Farándula

Maryuris Isabel se convirtió en la reina Isabella Rodríguez (III)

En Petare está la casa de la Miss Venezuela que concursó en el Miss Mundo el sábado 14 de diciembre. Allí, donde aún vive la modelo, su madre recuerda el camino hasta llegar a esa corona, uno pleno de dificultades

Daniel Hernández
Publicidad

El 13 de diciembre de 2018 la vida le cambió Mary, la madre de Isabella Rodríguez. Ese día vio consumado su sueño de juventud de convertirse en Miss Venezuela. Judith Castillo, ganadora de la edición de 1976 y sucesora de Elluz Peraza, era su referencia. “Yo quería ser como ella y lo dije un día: al yo tener unos tres o cuatro hijos, una de ellas va a ser Miss Venezuela”.

Mary también quiso ser Miss

Las palabras tienen poder y, 43 años después, aquel deseo se cumplió en el cuerpo de su primogénita, quien todavía le recuerda la viva imagen de Judith Castillo ante el escenario: “Vi mi sueño cuando la vi con su misma estructura, su físico y el cabello igual”.

Mary es una mujer extraordinaria, en palabras de su propia hija. Creativa, inventora y trabajadora, se dedicó a criar a sus tres hijos con su esposo Kike en un hogar donde lo esencial son los valores: “Se les inculcó mucha responsabilidad, que supieran con exactitud hacia dónde iban”.

“Cuando estaba en ese concurso tuvo un accidente, una moto le pasó por el pie y la herida tuvo que sanarle abierta porque no agarraba puntos»

Asegura que Isabella era muy responsable con sus estudios y todo lo que hacía: “Ella siempre tenía una meta fija, sabía que era lo que quería y lo hacía bien”. A los 11 años, la sala se convirtió en un escenario: rodaba los muebles hacia un lado y allí comenzaba su pasarela hasta la cocina. Merly y Julio, los hermanos mayores, también se unían al juego de su hermana menor. “Ese era su sueño, ser Miss Venezuela y ya Dios se lo puso en el camino”.

La casa de una reina

—El verdadero nombre de Isabella es Maryuris, ¿quién propuso Isabella?

—Yo le puse Maryuris Isabel. No sé, típico de los barrios. Ya cuando ella empieza a incursionar en ese mundo me dice: “Mami, vamos a hacer una cosa, de ahora en adelante me voy a llamar Isabella”, yo vi que sonaba bien y entonces pegó con lo que está haciendo.

Lo fotogénica ya lo venía practicando

—Ella empezó con el modelaje a los 17, ya ha pasado casi una década desde entonces, ¿cómo ha sido ese transcurso y cuáles sacrificios hicieron para lograr ese sueño?

—Me acuerdo que su primer concurso fue para los 445 años de Caracas, ella participó y quedó como reina de todo José Félix Ribas, desde la zona 1 hasta la zona 10. Después vinieron otros concursos: Vitrina, Chica HTV, luego salió el Sambil Model y ahorita en el Miss Venezuela. Cuando ella ganó el primero, el de los 445 años de Caracas, la agarra la Academia Gago y, si te soy sincera, con Dios y su ayuda yo no supe qué fue pagar un vestuario, pagar una academia, todo Dios se lo puso. Siempre la llamaban, yo tenía esa esperanza y le decía: “Isabella ve que tú vas a quedar, vas a ser la futura Miss Venezuela”. Ella tenía eso de que iba, entraba y quedaba en el casting. Yo estaba pendiente de lavarle, plancharle, coserle. Le decía que sí se podía, que los sueños sí se hacen realidad.

“Ella se baña con su perolito, ella es de las que carga su agua, ella es la del Metro. Ella es Isabella, criollita de un barrio”

Con los pies en la tierra

Bajo el sol y la lluvia, Mary e Isabella pasaron por situaciones difíciles, momentos que hoy recuerdan con nostalgias de lo duro que fue el camino hacia la corona del Miss Venezuela: “Nos agarraban las 11, 12 y 1 de la madrugada en la calle. No fue fácil pero tampoco difícil, no te puedo decir que gasté dinero porque gracias al Señor siempre las organizaciones han cumplido. Todos los concursos en los que participó son responsables”.

Una vida posando

Desde que ganó la corona más cotizada del país en 2018, todo ha pasado volando y apenas es que está aterrizando después de tanto ajetreo: “Voy a Internet y veo a mi hija, y digo: ‘Guao, mira dónde está Isabella, mira todo lo que ha logrado. Sí se puede en un barrio, sí se puede lograr. Estamos llenos de orgullo”.

80 escalones hay entre el callejón de la zona 7 hasta la casa de Isabella. Por ahora no tienen pensado irse de Petare, dejan todo en manos de Dios y del destino.

La familia Rodríguez

El letrero “Se venden helados de la Miss Venezuela” pegado en la fachada, llama la atención. La familia se rebusca de diferentes maneras. No se ganaron la lotería, siguen siendo los mismos, con los pies en la tierra y con una profunda devoción cristiana evangélica: “Ella se baña con su perolito, ella es de las que carga su agua, ella es la del Metro. Ella es Isabella, criollita de un barrio”, pero ahora las actividades del Miss Venezuela la mantienen ocupada y no comparte tanto con su familia como antes, quienes mantienen un contacto diario y están pendiente de su día a día.

Cuando se viene de abajo, lograr las metas cuesta un poquito más de lo normal. Mary lo sabe y toda su familia lo certifica. Operaciones e intervenciones quirúrgicas lo demuestran. “Tengo problemas con el manguito rotador, después de cargar cajas de cerámica y tobos de agua, pero somos felices, seguimos luchando para ellos, para mis hijos”.

Kike, el hombre de la casa, un trabajador con 24 años en Empresas Polar, estuvo lesionado y tuvo cuatro tornillos en la columna y dos barras. Isabella tampoco es la excepción, a los nueve años fue diagnosticada con válvula mitral, y antes de incursionar en los concursos de belleza fue operada del corazón. Recuerdos que conmocionan a su mamá, con lagrimas en los ojos.

Clic, clic, clic

—¿Y cómo pasó eso?

—Eso es congénito, a ella le ha dado fuerte, pero Dios es maravilloso. Gracias a Dios y a Empresas Polar que nos ayudaron. Le doy las gracias a Lorenzo Mendoza. Yo la consentí mucho y en esa ventana yo lloraba muchísimo. Yo decía: ‘Señor, si yo tengo que vender mi casa para salvar a mi hija, yo la vendo’. Pero no sabía que era el señor directamente quien me la iba a sanar. Y cuando la examinan a los nueve años, me dijeron que tenían que ver el desarrollo y ahí decían si operaban o no. La operaron a los 17 años. Yo lloraba, pensaba que su carrera de modelaje no seguiría y el doctor me dijo: ‘No, déjela que Dios es el que sabe’.

Me acuerdo que su primer concurso fue para los 445 años de Caracas, ella participó y quedó como reina de todo José Félix Ribas, desde la zona 1 hasta la zona 10

Minina, la perrita de la casa

Mientras transitaban por aquel proceso, Mary decidió regalarle a su hija una mascota para despejar la mente. Una perrita llamada Minina acompañó la vida de Isabella desde los nueve años hasta los 25. “Era mopita de tres meses, y ella se encariñó. Duró 16 años, estuvo con ella en todo, pero unos días después del Miss Venezuela, murió. El sueño de Isa era sacarle su banda, le tenía su coronita. Está enterrada allá abajo”. Negada a la idea de adoptar otra mascota, un vecino de la familia, al que llaman ‘Mototaxi’, en medio de las celebraciones por el triunfo del Miss Venezuela, les regaló otro perrito para sopesar la perdida de Minina.

Fidelidad a toda prueba

Un accidente en la calle durante el Sambil Model también marcó el camino al éxito de Isabella Rodrígue: “Cuando estaba en ese concurso tuvo un accidente, una moto le pasó por el pie y la herida tuvo que sanarle abierta porque no agarraba puntos. Mi hija tuvo que vivir cosas fuertes para poder llegar”.

Una vida signada por la resiliencia y la superación constante hizo que Isabella orientara su proyecto social del Miss Mundo al desarrollo de un plan integral para niñas y adolescentes, entre nueve y 12 años. Ahora, su idea está entre los diez mejores valorados por la organización que ya la incluyó, además, en el Top 40 de la competencia global de belleza. “Yo sueño, yo puedo” es una frase corta pero que resume la vida de una mujer que hoy es Venezuela ante el mundo y aspiraba obtener la séptima corona el sábado 14 de diciembre.

El rincón de Miss Petare
Publicidad
Publicidad