Farándula

José Félix Ribas en una noche tan linda como esta, la cuna de Miss Petare (II)

Isabella Rodríguez nació, creció y aún vive en Petare. Allí hubo jolgorio el día de su coronación como Miss Venezuela, y tiros al día siguiente. El barrio la vio competir en el Miss Mundo el sábado 14 de diciembre de 2019

Daniel Hernández y Agencia EFE
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La noche más linda del año alegró todo el barrio. Diciembre pasó veloz y la emoción de tener como vecina a una Miss Venezuela se prolongó por varias semanas más. La excusa perfecta para celebrar en medio de la crisis decembrina de 2018. “Por la miss, por Petare y por Venezuela” se convirtieron en los motivos del brindis.

Pero después de la borrachera, sigue la resaca: ante los eventos políticos suscitados a partir del 23 de enero de 2019, las protestas se hicieron sentir con cacerolazos, y los petareños no estuvieron exentos de la represión, esta vez ejecutada por las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES). Las ráfagas de tiros todavía ambientan las noches, y se suman a la falta de servicios públicos y a la dependencia hacia el gran Estado socialista.

Ya en la tardecita, está de regreso en el barrio que la vio nacer mientras la miniteca retumba en la zona 5 y las FAES hacen destrozos en la zona 10

Petare es un laberinto de casas sin frisar que surca el este capitalino. Hileras de bloques naranjas montados uno sobre otros con capas de cemento gris, dan hogar a miles de personas. Cada uno representa el esfuerzo y las ganas de un pueblo que madruga a diario, que trabaja y se esfuerza por salir adelante, pero que no está eximido de problemas.

El buhonero que vende en la metrobodega, el carnicero, la manicurista, la enfermera que pone la inyección y el médico que atiende al tiroteado, el policía que se rebusca y el estudiante que sale a protestar, la cajera, el señor que limpia el centro comercial, la secretaria, el profesor universitario y, ahora, la Miss Venezuela representante ante el Miss Mundo son figuras que colindan en un solo lugar: la barriada petareña, sólo recordada por el poder en época electoral.

Miss Petare, a mucha honra

Hubo vecinos que no creyeron que Isabella podría ganar o aquellos que todavía tienen sus reservas sobre su triunfo

Isabella Rodríguez nació y creció en José Félix Ribas, la favela más grande de Venezuela, la segunda en Latinoamérica y la tercera de todo el mundo. Una frase que los vecinos se jactan de repetir con orgullo, a pesar de que la desigualdad se evidencia en cada esquina y los homicidios son tradiciones del fin de semana.

Diez zonas conforman el barrio que, desde 2017, se encuentra bajo la protección de un “juez de paz”, designado por el alcalde José Vicente Rangel Ávalos, pero quien, dada a las manifestaciones de enero, decidió desligarse del gobierno y alzar banderas en su contra, con una banda de jóvenes que empiezan a ser reclutados desde los 12 años para hacerle frente a su enemigo histórico: la ley y el orden.

Diez zonas conforman José Félix Ribas, en Petare. Allí vive Isabella

Un respiro

En medio del caos, la noticia de Miss Petare fue un respiro. Isabella vino a reavivar los sueños y aspiraciones de muchos, sobre todo para los más pequeños, quienes tiemblan de entusiasmo cuando se topan con ella comprando pan en la zona 6 o mango en la zona 5, aún luego de ganar la corona.

La señora Omaira y los más de 50 niños que se benefician del comedor popular “Omaira la cariñosa”, del programa Alimenta la solidaridad impulsado por el exconcejal Andrés Schloeter y el partido Primero Justicia, la eligieron como madrina del comedor y ella estuvo en la inauguración, captando la atención de la gente y tomándose fotos con los presentes. El chavismo también intentó captarla, pero Isabella no quiere nada con política, no es conveniente para su carrera artística y tampoco quiere ser parte de la polarización. Su familia también siguió el consejo.

Cosa distinta pasa con la religión. Los padres de Isabella son cristianos y regularmente organizan en su casa células de crecimiento, encuentros con la comunidad donde predican la palabra de Dios y sirven aperitivos a los más necesitados. En otros encuentros no tan felices, la familia también ha hecho presencia, como velorios y entierros, en los cuales se solidarizan con los vecinos y colaboran con lo que pueden. El liderazgo social de los Rodríguez es reconocido entre los habitantes y la propia Isabella lo dijo, hace dos semanas, en una entrevista que le hicieron en Londres, sede del Miss Mundo: “Mis padres siempre han sido líderes en mi comunidad y yo creo que de allí nacen esas ganas de querer ayudar a las personas”.

El chavismo intentó captarla, pero Isabella no quiere nada con política, no es conveniente para su carrera artística y tampoco quiere ser parte de la polarización

Como Pedro por su casa

Orgullo y prejuicio

Pero el apoyo no siempre ha sido fiel. Hubo vecinos que no creyeron que Isabella podría ganar o aquellos que todavía tienen sus reservas sobre su triunfo, comentarios que ella misma considera que son normales pues es imposible ser “monedita de oro”. La gente tiene sus prejuicios y ella vive tranquila con eso.

Para una vecina de la zona 7 que prefirió mantener su anonimato, el triunfo de Isabella no deja de ser raro en una comunidad que apenas puede sustentarse económicamente, por lo que cree que hubo negocios turbios que involucran drogas. Por otro lado, Celmira, la costurera de la zona 8, considera pertinente que Isabella se mantenga al margen de las actividades populares en la zona, pues ella no es ninguna reina de Carnaval, es una Miss Venezuela y debe comportarse como tal.

Isabella Rodríguez nació y creció en José Félix Ribas, la favela más grande de Venezuela, la segunda en Latinoamérica y la tercera de todo el mundo

También están aquellos que la juzgaron a primera vista y hoy se arrepienten por los comentarios, las burlas y las críticas negativas, cuando vislumbran la evolución profesional que ha experimentado desde el 13 de diciembre de 2018. Muchos son los mensajes pidiéndole perdón y disculpas que le llegan por su cuenta de Instagram personal a la Miss Venezuela y que ella atiende en la medida de lo posible. No tiene nada que perdonar, la gente tiene su propio concepto de belleza: “Yo sola sé el sacrificio que hice junto a mi familia, todo lo que tuve que pasar para llegar acá. Yo no me sentía mal y no me siento mal por los comentarios. Tomo las críticas constructivas y sigo trabajando para seguir creciendo”. Feliz y sin rencores.

La vista desde la casa de los Rodríguez

La reina y su guardia (¿de honor?)

“Oiga, señor, si usted quiere su vida, evitar es mejor o la tienes perdida”. Así lo canta Héctor Lavoe en su “Calle luna, calle sol”. Esa realidad no ha cambiado y la salsa de La Voz, de El Cantante, sigue estando vigente, retumbando en las cornetas de los matinés y las fiestas hasta el amanecer que se arman La Chicharronera los fines de semana, espacio nocturno donde se bebe y se fuma de todo con la protección del hampa y sin el acecho de ningún cuerpo policial. Ellos no son bienvenidos, no pueden entrar.

José Félix Ribas es una parcela territorial que tiene dueño con nombre y apellido: Wilexis Acevedo, la renovación del caudillismo en el siglo XXI. La música resuena y la fiesta sigue. Los vasos de cocuy de penca se pasan hacia todos lados y los broches del cinturón rozan las armas cuando se baila salsa pegado. “Calle luna, calle sol. Mire, señora, agarre bien su cartera…”

«Yo sola sé el sacrificio que hice junto a mi familia, todo lo que tuve que pasar para llegar acá»

Sigue comprando pan por la zona, aunque vaya sin la corona

Sin importar lo que todo esto implique, Isabella sigue viviendo en la zona 7. No se niega a salir, pero tampoco está desesperada por hacerlo. El tiempo de Dios es perfecto, así lo asegura su mamá. Su tránsito diario empieza en Petare y termina en la Quinta Miss Venezuela en Colinas de Los Caobos, donde también se encuentra Venevisión y graba las cuñas para Sábado Sensacional. En ese entorno recibe clases, protagoniza sesiones de fotos, concede entrevistas, trabaja en su proyecto social y luego, ya en la tardecita y antes de que el sol caiga, está de regreso en el barrio que la vio nacer, preparándose para la rutina del siguiente día, mientras la miniteca retumba en la zona 5 y las FAES hacen destrozos en la zona 10. De Petare para el mundo.

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