Sociedad

Musulmanes: la paz de Mahoma está en Venezuela

La comunidad musulmana en Venezuela asciende a más de 300 mil devotos de Alá. Los seguidores de Mahoma nada reprochan a esta tierra que les dio la libertad de salmodiar el Corán. En comparación con otros países de Latinoamérica, se sienten cómodos incluso con la burka puesta. Como cualquier venezolano, el miedo no es a la intolerancia sino a la delincuencia y escasez

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Autor: Reyes Theis | Fotografía de portada: Urbanimia | Fotografía en el texto: The Atlantic
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Un hombre musulmán de origen colombiano, con turbante en la cabeza, bromea con el personal de seguridad de la mezquita de Mariperez, en Caracas. “Cuidado no muevas mucho el bolso, porque llevo una bomba”, dice en tono jocoso. El humor característico del venezolano se expresa en la buena integración entre la minoría practicante del Islam y la mayoría cristiana en el país. “De esa forma se hace más amable la relación y que no te estrelles con el musulmán de la cara fea y que te ignora, sino con uno que acepta los chistes y juega con ellos”, explica Daud Ozpina, un psicólogo de 28 años quien es el protagonista de la broma del relato.

“En Venezuela viven aproximadamente 300.000 musulmanes”, comenta Mohamed Motwally Ali Ibrahim, imán de la Mezquita. Un hombre de aproximadamente 1,80 de estatura, que aparenta menos de 30 años, vestido con bata larga y sandalias, barba y mirada intimidante, que contrasta con su discurso de paz y tolerancia. “La mayoría son libaneses y palestinos, le siguen los sirios”, acota en árabe el guía espiritual, mientras el secretario de la Mezquita, Alvaro Leroy Hernández, sirve de traductor. Comenta que la mayoría se dedica al comercio, algunos tienen restaurantes, otros son profesionales de medicina, abogados o ejercen diversos oficios.

El imán está satisfecho de la forma en que se ha integrado la comunidad musulmana. “La integración se ha dado de una manera muy aceptable en Venezuela, tanto así que no se ve casi ninguna diferencia entre los musulmanes y los no musulmanes”, arguye.

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El precepto de esa religión es que el musulmán debe dar, antes que nada, un trato humano a los demás. “El profeta nos los enseñó. En cierta ocasión estaba pasando un féretro de una persona que había muerto y él se puso de pie por respeto a esa marcha fúnebre y le dijeron, ‘pero es un judío’, y él dijo, ‘igual es un ser humano al que tenemos que honrar y respetar’. El lloró de tristeza porque era un alma que se había ido sin haber creído en él”, narró.

La presencia árabe

El secretario de la mezquita es colombiano y practicante del Islam y explica el origen de la colonia árabe en territorio venezolano. “Los árabes comienzan la emigración hacia Venezuela luego de la primera guerra mundial y muchos se establecen sobre todo hacia el norte con la intención de emigrar luego hacia Estados Unidos. Sin embargo, no todos pudieron continuar el viaje y fueron estableciéndose en Venezuela”, explica. Hernández añade que en la década de los 70 nace una nueva emigración, pero con un objetivo, “viajo porque me voy a quedar allí, allí está mi abuelo, mi primo, mi tío, hermano. Es decir vienen, porque ya tenían un familiar establecido”, comenta.

Las principales motivaciones para la diáspora fueron económicas y los conflictos en el Medio Oriente, como la guerra continua en Palestina, Líbano, la guerra del Golfo Pérsico —que propició la llegada de muchos iraquíes— y el actual conflicto en Siria. Acota que los pocos controles de documentación con relación a otras naciones, como Estados unidos, facilitó el arribo.

Los árabes prefieren vivir en las ciudades donde hay mezquitas para la práctica de su religión. En la isla de Margarita, por ejemplo, hay uno de los asentamientos más antiguos y allí funciona un colegio de más de 1.000 estudiantes dirigido a esta comunidad.

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Las complicaciones de ser minoría

Vivir en un país adoptado y adaptado a la civilización occidental, con creencias y costumbres si se quiere antagónicas a las islámicas, puede traer consigo complicaciones. No obstante, el imán Mohamed Motwally Ali Ibrahim destaca: “No hay ninguna dificultad que no sea la que vivimos todos: la total inseguridad del país”. Una realidad que, junto a la crisis económica, hace que algunos ciudadanos árabes —ya nacionalizados— se planteen la posibilidad de volver a sus países de origen.

Mujammad Hernández Gutiérrez, un joven musulmán de 21 años, hijo del secretario de la Mezquita, considera que en esa decisión de volver pesa más la situación del país. Eso no quiere decir que no haya algunas muestras de intolerancia o segregacionismo. Y es que a pesar de la buena receptividad hacia la comunidad, a veces surgen voces de quienes, movidos por la retaliación contra las acciones terroristas de los fundamentalistas, tratan de cobrar cuentas a los musulmanes pacíficos —la inmensa mayoría. “Una musulmana cuando va a un aeropuerto en Venezuela le exigen que se quite el velo para ser revisada, pero a una persona de otras religiones, como los santeros, no le exigen que se quite su gorra. Igual en el banco: le dicen a las musulmanas que no pueden estar allí con el velo, pero al santero no le dicen nada. Hay como cierto recelo con los musulmanes en el país”, se queja Hernández.

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Daud Ozpina, quien usa turbante, comenta al respecto: “Cuando se da el choque cultural por la vestimenta, te observan como que no es normal, pero la actitud cambia cuando explicas lo que representa dentro de la religión”. Continúa: “muchas veces te vas a encontrar con la persona poco culta que te grita terrorista, regrésate a tu país. Muchas veces te encuentras en el metro a gente que hablan detrás de ti, pensando que no hablas español, pero dentro de lo que cabe es aceptable”.

“El Islam te enseña tolerancia ante todo. El buen musulmán lo que hace ante este tipo de comentarios absurdos, es que simplemente se aleja. Podemos encontrarnos dentro de las comunidades árabes quienes respondan, pero el practicante del Islam debería tolerar y enseñar”.

El uso del hiyab

En Venezuela no es común ver a las mujeres con burka, una especie de velo que cubre por completo el rostro dejando apenas un espacio para ver. La norma sobre el uso del velo proviene del Corán, la sagrada escritura musulmana, dice: 24:(31) “Y di a las creyentes que bajen la mirada y que guarden su castidad, y no muestren de sus atractivos [en público] sino lo que de ellos sea aparente [con decencia]; así pues, que se cubran el escote con el velo. Y que no muestren [nada más de] sus atractivos a nadie salvo a sus maridos, sus padres, sus suegros, sus hijos, los hijos de sus maridos, sus hermanos, los hijos de sus hermanos, los hijos de sus hermanas, las mujeres de su casa, aquellas que sus diestras poseen, aquellos sirvientes varones que carecen de deseo sexual, o a los niños que no saben de la desnudez de las mujeres; y qué no hagan oscilar sus piernas [al caminar] a fin de atraer la atención sobre sus atractivos ocultos. Y [siempre], ¡Oh creyentes, volvéos a Dios —todos— en arrepentimiento, para que alcancéis la felicidad!”.

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El imán de la Mezquita de Maripérez explica: “La base de la norma es que el cuerpo de la mujer es todo pudor y, por lo tanto, debe cubrirlo a excepción de su rostro y sus manos. Obviamente que si desea cubrirse las manos o el rostro completo es decisión de cada quien”. Muchas mujeres no se tapan completamente porque se ven a sí mismas como que están fuera de lo común en la sociedad en la que viven. El imán revela un dato curioso: “La mayoría de las que se tapan por completo en Venezuela son las musulmanas venezolanas, árabes muy pocas”.

Ozpina tiene una historia particular sobre el uso de la hiyab, —el velo que cubre cabello y cuello. Relata que su esposa es venezolana y la conoció cuando estaba en bachillerato. “En mi afán de que empezara a usarlo le compré cinco, uno para cada día, para que no se sintiera incómoda. En el colegio lo único que le exigían era que lo usara del color del uniforme, pero en la universidad muchas veces no le preguntan, porque piensan que no habla el idioma español o le dicen que es árabe”.

A pesar de esas dificultades, el imán Ali Ibrahim destaca que en Venezuela los musulmanes cuentan con el respeto y la aceptación necesaria para practicar su religión. “Tanto en Venezuela como en Suramérica se vive con mayor tranquilidad y paz, porque al final todos somos como emigrantes de alguna manera. En Europa también la convivencia es tan positiva que es muy difícil notar que existe la comunidad musulmana, pero hay personas que son fundamentalistas, las que quieren voltear las leyes, extremistas que buscan que se hagan las cosas de acuerdo al Islam, sin reconocer que ellos son emigrantes y que están como una minoría y no una mayoría”.

Por su parte, Ozpina asevera que la integración en Venezuela es incluso mejor que en Europa y otros países de Suramérica. “No hemos encontrado ese punto negro en la sociedad venezolana que te diga que no puedes visitar una mezquita, o países como España done se hacen protestas en las afueras de la Mezquita. En Colombia, específicamente en Maicao, donde hay una comunidad musulmana bastante grande, existe el racismo hacia los musulmanes, en México también conozco que muchas comunidades han decidido apartarse y fundar barrios exclusivamente con musulmanes para que se les haga más fácil la práctica. En Bogotá, cuando se construyó la mezquita, la comunidad judía quería desalojarlos. He hablado con musulmanes en otros países y les he contado mi experiencia y coinciden que en Venezuela se acepta más la práctica de la religión”.

El Islam y la tolerancia

Los atentados terroristas que han ocurrido recientemente en Francia y Estados Unidos son atribuidos a los llamados lobos solitarios de ISIS. Jóvenes musulmanes que han nacido en Europa o Norteamérica que se sienten incomprendidos e irrespetados en sus creencias y religiones y atentan contra las mayorías cristianas.

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Para los buenos musulmanes estas prácticas atentan contra la esencia del Islam. El imán subraya que la base de la religión de Mahoma, y todos sus mandamientos, apunta a la tolerancia y la convivencia pacífica. “Indudablemente que siempre hay individuos en cualquier parte del mundo, en cualquier sociedad, de cualquier credo, que se salen de lo que es la base fundamental de la convivencia”.

Ali Ibrahim añade: “Hay un principio con el que predica el profeta —la paz sea con él—, que es como si fuera un eslogan universal, dice: ‘yo he sido enviado para completar las buenas costumbres’. Si vas a la verdadera historia del Islam se desarrolla en la base de la moral, las buenas costumbres, la ética. Pero si tu quiere ser justo y equitativo tienes que ver no solamente los actos de algunos musulmanes que se salen de la norma común, y analizar y poner en la balanza lo que hacen los no musulmanes contra los musulmanes y eso es algo que los medios de comunicación a nivel mundial no ven o no miden”.

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