Televisión

El Bolívar de Netflix, ¿historia o telenovela?

A Nicolás Maduro le gustó la visión del Libertador de la pequeña pantalla. Académicos como Inés Quintero desestiman su representación de los hechos. Las opiniones abundan sobre la serie protagonizada por Luis Gerónimo Abreu. ¿Cuenta la historia o la "ficcionaliza"? Son 60 capítulos que van más allá de la rigurosidad histórica para demostrar la fascinación por el melodrama

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Contar la vida de un personaje histórico o tomar como referencia un hecho en particular no es nada nuevo; obras narrativas, series, películas y telenovelas se han valido de este recurso para “ficcionalizar” la historia. Novelas como El reino de este mundo (1949), La novela de Perón (1985), La visita en el tiempo (1990); series como Vikingos (2013- 2019), The Crown (2016-2017); películas como Una mente brillante (2001), Ciudad de Dios (2002); telenovelas como Estefanía (1979), Montecristo (2006), se han centrado en personajes o hechos históricos para presentar una perspectiva de los mismos.

En este contexto, muchas opiniones se han generado desde que se estrenó la serie Bolívar en Netflix. Historiadores, académicos, periodistas y público en general han debatido sobre si la serie cuenta o no la historia como debería, si parece una telenovela, si es una puesta épica más sobre la vida de Bolívar.

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Hasta Nicolás Maduro recomendó ver la serie a pesar de que el servicio es prohibitivo en Venezuela, requiere pago en divisas y conexión estable a internet (en un país que tiene la peor del continente). Antes de ser estrenada, en junio pasado, había dicho que estaría cargada de “mentiras, difamaciones y basura” por tratarse de una producción colombiana. Luego de verla, en julio, admitió: «yo cometí un error y quiero pedir excusas, a los productores de la serie, a los escritores de la serie, a los actores y actrices porque yo por el prejuicio que tengo por el maltrato de la oligarquía en Bogotá contra Bolívar emití conceptos prejuiciados (…) He visto toda la serie y hemos quedado maravillados. Lograron traer a un Bolívar vivo, humano, sensible».

La seducción que sintieron en Miraflores no llegó a otros. Inés Quintero, directora de la Academia Nacional de la Historia, recalcó que «la serie Bolívar no está ceñida al rigor histórico. Es cuento, no es historia», en un extenso análisis donde va pormenorizando qué no es cierto del relato televisivo. «Quedamos verdaderamente impactadas por la superficialidad, la inconsistencia, la debilidad y la inconducencia de la historia», relató en Prodavinci. También Rafael Arraiz Lucca escribió que «se trata de la versión bogotana del caraqueño. Los prejuicios conocidos y un cúmulo de fantasías novelescas», y agregó: «no tiene fundamento histórico. Es fantasía».

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No cabe duda que un personaje como este siempre generará controversia. Para bien o para mal toda la estampa heroica que acompaña a esa figura forma parte del imaginario político y social venezolano, así como de otros países latinoamericanos.

Uno de los puntos más debatidos es si la serie protagonizada por el venezolano Luis Gerónimo Abreu es una telenovela o no. Pues bien, todo melodrama tiene como figura central una mujer. Evidentemente esto no está presente en Bolívar, pero los personajes femeninos tienen un peso importante en las acciones que se desarrollan a lo largo de la trama. María de la Concepción, María Antonia, Matea, Hipólita, María Teresa, Manuelita, Feliza, Nicolasa, Marcela, Rocío, Bertha, entre otras, forman parte de las figuras que arman y desarman la serie.

Otro elemento que se evidencia en todo el seriado -y es propio de la telenovela- es la historia de amor. La relación entre Bolívar y María Teresa se teje con todas las características melodramáticas: el padre que no consiente la relación al inicio, la contrafigura masculina que intenta conquistar infructuosamente a la fémina, las intrigas de amigos y familiares; todo un conjunto de elementos que dilatan lo que ya conoce el espectador: Bolívar y María Teresa se casarán, pero ella morirá al poco tiempo. Luego de esta muerte, la historia de un personaje empieza a desarrollarse paralelamente, la de Manuelita, quien es presentada desde su niñez con un espíritu inquieto, irreverente y subversivo. Pero como el encuentro entre Bolívar y Manuela se desarrollará capítulos más adelante, se escenifica no solo al Bolívar luchador, sino al conquistador que rompe corazones por donde pasa. En este sentido, destaca, de manera especial, la historia entre Pepita y él, quienes, en medio de los llanos y el páramo Pisba, viven un amor caracterizado por el sacrificio y el desasosiego.

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Entre guerra y guerra el protagonista aún no había conocido a su segundo gran amor, entonces se hizo necesario desarrollar el afecto imposible entre María Antonia (hermana de Bolívar) y el Oidor español. Ella, infelizmente casada con su primo, se ve cautivada por un hombre de justicia quien le ofrece un amor que, hasta ese momento, no había experimentado. Esta historia juega igualmente con todos los elementos melodramáticos: un triángulo amoroso, un amor imposible, un embarazo oculto, una promesa incumplida. Sin embargo, el “deber” prevalece y María Antonia “cumple” con su rol de esposa. Capítulos más tarde, el espectador descubre que María Antonia vivió una segunda parte de este romance en Cuba, pero que no se consolidó por el vínculo fraternal entre ella y Bolívar.

De la misma manera, se desarrolla la historia de amor entre Juan Vicente (hermano de Bolívar) y Josefa. Él es el amo y patrón; ella, la hija del capataz, una mujer “indigna” para casarse con un Bolívar. Aspectos dramáticos evidentes: distintas clases sociales, relación imposible, rechazo de las familias; pero el amor vence y ellos concretan su unión, aunque después él muera trágicamente.

Así, se van escenificando historias de amor conflictivas a lo largo de toda la trama (Santander-Feliza/Nicolasa, Aponte-Rocío/Marcela, Bertha-Julio/Saldarriaga) para que, más allá del eje central de la serie (la vida de Bolívar), historias secundarias amorosas endulcen la lucha independentista.

Ahora bien, cuando Bolívar y Manuelita se conocen, se enlazan las dos historias en una. Hasta ese momento, el espectador había visto una Manuelita defensora de la emancipación, aburrida de su vida de casada y voluntariosa. Luego de su encuentro, la trama entre ellos se presenta con todos los recursos del melodrama: triángulo amoroso Bolívar-James-Manuela, romance en medio de la guerra, amor “libre”, separación, unión, compromiso, incondicionalidad y muerte. En una escena, Manuela le dice a Bolívar que le hubiese gustado haberlo visto cuando él era niño. Es algo que ya ocurrió con el espectador, quien también ha logrado ver a Manuela desde niña y ha podido unificar ambas historias.

Así, el amor, además de la vida de Bolívar, es otro de los tópicos de la serie. Este elemento permite clasificar la serie como una telenovela, a pesar de tener de protagonista a un personaje masculino. Sin embargo, no hay final feliz, los amantes no terminan juntos ni hay una descendencia entre Manuela y Bolívar; entonces ¿no será la serie una especie de género híbrido? ¿La historia contada de esa manera es válida o va en contra de esta disciplina?

El argumento de los académicos es que la serie no representa los hechos históricos como fueron, pero sería pertinente preguntarnos si el ciudadano común conoce la historia de Bolívar. Más allá de lo que se estudia en las escuelas y se repite una y otra vez de generación en generación, ¿se conoce al personaje que aglutina “modélicamente” un país? Haga este ejercicio, pregúntele a cualquier persona promedio -no a un público especializado, ni historiadores- qué saben de Bolívar y no le dirá más allá de lugares comunes. Posiblemente solo habrán leído, si acaso, La carta de Jamaica y nada más. En un país donde todo lleva ese nombre distintivo, pocos conocen el objeto que los enuncia.

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La mirada que se tiene de este personaje es la tradicional heroica, casi inmaculada, construida desde un discurso oficial que decidió revestir de vida épica a un personaje que realizó grandes hazañas, pero que cometió muchos errores. Esto no es nuevo, desde finales del siglo XIX el culto a Bolívar ha estado presente y no ha cesado, al contrario, se ha potenciado.

La serie inicia en el páramo de Pisba, con Bolívar aupando a sus soldados para continuar con la gesta emancipadora, desde ese momento se presenta el héroe. La serie termina con la perspectiva épica que tiene Aponte (el pintor oficial) de Bolívar; no importa que minutos antes el espectador haya visto morir al personaje frustrado por el desmoronamiento de la Gran Colombia.

Ahora bien, ¿esta visión heroica logra darle el espectador otra representación de Bolívar? ¿La serie reitera lo que el discurso oficial establece? ¿Los elementos melodramáticos logran darle un giro diferente a la historia tradicional?

De nuevo, un personaje como Bolívar siempre generará controversia, independientemente de la perspectiva con que se mire. Sin embargo, una versión que “ficcionaliza” al personaje puede llevar a hurgar lo que la historia oficial no ha logrado en el ciudadano común: la curiosidad por descubrir otros aspectos de quien se ha hablado tanto, pero pocos conocen con relativa certeza.

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