Investigación

Campo en llamas, la ganadería en Zulia se apaga

La producción de carne bovina y de pollo en Zulia palidece. No hay insumos agrícolas. Agropatria es la espina dorsal de la tragedia del campo venezolano. La violencia y la inseguridad también merman el desarrollo de las haciendas en Perijá y el Sur del Lago

Fotografía dentro del texto: AP
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El signo de exclamación es un recurso que bordea la histeria. Asusta, alerta, genera alarmas donde otros yacen ignorantes de sus peligros. Simboliza un grito en territorios donde reina el silencio. Reviste de importancia a frases que, sin él, carecerían de atractivo. Termina imprimiendo un carácter teatral, dramático, en clamores de toda estirpe. Los trabajadores de Avícolas de Occidente parecen saberlo a plenitud. Lo usaron a la perfección en sus consignas ese miércoles 30 de marzo, cuando a las 8:00 de la mañana ocuparon la acera de enfrente de la sede administrativa de la Gobernación del estado Zulia. Colocaron uno adelante, otro al final y voilá: hilaron en tres palabras su inquietud máxima sobre la producción mermada de pollos.

“¡MATERIA PRIMA YA!”, se leía en una pancarta sostenida por dos trabajadores de la planta en ambos extremos. El letrero explicaba luego el desasosiego, en los predios del despacho del gobernador Francisco Arias Cárdenas: “los trabajadores de Avidoca exigimos materia prima. Somos 1.000 trabajadores a riesgo de quedar desempleados. Sin materia prima no hay pollos”. La alarma había hecho metástasis entre los empleados de una compañía que paulatinamente, desde 1985, ha copado el 22% del mercado de pollos en la región zuliana. Pero ya no tienen con qué alimentar a sus aves.

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La fórmula que aquellos 300 trabajadores que protestaban pretendían explicar al gobernador, al pueblo, a la prensa, es simple: sin maíz ni soya para dar de comer a sus aves en la granja no habrá pollos dignos y sanos a la venta. Luis Vera, secretario general del sindicato Siproboaviz, fue la voz líder. Subrayó que Avidoca es excluida de las distribuciones que planifica el Gobierno nacional para remitir los cereales importados en puertos hacia las granjas y remarcó que otras empresas avícolas sufren la misma suerte.

Noviembre marcó el inicio del desplome en la producción. Solo han recibido 200 toneladas de cada cereal. Hoy gozan de despachos de entre seis y ocho camiones a la semana, cuando antes rebozaba la materia prima en hasta 23 vehículos de carga pesada. Se trata de una empresa que produce hasta 500 mil pollos por semana en su capacidad máxima, tres millones de kilos mensuales y hasta 36 millones de kilos de pollo al año. Su consumo lo copa mayoritariamente el Zulia.

Sus aves ya no se alimentan como deben. No engordan lo suficiente. No hay beneficios. Reportaron que en su última matanza solo obtuvieron 5.000 pollos aptos para su distribución y consumo. Las cifras de pérdidas se duplican: se ven forzados a sacrificar al menos 11.000 pollos porque no tienen el peso adecuado. Todas las aves descartadas apenas llegan a pesar entre 600 y 800 gramos cuando deberían rozar los cuatro kilos, detalló Evert Troconis, operador desde hace cuatro años en la empresa.

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El sindicato ha llevado sus signos de exclamación a numerosas instancias gubernamentales, pero todas están secuestradas por la sordera. No ha habido respuestas desde noviembre entre los representantes de la Región Estratégica de Desarrollo Integral, la Corporación de Abastecimiento y Servicios Agrícolas (Casa), el Ministerio para la Alimentación y la Gobernación. Incluso firmaron y enviaron una carta al Presidente de la República con su insistencia. La respuesta es un silencio estruendoso. Sus signos de exclamación perdieron fuelle. Han terminado por ser un sobresalto anecdótico en medio de un profundo drama alimentario.

Violencia en el campo

Caciques de las comunidades yukpas de Aroy y Sirapta bajaron de la Sierra de Perijá la tarde del lunes 22 de febrero hasta la hacienda La Esperanza, propiedad del productor José Rovino Vera. Iban en grupo, se contaban en decenas. Les carcomía su inconformidad con la distribución de tierras que el Estado venezolano realizó hace seis años en el marco de un plan de restitución de zonas indígenas. Su descontento se tradujo en violencia, copiando el modus operandi del hoy asesinado Sabino Romero.

El grupo secuestró al personal de la finca, desvalijaron los techos de los potreros, cargaron con equipos y enseres para la ganadería, robaron vacas y novillos, mataron animales recién paridas. Así de desoladora es la producción de ganado en Zulia. Sequía, déficit de insumos, medicinas y alimentos para los animales, expropiaciones, secuestros y robos de haciendas componen una fórmula caótica.

La reducción del consumo de carne bovina es resultado de esa comparsa de violencia y escasez. Estimaciones ofrecidas por la Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga) dictan que el consumo per cápita de carne ha disminuido de 23 kilogramos al año a solo 13 kilogramos.

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Armando Chacón, presidente de la asociación de ganaderos del municipio Machiques (Gadema), resaltó que solo en febrero tres fincas fueron invadidas por estar en las adyacencias de la zona de demarcación indígena. En la hacienda La Esperanza, por ejemplo, se frustró el ordeño de mil 800 litros de leche y desaparecieron 50 animales. Productores denunciaron la pérdida de 2.700 cabezas de ganado entre septiembre y noviembre.

Alfonso “El Toto” Márquez, alcalde de Machiques, confirmó que en la zona ganadera se han invadido y confiscado 59 predios desde 2009. “Ninguna de ellas están produciendo actualmente. Han dejado de producir 100.000 litros diarios de leche y 10 mil reses al año. Es una política errada del Gobierno, sin planificación”.

El Sur del Lago, otra zona ganadera por excelencia, está igualmente infecundo por la inseguridad y la escasez de insumos agrícolas, que ya se ubica en 80%, según denunció Gilmar Márquez, diputado de la Asamblea Nacional (AN). La crítica situación perjudica a 500 mil productores.

El parlamentario se suma al listado de quienes lanzan dardos contra un objetivo inerte: Agropatria. Ese nombre rebautizado resucita aquellos signos de exclamación de 1.000 trabajadores avícolas. Despabila las alertas entre académicos, funcionarios y legisladores. Termina siendo una invocación a la carestía. Acaba, en el campo zuliano, como sinónimo de la privación y la inexistencia.

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Jagger en el campo

La escasez de insumos para la producción agrícola del estado Zulia es calamitosa. Lo advierte con recelo académico Werner Gutiérrez, ex decano de la Facultad de Agronomía de la Universidad del Zulia. Su conocimiento en la materia es tan amplio y respetado en el gremio que su nombre encabezaba las quinielas para ocupar el ministerio, en caso de una eventual victoria de Henrique Capriles Radonski en las elecciones presidenciales de 2013.

El experto agrónomo es un hombre de cifras. Se escuda en ellas para vencer las dudas de quienes comprenden poco o nada del campo y la producción. Sus textos y reflexiones exudan números. Uno de ellos desnuda al novel ministro de Producción Agrícola y Tierras, Wilmar Castro Soteldo: “hace un nuevo anuncio de la asignación de 354 millones de dólares para el agro, lo cual representaría solo el 30% de los 1.250 millones que para principios de 2015, según solicitud de Fedeagro, se necesitarían para cubrir los requerimientos de importación de agroinsumos y agrosoportes”.

El año pasado calculaba que el país necesitaría 400 millones de dólares tan solo para la importación de las semillas y agroquímicos que se necesitan. Fustiga, insiste, hurga en la llaga del anuncio aplaudido en los despachos oficiales: “lo recientemente ofrecido por el gobierno ni siquiera cubre las necesidades de estos dos rubros, dejando por fuera sin asignación de divisas para repuestos y maquinarias, entre otros”.

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Gutiérrez lamenta la paquidérmica reacción del Gobierno ante la crisis de agroinsumos. “Solo hemos presenciado grandes y maratónicas reuniones, las cuales solo han producido anuncios de supuestos planes que el gobierno prepara y que próximamente anunciará”. Le preocupa que el Poder Ejecutivo no apele a la rectificación en su modelo agrícola cuando está a las puertas del ciclo de siembra más importante en Venezuela, el de invierno.

Siempre que el exdecano habla y escribe sobre la escasez de los insumos agrícolas, toca el tema de Agroisleña, hoy conocida como Agropatria tras su expropiación por parte del Gobierno. Le resulta como una maña. Es como pretender hablar de Los Rolling Stones sin mencionar su éxito Simpatía por el Diablo o los movimientos epilépticos de cadera de Mick Jagger. Para Gutiérrez, Agropatria, que monopoliza el 70% de la distribución de agroinsumos, es el alfa y el omega de la crisis.

“Antes de la expropiación de Agroisleña por parte del gobierno nacional y la creación de Agropatria, las principales asociaciones de agricultores del país, para este momento del año, ya comenzaban a recibir en sus depósitos los agroinsumos, principalmente semillas, fertilizantes y plaguicidas para enfrentar el ciclo de siembra de invierno”, puntualiza.

Tiene ejemplos de sobra para justificar su conclusión. También tiene a manos, claro está, montañas de cifras para lapidar la opinión de que el Gobierno sabe lo que hace en la materia agrícola. “Aún tenemos fresco en el recuerdo las malas experiencias del año 2015 cuando se vio disminuida la superficie de siembra de arroz y maíz por la escasez de semilla en el país, la cual fue recibida de manera tardía. Igual experiencia vivieron los paperos, los cuales esperaban la llegada de la semilla desde Canadá a más tardar el 1 de diciembre, y aun varias semanas después esta no era recibida por el retraso en el pago a los proveedores”.

El experto señala que en el país se importa la totalidad de las semillas de hortalizas. “Esta escasez de semillas generó que para el cierre del año 2015 en el caso particular de las hortalizas de hoja apenas se cubrió la demanda, mientras que para en el año 2014 hubo un excedente en el país de 300.000 toneladas”.

Recuerda que en 2014 se produjeron en Venezuela 200.000 toneladas de papa, cuando en 2015 se hizo lo propio con solo 120.000 toneladas. El resultado concluye en una caída de 40% de la producción de ese rubro.

El profesor universitario advierte que es indiscutible que el “oscuro escenario” del campo venezolano es consecuencia de la falta de disponibilidad de agroinsumos. Castro Soteldo dista de su opinión. Las palabras de ambos se repelen como el agua y el aceite.

A juicio del titular del despacho agricultor, la matriz de opinión de que Agropatria estaba destruida y por el suelo es falsa. “Los volúmenes de producción actual de agroinsumos de Agropatria, teniendo en cuenta el crecimiento que ha tenido el tema agrícola tanto animal como vegetal, son mucho mayores que los anteriores”, llegó a decir el exgobernador de Portuguesa cuando su silla ministerial aún estaba fría.

Gutiérrez vuelve por sus fueros con balances en mano. Desmantela número a número el optimismo oficial. “Basta revisar lo sucedido con cuatro rubros estratégicos para el país: maíz, sorgo, caña de azúcar y café». Según los balances anuales presentados por Fedeagro, para el año 2010 se cosecharon en Venezuela 799.712 hectáreas, mientras que para el 2014, último año con resultados publicados, solo se cosecharon 515.611 hectáreas, denotando una caída de 29% en la superficie cosechada.

El cultivo de sorgo registró una caída de 69% en esos cuatro años – de 223.934 hectáreas en 2010 a solo 70.983 hectáreas en el 2014-. La caña de azúcar corrió la misma suerte: su superficie cosechada paso de 130.805 hectáreas a 94.976 hectáreas en el 2014, un desplome del 28%.

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“En el año 2014, ocho de los 12 rubros principales que se cosechan mostraron caída en la superficie cosechada al compararse con los resultados del 2013”, remata Gutiérrez. Para él, no hay dudas. El epicentro del desplome es Agropatria. Es el Jagger que interpreta el ritmo desenfrenado del campo venezolano.

La academia lo confirma

Una encuesta de profesionales y estudiantes de la cátedra Biología y Combate de Malezas de la Facultad de Agronomía de LUZ retrató el desmadre de la agricultura. En las zonas productoras de la cuenca del Lago de Maracaibo mordió polvo el abastecimiento y suministro de agroinsumos para la producción agrícola.

El estudio halló que el 78,57% de los productores de los municipios Tulio Febres Cordero (Mérida) y Sucre (Zulia) reporta que casi nunca logran obtener los agroinsumos necesarios en el momento que los necesita. En la mayoría de los casos (85% de las veces) se ven obligados a adquirir productos sustitutos, adquiridos con sobreprecio en el llamado “mercado negro”.

El 71,43% de los productores entrevistados consideró que la planificación del manejo de sus cultivos se ha afectado por la falta de agroinsumos en el mercado, mientras que el 92,85% afirma que la no disponibilidad de estos productos ha afectado negativamente la rentabilidad de su unidad de producción.

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