y a pesar de que está impuesto el irlandés como idioma oficial, nadie lo habla. En cuestión de deportes sí son nacionalistas. Basta que haya un partido de hurling o fútbol gaélico —deportes nacionales— y el país se paraliza para verlo”, dice Omareliz. A Benjamín le recuerda a Margarita cuando nota que apenas sale un rayo de sol, el irlandés se quita la ropa y destapa una cerveza para disfrutar del sol por ínfimo que sea.

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Caracas, la postal que fue

Entre baches y similitudes, más de 2500 venezolanos hacen vida entre el océano Atlántico y el mar Céltico sur, lejos del mar Caribe de América del Sur que los vio nacer. A medida que pasan los años -todavía pocos- Caracas toma la forma de un lindo recuerdo de algo que fue y ya no es. Quien migra lleva y recibe identidad, así sea un trébol o una nueva nacionalidad.

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