Internacional

Venecia, la fragilidad de una joya universal

En Véneto, Italia, está la ciudad llena de canales, Venecia, que no escapa a los efectos del cambio climático. A pesar de esto, quienes allí habitan están preparados para enfrentar los altos niveles de agua que constantemente afecta la movilidad en la ciudad

UE
Eliana Loza Schiano y Archivo AP
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Desde el 12 de noviembre 2019, por varios días, las dramáticas imágenes de la plaza San Marcos seriamente inundada ocuparon las primeras planas de todos los medios de información mundiales. Era inevitable, el tema del medio ambiente, tan presente en la actualidad, la belleza de Venecia golpeada por la naturaleza, llevaron al sensacionalismo periodístico a desvirtuar una realidad tal vez poco conocida: los venecianos siempre han convivido con las mareas y saben bien cómo enfrentarlas.

No significa que el «agua alta» no cause daños materiales, pero, con las debidas precauciones, no hay peligro para las personas.

Las mareas son perfectamente predecibles. Se sabe cuándo llegarán y cuánto tardarán en concluir. El agua tarda 6 horas en subir y otras 6 horas en retirarse completamente. Además, Venecia tiene un sistema de sirenas que alerta a los ciudadanos la cercanía del «agua alta», el tipo de sonido y su duración indican la magnitud del fenómeno. Habitualmente, una vez retirada la marea, los venecianos tardan de 2 a 3 horas para limpiar y volver a poner en orden los locales afectados. Son frecuentes los testimonios de huéspedes de los hoteles que cuentan sorprendidos cómo, al día siguiente de las mareas, se puede bajar a desayunar en un comedor, sin grandes evidencias del problema.

Las casas y los locales venecianos que están más expuestos a la invasión acuática están protegidos con mamparos en la parte baja de las puertas, de manera que no les entre el agua y se pueda contener los daños. Claro que si el agua llega a niveles muy altos, los daños materiales son inevitables, y en el caso de noviembre fueron grandes, pero la gente puede estar tranquila por su bienestar personal.

Durante la marea alta, en Venecia se anda en pasarelas especialmente preparadas para evitar caminar en el agua y se usan botas altas de caucho. El visitante desprevenido las consigue fácilmente y en algunos hoteles de lujo las ofrecen como cortesía a sus huéspedes. Generalmente, el promedio de altura del agua se podría situar en alrededor de unos 50 cm de agua cuando es mucho.

Hay que tener en cuenta que los datos no son debidamente interpretados y se prestan a generar pánico. En noviembre, la prensa -y no sólo la sensacionalista-  habló de hasta 1,80 m de altura, sin recordar que para la medición de la marea se toma un «punto 0 mareográfico» situado en Punta della Salute que, obviamente, es más profundo que la pavimentación de San Marcos y que el resto de la ciudad. Es necesario restar entre 80 y 100 cm, dependiendo de la zona, a la cifra indicada, para obtener la altura real que percibe el caminante.

Pérdidas materiales en Venecia

El gran impacto de las imágenes de las últimas mareas causó grandes pérdidas económicas al turismo, la principal actividad en torno a la que giran todos los aspectos de la vida de la ciudad. Aparte de las pérdidas de instalaciones eléctricas -reparadas en una noche- aparatos electrónicos, muebles y objetos varios, se registró una preocupante baja en las reservaciones, o no se hicieron o fueron canceladas, porque los visitantes temían una situación desastrosa. La Navidad, el Año Nuevo y el Carnaval no fueron tan concurridos como de costumbre, preocupando a la Associazione Veneziana Albergatori (AVA), la máxima agrupación de hoteleros de la ciudad.

No se trata de una inundación por lluvias o ríos desbordados, ni de un tsunami, sino de un fenómeno que cumple sus ciclos y que encuentra a la ciudadanía preparada. Stefania Stea, vicepresidente de la AVA, aclara que «lo que parece una ciudad en perenne estado de alarma, en realidad no lo es».

Igualmente, Lorenza Lain, gerente del hotel Ca’ Sagredo, comenta que desde Estados Unidos le ofrecían ayuda, como tiendas de campaña, como si se tratara de una inundación. «Hay que recordar que el agua alta es un fenómeno que pertenece a Venecia y que no es peligroso».

Bien lo explica el presidente de la AVA, Vittorio Bonacini, «el 12 de noviembre pasado, se dio una coincidencia rarísima de algunos factores, a su vez esporádicos: una marea más alta de lo normal por la luna llena y la alineación de la Tierra, la luna y el sol, la laguna «hinchada» por la baja presión del alto Adriático y el viento de siroco, que empujaba el agua hacia la costa a una velocidad de 126 kph».

Medio ambiente maltratado

Si los venecianos tienen experiencia para enfrentar las mareas, aún no parecen estar tan preparados para luchar contra tantas agresiones al medio ambiente. Venecia recibe a unos 30 millones de visitantes al año, que, directa o indirectamente, afectan su frágil ecosistema: complican el de por sí difícil funcionamiento de la ciudad, pueden estropear la belleza de sus monumentos, edificios, puentes y canales, sobrecargar hasta la capacidad de espacio en las calles y menospreciar el decoro urbano.

Empezando por la horrible visión de gigantescos barcos de cruceros que se pasean descaradamente frente a la ciudad. Da miedo verlos y no es exagerado pues hace algunos meses, por poco ocurre una desgracia cuando una de estas naves chocó con una menor demasiado cerca de un muelle. Además, altera el llamado «moto ondoso», generando un mayor movimiento de las aguas que afecta casas y fundamentaciones.

No es fácil prohibirlo del todo, como lo explica Claudio Scarpa, director general de la AVA: «Nadie está de acuerdo con estas presencias, pero no se puede descuidar que representan 5.000 puestos de trabajo y un movimiento de varios centenares de millones de euros al año».

La solución que propone el ayuntamiento es abrir un canal secundario para conectar la entrada al puerto de Marghera, sin molestar a la ciudad, tal y como lo hacen actualmente los buques petroleros. «Es algo muy sencillo que, de ser aprobado, llevaría a los barcos a usar una entrada secundaria fuera de la ciudad», agrega Scarpa.

Caminar en fila india en Venecia

No todos los turistas tienen el necesario nivel de educación y cultura para respetar la fragilidad veneciana. Ya no hablemos de no pintar grafittis, o de ir adecuadamente vestidos (a muchos se les antoja circular en traje de baño durante los meses cálidos; habría que preguntarles si en sus países de origen les sería permitido), o comer sentados en el piso. Hay detalles de comportamiento que solo los habitantes de la ciudad saben y que deben darse a conocer.

De esto nos habla Claudio Scarpa, quien es un gran conocedor de Venezuela y de toda Latinoamérica, además de cónsul honorario de Uruguay. «En Venecia se camina en fila india», dice, citando el título de un simpático libro editado precisamente con el propósito de divulgar las «instrucciones de uso de la cuidad». Es cierto, en las estrechas calles es necesario evitar los grupos que impiden caminar a quienes vienen en sentido contrario. Otros detalles interesantes y útiles: durante la marea alta, cuando se llevan botas de caucho, se debe tener cuidado de caminar arrastrando los pies y no levantándolos, para no «hacer olas» que harían entrar agua dentro las botas de los demás caminantes.

Igualmente, con los troles, explica las normas lógicas a la hora de subir o bajar los escalones de los puentes para no entorpecer el fluido humano.  En el vaporetto o traghetto, los «autobuses» acuáticos, se pide de no llevar morrales o mochilas en la espalda, sino colocarlas en el suelo, o llevarlas a mano, mientras dure el recorrido, pues pueden golpear a quienes estén detrás en un lugar lleno de gente.

Respetar el decoro urbano es un tema necesario y recurrente. Las autoridades locales emprenden campañas para concientizar a los forasteros, como un conocido «decálogo» que acompaña a los mapas turísticos de la ciudad lagunar.

Decálogo del decoro urbano

-No comer ni beber sentado en el suelo; no sentarse o recostarse en el suelo, en las orillas de los canales, monumentos, puentes, escalones, pozos y pasarelas destinadas a la marea alta. Multas de €100-€200.

-No circular con el torso desnudo o con traje de baño. Multas de €250.

-No bañarse, zambullirse o nadar en los canales. Multas de €350.

-No circular en bicicleta, ni con otros medios. Multas de €100.

-No arrojar basura, ni dejar desechos en calles y canales. Multas de €350.

-No alimentar palomas ni gaviotas. Multas de €25-€500.

-No acampar ni dormir al aire libre en áreas públicas. Multas de €200.

-No ensuciar con leyendas o dibujos (grafittis) el patrimonio público o privado. Multas de €350.

-No colocar candados en puentes o monumentos. Multas de €100.

-No comprar mercancías de vendedores ambulantes itinerantes. Multas de €200.

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