Política

Las blandenguerías de la MUD

Mientras los venezolanos siguen esperando un cambio, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se debate entre distintas herramientas políticas. Marchas, conversaciones, juicio político, todas prometedoras pero sin resultados aún irrefutables. Y desde el Gobierno acusan terrorismo, mentiras y avientan provocaciones

Composición fotográfica: Andrea Tosta
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Miraflores pudo haber recibido a sus puertas a miles de venezolanos descontentos con el gobierno de Nicolás Maduro este tres de noviembre. El reclamo debió ser por la escasez de alimentos, de insumos médicos, seguridad, por los mil y un problemas que aquejan a quienes viven en Venezuela, y el gran tótem: la suspensión del proceso para convocar a un referéndum revocatorio. Sería un paso más para la restitución del hilo constitucional -que se rompió cuando el Consejo Nacional Electoral (CNE) anunció el congelamiento “hasta nuevo aviso” de la recolección del tan mentado 20%. Así lo planteó el gobernador de Miranda, Henrique Capriles, en la “Toma de Venezuela” el 26 de octubre ante un mar de gente concentrada en la autopista Francisco Fajardo, afirmando que se debía retomar el camino electoral o asumir que el pueblo tomaría las calles del centro de la capital, desde todas partes del país. Lo ratificó días después en su cuenta de Twitter: “Todos los venezolanos debemos seguir luchando para que los golpistas cumplan la Constitución! Todos a movilizarnos a Ccs el 3 de Nov!”, escribió.

No fue el único. Por ejemplo, el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Henry Ramos Allup, dijo en la misma tarima de la Fajardo que el martes primero de noviembre se haría un «juicio político» al Primer Mandatario en la sede del parlamento, que conllevaría a una declaratoria del abandono del cargo y a una movilización al palacio de Gobierno para entregar una «carta de despido» a Nicolás Maduro.

Ni la convocatoria presencial ni la virtual de Capriles, Ramos Allup, María Corina Machado, el partido Voluntad Popular en pleno y otros voceros se concretaron. 48 horas antes, el presidente del Legislativo informó que la marcha se suspendía a petición de la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV), el cardenal Jorge Urosa Savino y El Vaticano, cuyo representante apenas había pisado suelo venezolano. “Creemos que es sensato acatar a los fines de evitar cualquier choque, cualquier confrontación y la contaminación de este proceso que hemos denominado inicio del diálogo”, afirmó el primero de noviembre. Se hacía efectiva así la «tregua» pedida por los mediadores del diálogo.

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Una escueta movilización estudiantil, sin convocatoria partidista, hasta la Nunciatura Apostólica sustituyó el multitudinario llamado inicial a entregarle la carta de despido al Presidente. La sociedad civil y militantes de distintas toldas políticas caminaron con los universitarios por la avenida Francisco de Miranda. Miraflores y sus esquinas vecinas amanecieron con carpas en las que jóvenes pertenecientes al Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) hicieron vigilia para “defender la revolución” y apoyar al gobierno de Maduro. Escudo humano.

No es la primera vez que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), en su condición de alianza de diferentes visiones políticas, hace y deshace. “No niego que la MUD tenga fallas comunicacionales. No quiere decir que no sea una estrategia clara, lo que sucede es que no está siendo bien comunicada”, explica Ángel Oropeza, psicólogo con estudios en Ciencias Políticas. El politólogo Ricardo Sucre Heredia pone sobre la balanza la fuerza de la MUD: “Este era el momento de la verdad. El jueves tenía que estar en Miraflores, plantear su batalla final. Pero al ver que no tiene la fuerza podía terminar en un enfrentamiento entre grupos y el Gobierno se hubiese mantenido. No tiene la fuerza aún, la está construyendo, pero habla como si la tuvieras”.

Correr la arruga en la toma de decisiones se ha convertido en su modus operandi. Oropeza, también profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), rescata la adaptabilidad de la Mesa. “No significa que renuncias a una herramienta política, actúas de acuerdo con las circunstancias”, apunta. Esas parecen haber llevado a la MUD a olvidarse del referéndum revocatorio.

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Durante 2016, se convirtió en la punta de lanza de la oposición. Se perfilaba como la única vía electoral para apartar a Maduro de la Presidencia, sin que el Vicepresidente heredara la poltrona, como sucedería en caso de efectuarse en 2017. Los venezolanos en desacuerdo con el actual gobierno sortearon trabas en la recolección de firmas, silencio del CNE en el anuncio de fechas para los siguientes pasos, amedrentamiento en los organismos públicos al firmar por un cambio presidencial. Incluso, una revalidación de firmas por “irregularidades”, como inconsistencias entre la huella y signatura plasmada, y hasta los retrasos de un período de «exclusión» no establecido en la norma.

El ocho de agosto, el secretario ejecutivo de la MUD, Jesús «Chúo» Torrealba decía que «el referendo revocatorio no lo para nadie». Pero dos meses después, luego que el Poder Electoral detuviera el proceso, Henry Ramos Allup admitió ante la prensa el primero de noviembre que «el revocatorio está muerto, el Gobierno lo mató». La retórica recordó a aquellas palabras del alcalde de Caracas, Jorge Rodríguez, cuando dijo que tal instrumento estaba “muerto legalmente”.

“La MUD tiene una interacción con su público que pide acciones rápidas y extremas que quiere complacer. Eso genera una suerte de círculo vicioso: la MUD comienza a crear expectativas y, al no poder satisfacerlas, se generan estos avances y retrocesos”, explica Sucre Heredia. El politólogo y miembro de Marea Socialista, Nícmer Evans, concuerda al analizar los distintos intereses dentro de la cúpula de la Unidad Democrática: “Las acciones de la MUD son reactivas, no tienen planificación, no hay análisis de escenarios. Pareciera que no hay politólogos serios en la Mesa”.

Mesa que más aplauda

El diálogo, infructífero hace dos años, volvió entonces con fuerza, con la intervención de El Vaticano en el proceso y la inconformidad de los integrantes de la alianza opositora. La MUD consideró una “victoria” la presencia del Monseñor Emil Paul Tscherrig en Venezuela, ya que recordó que fue la Mesa quien insistió en la presencia de la Santa Sede para fomentar la mediación y que las reuniones se realicen en Caracas. Allí, el gobernador de Lara y antiguo militante del chavismo, Henri Falcón; el alcalde del municipio Sucre, Carlos Ocariz; y el ex secretario internacional de la MUD -expulsado de ese cargo sin anestesia- Timoteo Zambrano, junto al propio «Chúo» y a Luis Aquiles Moreno intentan negociar seis puntos para el diálogo del 11 de noviembre: una solución electoral a la crisis vía revocatorio o elecciones adelantadas en el primer semestre de 2017, una repetición de elecciones parlamentarias en Amazonas, el reconocimiento de la Asamblea Nacional, el acuerdo para tener un nuevo CNE el 4 de diciembre por mutuo pacto, un cronograma de liberación de presos políticos y mejoras en condiciones de reclusión, y un acuerdo para lograr abastecimiento de medicinas y alimentos.

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“Lo que se plantea es un imposible: que el Gobierno se rinda. La MUD no tiene fuerzas para exigir ello. Siempre es pertinente conversar, pero dependerá de sus capacidades. Condiciones óptimas no las hay, las dará el dialogo y la confianza de quienes se van a sentar”, aclara el politólogo Sucre Heredia. Dentro de la coalición de partidos, no todas las vías políticas apuntan a sentarse a conversar. “Esto es consecuencia de un proceso complejo. Tenemos una anomalía autocrática e institucional que, aunque haya una Asamblea Nacional popularmente electa, no puede asegurar la normalidad en las decisiones políticas”, explica el diputado de Primero Justicia (PJ), Juan Miguel Matheus. Lo tiene claro: su enemigo a derrotar es Nicolás Maduro. “Luce contradictoria la suspensión de actividades de calle para dar oportunidad al diálogo. Pero todas las demás herramientas siguen vigentes y vivas. Nosotros escuchamos la voz del Papa para asumir el 11 de noviembre, fecha en la que deben mostrarse frutos concretos de las conversaciones. La MUD, si no, sigue adelante con su agenda institucional, con las acciones de calle y rescate del hilo constitucional perdido”, indica Matheus. Este viernes, Henrique Capriles dice que si ese día no hay resultados concretos, “el gobierno mató” al diálogo.

Las inconsistencias incluso dentro de la coalición se palpan en los discursos de quienes la componen. “Ayer, toda la oposición acordó la rebelión y la destitución de Maduro mañana. Otra vez un ‘diálogo’ para salvar a Maduro?”, tuiteó la coordinadora nacional de Vente Venezuela, María Corina Machado, el 24 de octubre, a una semana de iniciar las negociaciones. El diputado y presidente de la Comisión de Política Exterior, Soberanía e Integración, Luis Florido, no quiere ser pájaro de mal agüero cuando habla de negociar con el chavismo reinante: “Confiamos mucho en El Vaticano. No confiamos en el Gobierno, que no ha dado muestra de querer mediar. La única muestra que ha dado es haber liberado a cuatro presos políticos”. Consciente de su vulnerabilidad siendo activista de Voluntad Popular (VP) -partido calificado como terrorista por el Presidente-, prefiere “esperar a ver cómo se desenvuelven las cosas para luego opinar al respecto. No quiero ser el profeta del desastre”.

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A pesar de las circunstancias, Matheus confía en el poder de la palabra mediada: “El diálogo siempre es necesario. Es la posibilidad de solucionar conflictos a través de la razón. No supone ingenuidad, ni desconocer a quienes están sentados, tampoco claudicados. Es sabido que todo proceso de transición comienza o termina con un diálogo, y eso es lo que vamos a explorar”.

El juicio político a Nicolás Maduro es una raya más para el tigre. Con la mayoría opositora aprobó un acuerdo que le iniciaba la evaluación y determinación de la responsabilidad política del Presidente por las violaciones a la Constitución, los Derechos Humanos y la Democracia expuestas en el hemiciclo. La alternativa planteada por la AN el 25 de octubre para retomar el hilo constitucional quedó on hold cuando se pospuso en la orden del día del primero de noviembre, fecha para la que se tenía planteada dar la estocada.

“Son costos necesarios que hay que pagar. No se trata de complacer a tus seguidores, sino de hacer lo que se debe hacer y lo que pueda llevar al triunfo. Lo otro es populismo”, indica el analista político Carlos Raúl Hernández. Desde su perspectiva, tanto el diálogo como la suspensión de la marcha a Miraflores son correctas. En su vaivén, dice, la MUD ha incrementado su popularidad fuera de las fronteras criollas, a costa de descontentos internos en Venezuela. “La oposición tiene incontables amigos en el mundo gracias a la MUD. No era así hace un tiempo, la oposición se veía como un grupo golpista contra un gobierno electo”, explica.

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Sucre Heredia lo corrobora, a pesar de las circunstancias en las que se efectúan las negociaciones: “Internacionalmente, la imagen es mejor. El diálogo es una solicitud de comunidad internacional. La Mesa lo pidió junto al Gobierno. Es un grupo que si bien tiene contradicciones, optó por la vía pacífica y política”. Mientras para Matheus la MUD está en “su mejor momento, representada en el poder más legitimo del país, que es la Asamblea”, el politólogo Evans tilda a la oposición venezolana y su coalición de partidos como “incapaz”. “Después de 17 años combatiendo primero el gobierno de Hugo Chávez, ahora uno mucho más débil, el de Maduro, no logra generar avances reales y concretos en el logro de sus objetivos. Se requiere un liderazgo más sólido”, apunta. De igual forma lo perciben periodistas internacionales como Anatoly Kurmanaev, reportero del Wall Street Journal en Caracas, al comparar en su cuenta de Twitter el proceso de diálogo venezolano con la visita del candidato republicano Donald Trump a México: un fail mediático.

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Dentro del público interno, Evans alerta de “una ausencia de credibilidad, una pérdida de confianza y una mayor pérdida en el arrastre para movilizaciones de calle porque no hay quien satisfaga necesidades del pueblo”. Sucre Heredia se muestra cauto: “Vamos a ver con este episodio cómo la gente percibe a la Mesa. Antes de esto, la MUD tenía una buena evaluación, así sea la alternativa al Gobierno. Esto va a afectar mucho a su público nacional. Mucha gente pensaba que vendría un desenlace final”.

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