
Centenares de personas se aventuraban a manifestar contra la prolongación del confinamiento en Estados Unidos, alentados por el presidente Donald Trump, pese a que su país registra cerca de la cuarta parte de las más de 157.000 muertes que la Covid-19, causada por el nuevo coronavirus, ha causado hasta este sábado en el mundo.
Salud o economía
En Estados Unidos, centenares de manifestantes desafiaron en las calles a las autoridades de estados demócratas que sostienen las medidas de confinamiento.
En diferentes ciudades de Estados Unidos salieron a la calle para protestar contra las medidas de confinamiento ante la pandemia de Covid-19, la grave enfermedad respiratoria provocada por el nuevo coronavirus. Eran alentadas por el presidente Donald Trump, en un contexto de creciente disconformidad contra esas restricciones.
En todos los rincones
Y mientras Trump reitera sus ataques contra China al considerar que «ocultó» la gravedad de la pandemia, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el jefe de la diplomacia británica, Dominic Raab, también pusieron en duda la transparencia de Pekín sobre el número de casos de Covid-19.
Prácticamente no hay un solo país o territorio del planeta donde no haya llegado el nuevo coronavirus, que ya ha infectado a más de 2.280.000 personas y matado a más de 157.000 desde que apareció en China a fines de 2019, según el último recuento de la AFP.
Europa registra casi la mitad de esos contagios y más de 100.000 de los fallecidos, sobre todo en Italia (más de 23.200 decesos), España (más de 20.000), Francia (más de 19.300) y Reino Unido (casi 15.500). Muy por debajo de esas cifras, China reporta 4.632 muertos.
Pero Estados Unidos es el país más golpeado del mundo, con más de 706.000 contagios y 37.079 fallecidos. En América Latina el número de muertos supera los 4.000 y África registra más de 1.000.
¿Desconfinamiento?
Pero más allá de la instigación de Trump, a escala mundial los gobiernos se enfrentan al dilema de cuándo y cómo poner fin al confinamiento.
Tras semanas devastadoras, las señales de la desaceleración de la epidemia en Europa, aunque se sigan reportando cientos de muertos, ha llevado a algunos países a pensar en el desconfinamiento.
«La Iglesia del cementerio de Bérgamo vacía. Al fin», escribió este sábado el alcalde de esa localidad italiana en Twitter. Mostró en un foto el interior del lugar ya sin los numerosos ataúdes que tuvo recibir desde hace semanas.
Está previsto que a partir del 11 de mayo se reanuden actividades o, incluso, se reabran los colegios, en Francia y Suiza. En Alemania la cita es el 4 de mayo, el 27 de abril en Noruega. Dinamarca ya lo aplica. En España, los alumnos seguirán estudiando desde casa el tercer trimestre y no hay fecha para reabrir los centros educativos.
Pero la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido del riesgo de una segunda ola mortal del virus, si se levanta el confinamiento muy pronto.
El primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, anunció que la frontera con Estados Unidos permanecerá cerrada por otro mes. Y en América Latina, países como República Dominicana, El Salvador o Paraguay prolongan los toques de queda o los confinamientos.
Guerras del hambre
El confinamiento es aún más duro en los países más pobres o en conflicto, en África, Medio Oriente o América Latina.
«Señor presidente, estamos atravesando una crisis alimentaria. Aquí hay una guerra», advirtió Joani Fredericks, una activista de Sudáfrica. Está preocupada porque el confinamiento en su país ha derivado en choques con la policía y saqueos en los barrios más empobrecidos, a causa del hambre.
En Brasil, con más de 2.300 muertos y más de 33.000 infectados -aunque el número real de contagios podría ser 15 veces mayor, según investigadores-. La situación sanitaria en las favelas es particularmente preocupante.
«Hay grandes riesgos de propagación del virus en la favela, en torno a 40-50% de test que se hacen aquí son positivos», dice Tiago Vieira Koch, director de clínica que trabaja en Rocinha, en Río de Janeiro.
Otra década perdida
La crisis sanitaria desatada por el nuevo coronavirus y la Covid-19 amenaza con pasar una pesada factura a Latinoaméricana y borrar los avances de los últimos años, como ya advirtió el Banco Mundial, que prometió 160.000 millones de dólares para financiar proyectos contra la pandemia en los próximos quince meses.
Después de que Argentina declarara una moratoria para el pago de la deuda interna, los acreedores de Ecuador aceptaron extender hasta agosto el plazo para que pague $811 millones de intereses de su deuda externa. El dinero será utilizado para luchar contra el nuevo coronavirus.
En medio de las dificultades económicas, muchos países luchan por abastecerse de material para atender la emergencia.
En México (casi 6.900 casos y y más de 540 fallecidos) el gobierno, que prohibió la incineración de los cuerpos de los muertos por la COVID-19 sin identificar, anunció la compra de 1.000 respiradores a Estados Unidos, una décima parte de lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador le había pedido a Trump.
Argentina recibió su primer vuelo con insumos procedentes de China, un avión con 13 toneladas de material sanitario.
Preocupación por migrantes y presos
Tanto en América Latina como en Europa y otras regiones, la situación de los migrantes es foco de preocupación. Unas 1.700 personas sin documentos -en su mayoría provenientes de Latinoamérica- quedaron varados en su ruta a Estados Unidos en una zona selvática de Panamá. Allí esperan hacinados la apertura de fronteras.
Guatemala, por su parte, anunció que las deportaciones de guatemaltecos desde Estados Unidos han sido suspendidas hasta nuevo aviso, tras un repunte de casos de coronavirus entre los expulsados.
Otro frente sensible son las prisiones. Dos presos murieron en un motín desatado por temor al coronavirus en una cárcel del norte de Perú, tras el deceso de otro interno por Covid-19.
En Ecuador falleció un preso de una cárcel donde hay unos 1.400 detenidos. En Colombia murieron tres reclusos y 20 estaban contagiados en la cárcel de Villavicencio, en el centro del país.