Sucesos

Carta a Papá

Texto: Shakira Di Marzo | FOTOGRAFÍA: CORTESÍA
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CitahombresgMi papá era el único que se atribuía el nombre de un álbum musical para resolver cualquier error momentáneo.

Mi papá no pedía un moccacino, él pedía un “moco e chino”.

Él no nos daba amor, él nos daba un “round de cariño”.

Cuando llamaban a la casa, no decía solo “aló”. Decía, “aló, departamento de cadáveres”.

Cuando tenía sed, me decía que comprara una bolsa de maní salado. Y por alguna razón extraña, se me quitaba la sed.

Ese era mi papá, una especie de extensión de Otrova Gomas. Cualquier escenario débil, lo convertía en un potente momento de risa.

Hablaba hasta con las piedras y era un experto en meterse en problemas, pero mejor en salir de ellos.

Cualquier desgracia era material para una tragicomedia. Eso es un arte y él me enseñó a desarrollarlo.

Porque la verdad es que mi papá no solo era un gran músico, era un profeta de su verdad. Si hay alguien que vivía como pensaba, era él y eso nadie -nadie- se lo va a quitar.

A mi no me importa nada, no me importan las desgracias, nosotros somos magos de la realidad, nosotros aprendimos de ti.

Aprendimos a escuchar con dolor y amor.

Aprendimos a nadar, aprendimos a comer, pero a comer de verdad. Nos enseñaste a odiar, a olvidar y a reír.

Aprendimos a pescar, a tocar el violín, a tocar el cello, la guitarra, la batería, el piano.

Aprendimos a escucharte. Aprendimos a leer. Todo. Pero no aprender por aprender, sino de verdad, con intensidad, de esa que solo nosotros sabemos manejar, de esa que solo entre nosotros sabemos de qué va.

Me atribuyo todo, me quedo con todo. Me “como tu amor y cago el infierno”.

Me quedo con tus masajes eternos, me quedo con el vaso enorme de chocolatada de taco en el estudio viendo videos de conciertos de Yes, de David Bowie y de los Beatles por horas. Ese vaso era eterno, querías que así fuera.

Me quedo comiendo pizza, aunque ninguna será tan buena como la que hacía Juan cuando estabas con él.

Me quedo en Boca de Uchire, me quedo en Choroní, me quedo en Puerto Azul, me quedo en Naiguatá, en la casita que perdimos.

Me quedo por horas en el sunfish, insolada, extasiada.

No me importa nada, papá. Te amo.

Me quedo, sabiendo que la musa “no viene a ti”. La musa está siempre ahí, insoportable y amorosa.

Porque ser poeta no es solo escribir poemas, es ver con ojos desvelados, con ojos renacidos, con ojos estallados.

Me quedo con la pasta los domingos en casa de los nonnos comiendo hasta decir basta. ¡Y cómo nos costaba!

Me quedo pasando frío en Mérida, montando caballos y tomando calentao’.

Me quedo en la cena de a dos que tuvimos en la Colonia Tovar, a ti te encantaba la rodilla de cerdo, pero como eras creyente solo te diste el placer de volver a hacerlo conmigo solo para que yo la probara.

Yo la odié. Pero esa noche estaba feliz por ti, porque te gustaba la cerveza de los alemanes, la rodilla y la nata flambeada.

Me quedo con las conversaciones en la madrugada, me quedo sabiendo que soy tu Winnie, tu campeona, tu pichona.

Me quedo sabiéndote campeón.

Pero lo más importante, me quedo sabiendo vivir, porque no sabía lo que tenía en la vida, hasta que me quedé sin ti.

Te amo, te amamos.

 Shakira

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