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Henry Ramos Allup: la inteligencia por encima de las glándulas

Tres lustros al frente de Acción Democrática lo han convertido en blanco de ataques e intrigas. Con su verbo destemplado y su uso fácil de calificativos, se permite la carcajada cuando responde a oponentes. Niega ser el mandamás de la MUD o tener acuerdos con el Gobierno, y dice que vienen tiempos de convivencia. No le toquen la campana

Fotografía: Alejandro Cremades
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El “partido del pueblo” cumple 75 años este 13 de septiembre de 2016. Un largo trecho recorrido. Estos últimos 15 años las riendas de Acción Democrática (AD) las ha llevado, con mano firme, su actual secretario general: Henry Ramos Allup. Valenciano, abogado y adeco, ha hecho vida parlamentaria desde que estaba muy joven como diputado por Carabobo, para luego llegar al antiguo Congreso y a la Asamblea Nacional, y también al Parlamento Latinoamericano, donde nunca se incorporó para atender el partido y las relaciones con la Internacional Socialista de la que desde hace dos años funge como Vicepresidente. Uno de sus logros, sin duda, pues el partido blanco estuvo a punto de ser expulsado.

Ramos Allup es rápido, inteligente, divertido, leído y culto. Es autor de Reflexiones sobre el liberalismo (Nueva visión, 2007), un libro con gran acogida académica donde “devela un elemento esencial: el liberalismo es una reformulación revolucionaria de las relaciones entre el ciudadano y el poder. No una teoría económica como cree una generalidad de comentaristas denominados liberales», según reseñó Carlos Raúl Hernández en 2008. Ahora, el político está por terminar otro libro sobre el populismo.

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En su esfera personal, se ríe con frecuencia, sin la rudeza que se le conoce frente a las cámaras y en el debate público. Sin guabineos afirma, en su desordenada biblioteca -“se lo he dicho una y mil veces a Diana (D’Agostino, su esposa), que no me ordenen nada”-, que los errores de cuarenta años no fueron los que trajeron a Hugo Chávez. Hacerle eco a ese discurso, sin hacer un balance de aciertos y errores, le parece equivocado. “Si aceptamos como válido que cada gobierno es consecuencia del precedente, tendríamos que aceptar que el gobierno que viene será peor que éste”.

Ramos Allup genera reacciones de amor y odio, de odio y amor. Por eso los mismos que se quejan con el “hasta cuándo él” terminan aplaudiéndolo cuando llega a Miraflores y les canta cuatro a Nicolás Maduro y a Diosdado Cabello, como aquel día de 2014 cuando lanzó el “no me toque la campana” que paralizó al vicepresidente Jorge Arreaza. El hastío entonces se convierte en admiración, en el sempiterno “éste sí que tiene bolas”. Hasta un reggaetón le armaron con la frase dicha frente al lobo. Y no fue el primero, porque aún se recuerda la «Changallup» construida a partir del «no me vas a provocar» (que alguna vez hasta usó como ringtone de su celular). Una de las fuentes consultadas dice que es el resultado de una personalidad fuerte y una inteligencia por encima del promedio del político latinoamericano. Es muy culto, muy hábil, muy astuto y muy taimado. Conoce muy bien el manejo de la política. Se ha encontrado frente a una generación de nuevos políticos que tienen un poco el “complejo de Adán” –creen que el mundo empezó con ellos- y eso le da a Henry una ventaja estratégica enorme.

Ser Secretario General de un partido como Acción Democrática en estos momentos no es poca cosa. Ramos Allup dice que pagó las deudas y redujo una nómina de 180 personas a 14 en la Casa Nacional. No hay escoltas, ni choferes, ni guardaespaldas. Sostiene que no le perdonan que haya hecho cumplir los estatutos, acabar con los “vitalicios” o dejar que los municipios escojan sus postulados sin la imposición de la dirección nacional. “Henry es una persona totalmente entregada a AD y uno como militante lo puede criticar por otras cosas, pero no por esa. Yo le critico la falta de democracia interna, el quedarse tanto tiempo en el puesto de Secretario General. Ni Alfaro (Ucero), ni Paz Galarraga, ni Manuel Peñalver, que tuvieron mucho poder, estuvieron más de doce años”, cuenta un adeco que decide proteger su identidad.

Mientras Ramos Allup asegura que se hizo cargo del partido cuando echaron a correr ciertos dirigentes «históricos» luego del triunfo de Chávez, le salen críticos acérrimos, como Raimundo Noel, secretario juvenil y político de AD en Baruta hasta 2014: “Cuando el año pasado Octavio Lepage dijo que ‘Henry Ramos es el chavecito de Acción Democrática’ yo lo apoyé vía Twitter. Es un déspota. Si no eres un incondicional, si eres un disidente, si tienes opinión propia, te saca del partido, como ha hecho con todo aquel que ha opinado distinto a él. Es un dictador. En AD las elecciones no son limpias”.

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Ramos Allup reacciona distendido, y pone su foco en el veterano y no en el muchacho. “Ellos abandonaron el partido en la mala, porque mientras fuimos gobierno hicieron y deshicieron sin dar paso a nadie. Ciertamente, ni me quieren ni los quiero. Tienen que combatirnos porque nuestra presencia aquí en las duras es la prueba de que ellos echaron a correr. Nosotros no dejamos que AD se nos muriera a pesar de que ellos la dejaron boqueando”, lanza orondo afirmando que ha sido electo como Secretario General por la base tres veces en diez años. «Ahí están los resultados en el CNE y nunca han sido impugnados”.

Otra fuente anónima reconoce «su dedicación por el partido» y la retrata en los horarios: «a las 5:30 de la mañana está sentado en su escritorio en AD, es uno de los políticos que más trabaja”. Pero tal entrega no ha podido evitar problemas internos, divisiones y hasta pérdida de espacios electorales. Al menos, según denuncia una fuente interna de la tolda opositora que pide no develar su identidad. «Henry tiene la culpa de que se haya dividido el partido: Un Nuevo Tiempo y Alianza Bravo Pueblo eran parte de Acción Democrática». Otro militante recuerda que cuando se instaló en 2001 la primera Asamblea Nacional bajo la Constitución vigente, AD era el primer partido de oposición: tenía 32 diputados, 2 gobernaciones y más alcaldías que el MVR. «En ese momento Henry era presidente del partido y dos años después se convirtió en Secretario General. De allá para acá, AD nunca ha ganado una gobernación. En términos de alcaldías, ha estado rayando siempre entre 17 y 18. Pasó de ser el primer partido de oposición a ser el tercero dentro de la Mesa, según los resultados de 2010. Cuando uno revisa los resultados electorales, la tarjeta de AD se ha estancado, estamos por debajo de los resultados obtenidos en la última etapa de Alfaro (Ucero)».

Elvia Gómez, periodista egresada de la Universidad del Zulia (LUZ), con amplia experiencia en la fuente política y parlamentaria recopilada en dos décadas de oficio, tiene años conociendo al secretario general de AD a quien define como «un hombre muy de organización, muy de partido, muy disciplinado». Destacado como orador, al frente de los adecos en el Legislativo se ha convertido «en el mejor jefe de la fracción parlamentaria de la historia», según admite el disidente Raimundo Noel, quien no deja de acusarlo de ser, en paralelo, «el peor Secretario General de la historia”, entre otras denuncias. Ramos se las toma con soda. Sabe que el muchacho forma parte del movimiento «La Cabilla» de militantes críticos. Entre risas, sostiene que «a esas cosas no les pongo atención porque detractores hay en todas partes” y cree que la web del grupo de adecos críticos es “un asco. El solo hecho de haber escogido ese nombre lo dice todo”.

Sin pepitas en la lengua, asume sus errores. El más reclamado es el de haber llamado a la abstención en las elecciones parlamentarias de 2005, del que hubo muchos responsables. “Nos equivocamos por seguir la corriente de opinión abstencionista. Hemos debido, como actores políticos, advertir del error. Fue un error y punto”. Reconoce que los únicos que quisieron participar en las elecciones fueron Julio Borges, Henrique Capriles y Carlos Ocariz. Elvia Gómez recuerda que «el llamado de la abstención en 2005 fue por presión de los medios, no fue Henry solo. Ahora están venidos a menos, pero en aquella época tenían mucho poder. La presión que ejercían los medios era terrible. Pero tuvo la grandeza de reconocer que se equivocó. Él y Ledezma. Ambos declararon públicamente que se habían equivocado. Fueron los únicos”.

A Ramos Allup no pocos lo asumen como un todopoderoso de la política. El informante de nombre reservado no duda en afirmar que “Henry no solo es el jefe de AD, sino que de facto es el jefe de la Mesa, de Un Nuevo Tiempo, de Primero Justicia y ahora, de Voluntad Popular”. Desde Marea Socialista lo acusaron de tener un pacto con el PSUV para mantener la polarización electoral, y el MIN Unidad lo señala como el secuestrador de las candidaturas opositoras. La respuesta del abogado es a carcajadas. “¡Nadie ha secuestrado candidaturas! Si hubiéramos impuesto candidatos, la unidad no se hubiera dado”. Pero es una realidad que la alianza AD-PJ-UNT arrasó en casi todas los circuitos donde hubo primarias. A Marea Socialista le contesta aludiendo a Nicmer Evans, uno de sus dirigentes. “Eso que dice es una fantasía. Quien lo excluyó a él fue su ex-partido, el PSUV. En primer lugar, la MUD no manda a nadie, mucho menos en el CNE”. Tampoco al TSJ llega su influencia, a la que atribuyen el nombramiento de la magistrada Marisela Godoy, militante adeca confesa. “Ella llegó al Tribunal porque tiene currículo como juez penal, no porque yo la haya propuesto”, dice Ramos negando que el también magistrado Inocencio Figueroa haya sido otra “cuota”.

Acción Democrática no ha tenido candidato presidencial propio desde Claudio Fermín, en 1993. En 1998 abandonaron al “caudillo” Alfaro para sumarse a Henrique Salas Römer, y desde entonces han bailado pegado con los abanderados de otros partidos. La reportera Elvia Gómez afirma que “Henry tiene todas las virtudes para ser un buen Presidente de la República. Una vez le aconsejé no dejarse marear por los ‘felicitadores’, como los llamaba Pío Gil, porque yo vi la transformación en Alfaro, que hasta la mirada le cambió”. Dentro de la tolda blanca hay quienes afirman que Ramos aún se guarda, y lo ven primero en la presidencia de la Asamblea Nacional.

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Pero a él la banda tricolor sí le hace guiños. Admite sus aspiraciones presidenciales, “pero a mí eso ni me angustia, ni me desespera, ni me perturba. Yo tengo carrera política desde que tenía 14 años”. Ahora tiene 71 y afirma que el escenario que viene es de transición. “Nosotros vamos a tener que convivir, nos guste o no nos guste, con eso que se llama ‘enclaves autoritarios’, que son las instituciones del antiguo régimen que persisten hasta el régimen subsiguiente”. Es, a su juicio, la manera de garantizar gobernabilidad. “No vamos a poner las glándulas por encima de la inteligencia, ni las arrogancias, ni los inmediatismos. Tenemos que garantizar la estabilidad y la eficiencia del próximo gobierno. Y eso no lo vamos a lograr colgando a los chavistas en los postes de las avenidas. Sentido práctico de las cosas, para sacar a Venezuela a flote”.

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