Cine y TV

Las nuevas mujeres poderosas del cine

Desde la decisión de la maternidad, hasta el deseo, el miedo y nuevos códigos sobre el terror, la figura de la mujer ha tomado un nuevo auge en propuestas de considerable complejidad. La exploración del misterio femenino es ahora más formidable que nunca

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Carrie Brashaw (Sarah Jessica Parker) se mira en el espejo en silencio. Tiene el rostro pálido y tenso, la expresión cansada. Acaba de sufrir una pérdida mayor y también, de cambiar la historia de la frivolidad de la clásica serie “Sex and the City”, por una versión más madura, brillante y meditada de la premisa. De nuevo, se trata de una mujer que se enfrenta a Nueva York, la crisis de la mediana edad, pero también es una figura que debe atravesar un camino complicado hacia la estabilidad mental y espiritual. En la serie “And Just Like That”, Carrie regresó en una época distinta en la que las exigencias de la cultura y los medios moldean a la figura de la mujer a la medida de las exigencias de un patrón por completo nuevo. Atrás quedaron las mujeres frágiles y en búsqueda de una redención, ya fuera por el amor romántico o la maternidad. La nueva mujer de la cultura pop es poderosa por derecho propio y en el 2021 demostró su capacidad para expresar ideas por completo novedosas.

Las heroínas han cambiado, pero también, la percepción sobre la cultura que las sostiene.

Lady Jessica (Rebeca Fergurson) sobrevuela junto a su hijo, la inmensidad hostil del planeta Arrakis. El personaje, uno de los más intrigantes e inclasificables de la reciente adaptación de “Dune” de Denis Villeneuve, es el poder detrás del supuesto mesías que viaja a su lado, aterrorizado y disminuido por el miedo. Es entonces cuando el director vuelve la cámara para contemplar el rostro de la mujer pálida, que deja escapar una voz gutural y se vuelve implacable, poderosa. La cámara sostiene el pulso, la sigue mientras Fergunson brinda una actuación firme, pulcra y casi tenebrosa. De pronto, al rehén se convierte en verdugo. Lady Jessica acaba de mostrar todo su poder. También las posibilidades que se esconden detrás de su rostro impasible.

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Leda (Olivia Colman) parece desdichada y confusa durante las primeras escenas de “La hija oscura” (2020), el largometraje debut de Maggie Gyllenhaal. El personaje atraviesa un estado intermedio entre una sutil amargura y la desdicha. Colman, con otra de sus actuaciones brillantes, imprime al personaje la rara condición del anonimato. Sin identidad o un lugar entre una multitud de desconocidos, Leda naufraga en una infelicidad plácida. Pero también lidia con un lado oscuro e incómodo que la directora y guionista no muestra de inmediato. Lo que sea que ocurra en su interior es un paisaje invisible de heridas a medio cicatrizar. Uno que, además, empuja a esta mujer de mediana edad, a un terreno nuevo y agreste en el que deberá lidiar con sus traumas, sufrimientos y pesares en soledad.

Buena parte de los personajes femeninos de los grandes éxitos de crítica y taquilla del 2021, han hecho un complicado y elegante recorrido por la psiquis femenina, tan preciso como desprovisto de juicios morales.

Del cine que solía percibir a la mujer como objeto del deseo, símbolo de abnegación o dolor en estado puro, ahora las nuevas poderosas del cine brindan una inesperada madurez a la figura de la mujer imperfecta, la que sufre, la que se encuentra en pleno crecimiento hacia una peculiar complejidad. Una clara reinvención de un tema que se ha tocado cada vez con mayor soltura en los últimos años.

Llamas en un bosque oscuro

En el film “Noche de fuego” de Tatiana Huezo, las mujeres sobreviven al miedo a través de su capacidad de pasar desapercibidas entre las sombras. En medio de un México azotado por desapariciones, asesinatos y brutalidad, la película es un observador de lo femenino que debe luchar contra la amenaza constante. El film es una reflexión brillante y bien construida sobre cómo la incertidumbre afecta la manera como la cultura y la sociedad contempla a las víctimas. La vida en medio de la posibilidad de morir y matar.

Pero el film de Huezo es también un análisis frío de la violencia sistemática sobre la mujer. La supervivencia se convierte en un acto casi desesperado y también, en parte de lo cotidiano. ¿Cómo es crecer en un país en el que con toda probabilidad debas enfrentar la muerte temprana solo por el hecho de ser mujer? Huezo se concentra en las víctimas inmediatas de una circunstancia que abarca desde el marco legal hasta la idiosincrasia mexicana. Y esa visión, por momentos espeluznante y otras, de sufrimiento puro, es lo que sostiene lo más denso del argumento.

Desde el punto de vista de tres niñas que enfrentan un país despiadado y hostil, “Noche de fuego” es inquietante en su poder metafórico. Para Huezo, es de especial importancia trasladar esa cualidad persistente de la inocencia a un terreno más amplio. También, convertirlo en una forma de dialogar con los tramos más oscuros, deprimentes y sangrientos de la producción.

El film contempla lo que ocurre en un pequeño pueblo de las montañas de Guerrero, como un espacio insular. Uno que, además, evade una explicación sencilla. ¿Cómo contar el miedo arraigado, que se lleva de generación en generación? Huezo lo intenta desde la compasión. Pero a la vez, deja claro que la situación de la violencia en México es un desgarro profundo al tejido de la historia.

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Hacia el final, la película se vuelve abrumadora en su realismo crudo y brutal. Por supuesto, Huezo ha dedicado una considerable cantidad de tiempo a mostrarnos la vida de los personajes. A insistir en que a pesar de los asesinatos, las desapariciones y la desdicha, Ana y sus amigas quieren vivir. A mostrar su madurez adolescente, su plenitud como mujeres en el punto más primaveral de su vida. Pero también desliza la oscuridad. Los cortes de cabello que las hacen ver masculinas, como una manera de protección. Las noches de escucha al silencio, la mirada a las sombras en busca de indicios de la tragedia. Rita aspira a que su hija pueda escapar, en la medida de las posibilidades, de lo que probablemente ocurrirá. Pero “Noche de fuego” no es una película para la esperanza o las lecciones morales. Es un cuento de hadas dramático que se tuerce sobre la vitalidad de su hilo principal y de su búsqueda de sentido a lo espantoso.

El miedo singular y lo que se oculta

En la película “Distancia de rescate” de Claudia Llosa, basada en la novela del mismo nombre de Samanta Schweblin, el silencio y el suspenso lo son todo, lo que la emparenta de inmediato con lo terrorífico. Sin embargo, hay pocos elementos del cine de terror. O al menos varios de los clásicos, evidentes o clichés. En lugar de eso, el recorrido por una historia tenebrosa y dolorosa está basado en la sugerencia. Pero el verdadero interés, son las mujeres que protagonizan la historia: dos madres confrontadas una contra la otra, en una especie de terreno hostil y tenebroso que el argumento muestra como un país en sombras.

Adaptación de una narración tensa, envolvente y con una dureza interior claustrofóbica, “Distancia de rescate” es una historia a dos voces. También es un argumento lleno de pequeños extremos terroríficos que sugieren que algo ocurre en el silencio. Figuras que aparecen y desaparecen entre puertas entreabiertas. Una historia que avanza con la firmeza de una oleada de miedo que se eleva y se deshace en los momentos más inesperados.

Con un guion adaptado por la propia Samanta Schweblin, la película transcurre en dos espacios paralelos. Por un lado, las conversaciones en voz baja entre Amanda (la española María Valverde) y Carola (Dolores Fonzi). Ambas mujeres comparten su temor sobre la maternidad, un pasado lleno de hechos dolorosos y un miedo persistente.

Por otro lado, está una línea de terror real, sobrenatural, que Llaso construye con una firmeza elocuente. Para la directora, lo sustancial no es el miedo que pueda causar -aunque hay momentos de verdadero terror- sino cómo recrearlos. La forma en que se sostiene y se elabora lo tenebroso como una serie de símbolos que se entrecruzan.

Pero en especial, “Distancia de rescate” es una mirada sobre lo femenino. Como varias de las obras más interesantes de un 2021 prolífico en papeles femeninos, es una dimensión estratificada y novedosa acerca de la mujer cinematográfica, sus aristas y su poder. Un terreno aun sin explorar -o no del todo- en el cine actual.

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